El dif¨ªcil fin del ¡®pan y f¨²tbol¡¯
La tarea principal de la econom¨ªa espa?ola es privilegiar el trabajo modesto y constante
El reciente ¨¦xodo de deportistas (especialmente futbolistas) espa?oles hacia el resto del mundo es un s¨ªntoma del enorme esfuerzo que est¨¢ haciendo la econom¨ªa espa?ola para reasignar recursos desde las actividades suntuarias t¨ªpicas de los a?os del boom hacia actividades m¨¢s productivas.
El reciente auge en Espa?a de los deportes de ¨¦lite, como el de la cocina de ¨¦lite o la arquitectura de lujo, va ligada estrechamente al boom inmobiliario de los ¨²ltimos 15 a?os y es un reflejo del modelo de crecimiento poco nutritivo en el que se ha especializado Espa?a desde su entrada en el euro. Los espa?oles, durante nuestro tiempo bajo el sol, no hemos dado al mundo ning¨²n producto innovador, ni casi ning¨²n nuevo modelo de negocio capaz de competir globalmente (con gratas excepciones, como Zara y Mango), pero s¨ª hemos dado consistentemente al mundo sus mejores tenistas, ciclistas, futbolistas y jugadores de baloncesto o balonmano. ?Por qu¨¦?
Los pa¨ªses que descubren repentinamente recursos naturales sufren generalmente un fuerte deterioro de sus industrias exportadoras. Como en la Espa?a del Siglo de Oro, la repentina riqueza suele llevar a una fuerte subida de los precios relativos de los productos no comerciables, y causa un movimiento de los recursos desde los sectores comerciables y exportables hacia los sectores no comerciables y suntuarios. Durante el Siglo de Oro, Espa?a vio la destrucci¨®n, como consecuencia de la enorme riqueza mineral descubierta en Am¨¦rica, de gran parte de su capacidad productiva. Los espa?oles prefer¨ªan ser soldados o curas (los altos funcionarios y deportistas de ¨¦lite de entonces), actividades gloriosas, en vez de mancharse las manos haciendo dinero en los negocios, o la banca.
El ladrillo no ha durado un siglo (al contrario que las minas de plata y oro de Am¨¦rica), sino solo una d¨¦cada, pero el fen¨®meno ha sido parecido. Las catedrales de la Espa?a del nuevo milenio han sido los huertos solares, los estadios deportivos, los conciertos y festivales gratuitos en cada ciudad y en cada pueblo, las actividades de afirmaci¨®n del esp¨ªritu nacional, regional o provincial. Las actividades en las que los espa?oles han tenido ¨¦xito van ligadas a este consumo suntuario. El deporte, con regatas mundiales (en Valencia) y circuitos de f¨®rmula 1 (tambi¨¦n en Valencia) es nuestra catedral. Tras la senda de Jes¨²s Gil, los se?ores del ladrillo han ocupado durante la d¨¦cada prodigiosa puestos de responsabilidad en muchos de los clubes m¨¢s importantes de Espa?a, con consecuencias a menudo nefastas para estos.
La misma sociedad que se muestra contraria al capitalismo y exige la mano del Estado en todas las ¨¢reas de la vida no parpadea cuando se discuten los gigantes salarios de las estrellas del Madrid y del Bar?a. El deporte es el ¨²nico sector en el que la sociedad espa?ola est¨¢ c¨®moda, con enormes salarios y remuneraciones, y en este sentido tambi¨¦n muestra que el capitalismo que los espa?oles suelen tildar de salvaje, con despidos sin causa, altas diferencias salariales y fuerte competencia, es aceptable para ellos con tal de que est¨¦n convencidos de que el dinero responde a un verdadero esfuerzo y una verdadera calidad.
Por otro lado, para los j¨®venes no es sorprendente que elijan el deporte como la mejor esfera a la que dirigir su energ¨ªa. El deporte es una actividad en la que la competencia (sin enchufes ni padrinos) funciona ¡ªel que trabaja y es bueno sale adelante¡ª, desgraciadamente a diferencia de otras muchas actividades. Los deportes nos muestran lo que la competencia, la libre entrada, la transparencia en los resultados, puede conseguir frente a los enchufes y el capitalismo de amigos t¨ªpico de nuestro pa¨ªs.
Por supuesto, los fuertes incentivos econ¨®micos tambi¨¦n tienen consecuencias negativas donde las reglas no est¨¢n claras, porque llevan al todo vale. En este sentido, los deportes tambi¨¦n nos muestran lo peor de nuestra sociedad, una sociedad un¨¢nimemente dispuesta a poner el grito en el cielo y a tirar de supuestas conspiraciones extranjeras cada vez que alguien apunta lo obvio: la impune y muy extendida dependencia de muchos deportistas espa?oles de ¨¦lite durante los a?os del boom de las sustancias prohibidas, desgraciadamente defendida por pol¨ªticos, prensa y p¨²blico en general. La dura persecuci¨®n de Lance Armstrong en EE UU ser¨ªa completamente suicida para cualquier organismo que intentara algo an¨¢logo en Espa?a y es incomprensible para los espa?oles.
En definitiva, los deportes han sido una se?a de identidad clave (la se?a de identidad, en muchos casos) en estos a?os. Todos hemos tenido momentos felices gracias a los ¨¦xitos deportivos (el inolvidable gol de Iniesta). En un pa¨ªs de lealtades fragmentadas, los deportes unen a los espa?oles de cada pueblo, cada ciudad, o de todo el pa¨ªs, como ninguna otra actividad (m¨¢s que un club).
Ahora, tras el estallido de la burbuja, Espa?a se encuentra embarcada en un gigantesco proceso de reasignaci¨®n de recursos. Se trata de reducir, o de eliminar en lo posible, las inversiones suntuarias (excepto el AVE, que, por alguna raz¨®n m¨ªstica, sigue por encima del bien y el mal) y mover el capital f¨ªsico y humano hacia actividades productivas y hacia bienes exportables.
El problema es que en muchos casos los costes de las inversiones realizadas est¨¢n hundidos, y los recursos ya no se pueden recuperar. La Ciudad de la Cultura de Galicia o la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia no pueden venderse o recuperarse. La inversi¨®n en las huertas solares ya se ha realizado y el reducir dr¨¢sticamente el subsidio (inevitable presupuestariamente) no va a llevar a que los recursos malgastados en la incomprensible y fara¨®nica aventura solar emprendida por el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero sean ahora mejor utilizados. Los recursos gastados son irrecuperables.
De la misma manera, gran parte de la inversi¨®n realizada en actividades deportivas no tiene usos alternativos. Los grandiosos estadios y circuitos permanecer¨¢n semivac¨ªos hasta el fin de los tiempos. Del mismo modo que los j¨®venes que abandonaron sus estudios para dedicarse a la construcci¨®n tienen ahora un capital humano que no sirve en la econom¨ªa del conocimiento, muchos j¨®venes que han dedicado miles de horas a alcanzar un nivel de ¨¦lite en muchos deportes no tienen ahora una alternativa viable para utilizar su capital humano.
Pero no cabe entristecerse si en el futuro pr¨®ximo vemos menos ¨¦xitos deportivos espa?oles y menos grandes eventos en Espa?a, como veremos muchos menos conciertos gratuitos en las fiestas de pueblos y ciudades. La reasignaci¨®n de recursos hacia actividades productivas es necesaria y urgente y es bueno que est¨¦ en marcha. Dada la extrema dependencia que hemos adquirido los espa?oles de los deportes como fuente de autoestima local y nacional, la adaptaci¨®n a este nuevo mundo con menos ¨¦xitos deportivos y menos grandes eventos ser¨¢ dif¨ªcil y dolorosa. Pero la tarea principal de la econom¨ªa espa?ola durante estos a?os es privilegiar el trabajo modesto y constante, la inversi¨®n, el esfuerzo, en lugar del glamour del pan y f¨²tbol.
Algunos, claro, intentar¨¢n no enterarse, porque cambiar es dif¨ªcil. El ejemplo m¨¢s evidente es la absurda y alocada carrera de los poderes p¨²blicos de Madrid para conseguir los Juegos Ol¨ªmpicos de 2020. ?Ser¨¢ que no se han enterado que la burbuja inmobiliaria, con su acompa?ante burbuja de los grandes shows, ha estallado hace ya, este agosto de 2013, seis a?os?
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