Un para¨ªso con poco aforo
Miles de espa?oles llegan cada a?o a Alemania en busca de futuro, pero los aventureros se estrellan con m¨²ltiples dificultades
Entre las primeras frases que aprendi¨® en alem¨¢n, el electricista Javier L¨¢zaro recuerda el ¡°aqu¨ª no entran m¨¢s espa?oles¡± que le espetaron en la discoteca donde quer¨ªa celebrar la primera n¨®mina que cobr¨® en M¨²nich. ¡°?Precisamente en Pach¨¢, que es una discoteca espa?ola!¡±, r¨ªe se?alando un edificio muy pr¨®ximo a la obra donde trabaja con otros inmigrantes espa?oles. En la c¨¦ntrica franquicia b¨¢vara de Pach¨¢ niegan ahora esa discriminaci¨®n, pero sus colegas no parecen sorprendidos cuando L¨¢zaro evoca entre carcajadas c¨®mo tuvo que optar por ¡°un bar alem¨¢n¡± para celebrar que, por fin, dejaba el nada selectivo club de los seis millones de parados espa?oles. En los 16 meses pasados desde entonces, el manchego L¨¢zaro se ha casado con la tambi¨¦n emigrante Leila Mart¨ªnez, ha tenido en M¨²nich su primer hijo y sigue aprendiendo alem¨¢n. Trabaja con Miguel ?ngel L¨®pez, otro electricista de formaci¨®n que tampoco hab¨ªa cumplido los 30 cuando decidi¨® ¡°venir solo con el coche, despu¨¦s de siete meses sin encontrar nada¡± en Vic. Se trajo despu¨¦s a la esposa, a sus dos hijos y al perro.
El buen humor predomina en el peque?o grupo que conforman junto al canario Werner Santiago, de 34 a?os, y el cordob¨¦s Pedro Lara, de 38. Estos electricistas son parte de la cara amable de la gran ola migratoria forzada por la crisis espa?ola. Son cuatro de las 50.582 personas que entre 2011 y 2012 se registraron en el padr¨®n alem¨¢n como llegados desde Espa?a. Hac¨ªa 40 a?os que no aterrizaban tantos emigrantes espa?oles en Alemania. Como entonces, los espa?oles llegan buscando empleo a un pa¨ªs donde se dice a bombo y platillo que escasea la mano de obra. Pero pese a los tremendos problemas en casa y a las oportunidades que depara Alemania, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) ha revelado que dos tercios de los espa?oles que llegaron a Alemania en 2011 se marcharon antes de un a?o. El para¨ªso laboral alem¨¢n les cundi¨® lo que una excursi¨®n.
Por su potencia econ¨®mica y tecnol¨®gica, muchos emigrantes prefieren Baviera. M¨²nich, dicen los electricistas, no es tan caro como lo pintan, y a fin de cuentas los reci¨¦n llegados ya ganan tanto como en los a?os de la burbuja inmobiliaria espa?ola. La edad y la formaci¨®n profesional los convirti¨® en candidatos id¨®neos para suplir la falta de mano de obra cualificada en Baviera. La C¨¢mara de Artes y Oficios regional lanz¨® un programa de captaci¨®n de espa?oles al que se acogieron cuando ya estaban en Alemania. El capataz de la obra en la que trabajan, el alem¨¢n de madre espa?ola Manfred Sirges, supervisa su adaptaci¨®n a la empresa. Los cuatro la dan por muy satisfactoria mientras Sirges sonr¨ªe de medio lado: ¡°?Quieres que te hable yo de los problemas o nos quedamos con lo bonito?¡±.
¡°Los espa?oles¡±, cuenta Sirges, ¡°necesitamos como m¨ªnimo medio a?o largo para adaptarnos al sistema alem¨¢n: hay problemas de precisi¨®n, de seguridad, de normas¡±. ¡°Pulir esas aristas es un proceso complicado, un desaf¨ªo. Aqu¨ª son muy r¨ªgidos¡±, dice el capataz y todos asienten, graves. ¡°Aunque algo resuelva un problema, los alemanes no lo aceptan si no se ajusta a la norma¡±, termina. Cuando Sirges describe c¨®mo la ¡°obsesi¨®n por las reglas de los cabezas cuadradas¡± centroeuropeos les complica el trabajo en la obra, es inevitable recordar al Bundesbank oponi¨¦ndose a la compra ilimitada de deuda por parte del Banco Central Europeo. Aunque la medida alivi¨® problemas muy graves, incluso sin ponerse en marcha, en el Bundesbank dec¨ªan que ¡°bordeaba la ilegalidad¡±. La experiencia de Sirges, emigrante de ida y vuelta nacido en Alemania hace 48 a?os, que trabaj¨® en Espa?a casi dos d¨¦cadas, resume as¨ª sin pretenderlo las tensiones pol¨ªticas entre Berl¨ªn y sus socios. Del tornillo a la macroeconom¨ªa, los alemanes reverencian las reglas.
El programa que capt¨® a los cuatro electricistas fue idea de Heinrich Traublinger, jefe de la C¨¢mara de Artes y Oficios de Alta Baviera. El exdiputado de la Uni¨®n Social Cristiana (CSU) es un esp¨¦cimen perfecto del mediano empresario b¨¢varo. Su panader¨ªa emplea a 160 personas, entre ellas un espa?ol tra¨ªdo con su programa, ¡°que se desenvuelve muy bien¡±. Dec¨ªa en mayo Traublinger, mientras su considerable Mercedes se deslizaba junto al aeropuerto de M¨²nich, que la regi¨®n necesita ¡°miles de trabajadores j¨®venes y bien cualificados¡±. El primer ministro regional y jefe de Traublinger en la CSU, Horst Seehofer, dijo en agosto que ¡°la juventud de Europa deber¨ªa venir a Baviera¡±. La C¨¢mara cuenta con ¡°cientos de perfiles¡± id¨®neos para trabajar ya en alguna de sus 77.000 empresas, as¨ª como con ¡°miles solicitudes pendientes¡±. Hablaba desde el lugar del copiloto tras ceder cort¨¦smente la parte del asiento trasero disponible entre papeles de trabajo, su chaqueta a medida meci¨¦ndose de una percha y varias novelitas de quiosco con las aventuras interestelares de Perry Rhodan. Su experiencia como diputado conservador cuaja en frases redondas: ¡°El peligroso drama del 56% de paro juvenil en Espa?a puede aliviarse por nuestra necesidad de mano de obra cualificada¡±.
Ida y vuelta en Berl¨ªn
(De izquierda a derecha) 1. Miguel ?ngel Liceras (Madrid, 29 a?os). Este abogado llevaba cuatro a?os en Alemania. El ¨²ltimo a?o dej¨® una empresa para pasar a otra en pr¨¢cticas. Esta semana volvi¨® a Espa?a.
2. Ignacio U. (C¨¢ceres, 25 a?os). Lleg¨® en abril tras licenciarse en Periodismo. Va a clase de alem¨¢n tres horas al d¨ªa y buscar¨¢ un trabajo relacionado con la comunicaci¨®n a partir de septiembre.
3 (sentada). Esther C. (Almer¨ªa, 29 a?os). Lleg¨® a Alemania hace un a?o tras renunciar a su empleo como trabajadora social porque le pagaban irregularmente. Est¨¢ contratada en un jard¨ªn de infancia donde "cobra m¨¢s por 38 horas semanales que por 40 en una residencia de ancianos en Espa?a".
4. Sara Grana (Oviedo, 26 a?os). Lleg¨® en enero de 2011, despu¨¦s de terminar sus estudios de Relaciones P¨²blicas. Trabaja en una empresa de intercambio de 'au pairs'.
5 (sentada). Irene Tamayo (Madrid, 27 a?os). Esta bi¨®loga trabajaba como t¨¦cnico de iluminaci¨®n para teatros y festivales. Los recortes la dejaron sin encargos. En agosto de 2012 se fue a Alemania. Tiene un 'minijob' de 450 euros como 'comunity manager' en una empresa de 'software'.
6. Andr¨¦s P¨¦rez (C¨®rdoba, 34 a?os). En Espa?a trabajaba como comercial en un banco. Lleg¨® a Berl¨ªn en mayo. Estuvo estudiando alem¨¢n, pero ha decidido volver a Espa?a.
7. Marina Rom¨¢n (Lanzarote, 24 a?os). Licenciada en Comunicaci¨®n Audiovisual. A principios de a?o acept¨® una oferta de trabajo en Berl¨ªn, que dej¨® para ponerse "a tope con el alem¨¢n" mientras trabaja en un bar. Pero ha encontrado empleo en Espa?a y vuelve en octubre. En Berl¨ªn ve¨ªa pocas oportunidades para contrato bueno
Sin embargo, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), el grupo de desplazados espa?oles que m¨¢s ha aumentado desde que estall¨® la crisis, por encima del de los j¨®venes, es el de las personas de entre 45 y 54 a?os. La franja m¨¢s alejada de los programas de promoci¨®n del empleo juvenil y tambi¨¦n de la noci¨®n del inmigrante joven, con idiomas y buscador de horizontes nuevos. Pertenece a aquella Octavio Ndong, que desde que cumpli¨® los 52 a?os protagoniza una cr¨®nica muy representativa de los seis a?os largos que van de desastre econ¨®mico espa?ol.
Lleg¨® a Barcelona en los ochenta desde Guinea Ecuatorial, donde naci¨® cuando a¨²n era colonia espa?ola. Estudi¨® ingenier¨ªa t¨¦cnica industrial, trabaj¨® en varias compa?¨ªas, y abandon¨® la ¨²ltima, Seat, para hacerse aut¨®nomo ¡°con una empresa de mensajer¨ªa y transportes¡±. Corr¨ªa 2002 y la burbuja inmobiliaria, ya desaforada, hinchaba tambi¨¦n los servicios. Aquellos, recuerda tomando un zumo de naranja fr¨ªo ante la mole de la Estaci¨®n Central berlinesa, ¡°fueron los mejores a?os¡±. A?ade: ¡°Los a?os de Aznar¡±. En un buen mes ingresaba 3.000 euros netos.
Nacionalizado espa?ol y abuelo desde hace 11 a?os, Ndong quiso un d¨ªa redondear su felicidad ib¨¦rica compr¨¢ndose un piso, como sus flamantes compatriotas. La CAM le dio una hipoteca de ¡°20 millones de pesetas¡±, unos 120.000 euros. Pero ¡°en 2007, muchos clientes empezaron a echar la persiana y, aunque hubo suerte al principio, en 2008 y 2009 las cosas empeoraron. Ya no sonaba el tel¨¦fono: quedaban cuatro gatos¡±. Se dio de baja de aut¨®nomo en 2011. Pidi¨® el paro porque le ¡°hab¨ªan dicho que algo dar¨ªan a los que cotizaban. Pero los aut¨®nomos dejaron de cobrar prestaciones en 2010 y me qued¨¦ sin nada¡±. As¨ª hasta ahora. Con una nieta a su cargo y una hipoteca de 700 euros al mes, mir¨® a Alemania, y empez¨® la segunda cat¨¢strofe.
¡°Fui demasiado inocente porque Berl¨ªn present¨® un mont¨®n de dificultades: primero, el idioma; despu¨¦s, el alojamiento¡±. ¡°Los ¨²ltimos meses en Espa?a lo pasamos fatal y aqu¨ª ha sido lo mismo¡±. Octavio Ndong no ha tenido vivienda fija desde que lleg¨® a Berl¨ªn hace 13 meses. Limpi¨® hoteles, pero la cadena Ibis lo puso en la calle cuando le tuvieron que operar de la rodilla. Le gusta Espa?oles por el mundo, pero no cree que lo saquen a ¨¦l porque, seg¨²n explica sin el menor aspaviento, no tiene ¡°ni dinero ni casa¡±. Ahora lleva algunas semanas trabajando otra vez de limpiador en hoteles.
En sus peores d¨ªas lo atendi¨® Regina Thiele, de un centro de C¨¢ritas para gente sin hogar. La asistente habla perfecto espa?ol, as¨ª que a ella le llegan los que no dominan otra lengua. Conoce el desarrollo de la inmigraci¨®n hispanohablante m¨¢s desesperada: ¡°Hasta hace poco llegaban latinoamericanos desde regiones en crisis y alg¨²n espa?ol suelto ya en situaci¨®n extrema¡±, expresidiarios, adictos o enfermos. En su sencilla oficina del ¨²ltimo piso del centro de Levetzowstrasse, el mayor establecimiento berlin¨¦s de atenci¨®n a gente sin techo, la veterana explicaba con evidente alarma c¨®mo, en 2010, not¨® el aumento dr¨¢stico del n¨²mero de indigentes espa?oles. En 2011 se puso a contarlos: solo a su centro ¡°vinieron 59 y en 2012, 65¡±. Un 10% m¨¢s en un solo a?o. En 2013, la tendencia sigue al alza.
Thiele est¨¢ acostumbrada a tratar con gente muy necesitada. Pero desde hace tres o cuatro a?os tambi¨¦n ha empezado a atender a ¡°arquitectos o licenciados, como una ingeniera medioambiental que vino hace unos meses¡±. Todos espa?oles. ?Alg¨²n aprovechado buscando que le solucionen la vida? ¡°Los que vienen aqu¨ª no buscan gangas, son desamparados que no tienen nada. Llegan con una mano delante y otra detr¨¢s, sin saber ni palabra de alem¨¢n, perdidos. Algunos encontraron trabajo por Internet, pero dieron con estafas, con que no les pagan o con que les dan una miseria que no llega¡±. Los mayores lo tienen m¨¢s dif¨ªcil. Y muchos lo son. ¡°Lo peor es cuando vienen con la familia, pero sin contactos, sin idioma y sin nada, solo por la pura desesperaci¨®n acumulada durante a?os¡±.
Caritas no tiene albergues permanentes en Berl¨ªn, pero ofrece ayuda sin condiciones. Tras un primer di¨¢logo de orientaci¨®n, Thiele trata de que los sin techo ¡°hagan pie¡±. Les da direcciones de hogares p¨²blicos y de cocinas de beneficencia. Despu¨¦s, de oficinas de empleo. Si lo necesitan, los manda a cl¨ªnicas gratuitas para personas sin seguro, como la que regenta en pleno centro de Berl¨ªn la doctora peruana Jenny de la Torre. Tambi¨¦n ella nota el aumento de ciudadanos espa?oles, ¡°sobre todo j¨®venes, en situaciones personales que hace a?os no se daban de ninguna manera¡±. Ante las historias de Thiele sobre ¡°familias enteras durmiendo en los parques¡±, aquel ¡°impulso aventurero¡± que la secretaria de Estado espa?ola Marina del Corral identific¨® como motor de la emigraci¨®n adquiere un sesgo siniestro.
Tambi¨¦n los medios alemanes prefieren dar estampas positivas de la inmigraci¨®n. Los liberales, como Die Zeit, quieren identificarla con una nueva popularidad de Alemania en el mundo. Dedican largos reportajes, comentarios l¨²dicos o an¨¢lisis sesudos a ponderar el ¡°atractivo¡± de su pa¨ªs entre los j¨®venes. Alemania aparece como ¡°tierra prometida¡± (sin iron¨ªa en Die Zeit, 2011). El infortunio de los abocados a emigrar queda en segundo plano. Tambi¨¦n se obvia delicadamente la posibilidad de que la pol¨ªtica de austeridad a rajatabla propugnada por el centroderecha de Angela Merkel tenga algo que ver con la nueva pobreza. Una reciente encuesta de la Fundaci¨®n Bertelsmann revela que el 55% de los alemanes considera necesario atraer mano de obra cualificada extranjera. En este sentido, el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung contaba la historia de V¨ªctor Mar¨ª Cervera, un bioqu¨ªmico valenciano que escap¨® del paro trabajando de au pair en una familia hispano-alemana de Fr¨¢ncfort. Un ejecutivo lo ley¨® y le ofreci¨® un buen contrato. El diario de la City de Fr¨¢ncfort lo celebr¨® a finales de mayo con un edificante reportaje de superaci¨®n y triunfo.
Empleado de hotel
Octavio Ndong (Guinea Ecuatorial, 58 a?os). Ciudadano espa?ol, estudi¨® ingenier¨ªa t¨¦cnica en Barcelona. Decidi¨® marcharse en 2012 tras quedarse sin dinero para pagar su hipoteca. Ha conseguido trabajo en un hotel tras pasar meses "fatales", sin ingresos ni techo, en Berl¨ªn.
Isabel Grasa Vilallonga lo comenta con aire preocupado: ¡°Lo de V¨ªctor fue una excepci¨®n, una suerte, lo de Nacho es la realidad dura¡±. Mira al sucesor de Mar¨ª, frente a ella en el jard¨ªn de su casa en Fr¨¢ncfort. Nacho es Juan Ignacio Salinero, tiene 25 a?os y relev¨® a V¨ªctor al cuidado de los dos hijos de Isabel y su esposo Christoph en un barrio residencial en la capital financiera de Europa. En 2011 se licenci¨® en ingenier¨ªa medioambiental y se puso a mandar solicitudes de trabajo, ¡°cientos, quiz¨¢ miles¡±. Logr¨® alguna entrevista. ¡°Pero irse a Madrid o a Barcelona por 12.000 euros anuales es pagar por trabajar¡±.
En 2012 dio el salto a Alemania y se puso a buscar empleo mientras estudiaba alem¨¢n y cuidaba ni?os. Isabel Grasa cuenta que Salinero se esfuerza en conocer a fondo el nuevo pa¨ªs. Ironiza sobre los nuevos espa?oles en el mundo: licenciados de hasta 35 a?os que la ¡°bombardean con solicitudes¡± cuando saca un anuncio buscando au pair. Salinero habla con una mezcla de esperanza y azoramiento, como temi¨¦ndose ser el ¨²nico que no conquista el ed¨¦n alem¨¢n en un reportaje de historias de ¨¦xito. Un par de semanas despu¨¦s de hablar con este peri¨®dico se fue para trabajar de camarero. Ahora est¨¢ de enhorabuena: el 1 de octubre, dos a?os despu¨¦s de licenciarse en Espa?a, entrar¨¢ de ingeniero en una empresa de Dortmund llamada Bronkhorst-M?ttig, que fabrica sofisticados sistemas de medici¨®n y dosificaci¨®n. Est¨¢ ¡°muy contento¡± con el sueldo que le ofrecen incluso en el periodo de prueba. Cree que los 15 meses invertidos en perfeccionar su alem¨¢n han sido ¡°esenciales, porque el ingl¨¦s no vale¡±. Una oferta as¨ª ¡°es casi imposible¡± en Espa?a. Al final, otra historia de tes¨®n y ¨¦xito.
Electricistas en M¨²nich
Manfred Sirges (48 a?os). Hijo de alem¨¢n y espa?ola, regres¨® hace dos a?os a M¨²nich tras pasar dos d¨¦cadas en Espa?a (a la izquierda, en la foto). Werner Santiago (Canarias, 34 a?os). Lleg¨® a la capital b¨¢vara hace un a?o. Ambos trabajan de electricistas en una empresa de construcci¨®n.
En el Instituto de Investigaci¨®n Laboral IAB, el profesor Herbert Br¨¹cker concede no obstante que ¡°muchos espa?oles no encuentran nada, es com¨²n dar con camareros licenciados¡±. Dos tercios de los nuevos inmigrantes del sur de Europa tienen t¨ªtulo superior y est¨¢n mejor formados que la media alemana. El idioma es su gran obst¨¢culo, pero hay otros problemas, como el clima o [1.200 EUROS]as costumbres. As¨ª y todo, Br¨¹cker cree que esta inmigraci¨®n seguir¨¢ aumentando durante otros dos a?os. En esta transferencia de capital humano, ¡°Alemania es la gran beneficiada, sobre todo si los inmigrantes se quedan¡±, confiesa. ¡°La contribuci¨®n a las pensiones compensar¨¢ con creces los posibles gastos en los subsidios sociales o de desempleo¡±. Los pa¨ªses emisores se benefician de ver reducido el paro y con ¨¦l, el gasto social. Alemania necesita inmigrantes para no sucumbir en su crisis demogr¨¢fica. Pero las autoridades dificultan las ayudas sociales a los inmigrantes europeos, mientras muchos caen en la precariedad. El abogado ??igo Valdenebro mont¨® una asesor¨ªa gratuita para reci¨¦n llegados en Berl¨ªn-Friedrichshain, vinculada a la p¨¢gina de Internet berlinwiebitte.wordpress.com y al Movimiento 15-M. Explica en su espartano despacho que muchos espa?oles ¡°desconocen su derecho a cobrar el paro, que aqu¨ª es para todo el mundo¡±. Los que no tienen dinero podr¨ªan aprender alem¨¢n y buscar empleo con cierta tranquilidad mientras cobran las ayudas, pero en 2012 el centroderecha de Merkel impuso trabas que dificultan el acceso de los no alemanes al subsidio b¨¢sico conocido como Hartz IV. Mientras, la Agencia Federal de Empleo postula a Alemania como destino laboral de ensue?o, con cientos de miles de trabajos vacantes y bien retribuidos.
Pero no todos terminan de creerse los n¨²meros oficiales, que hablan de carencias de ¡°m¨¢s de 200.000 trabajadores cualificados¡±. Thomas Liebig comenta desde la sede parisiense de la OCDE que ¡°la falta de personal se limita a algunos sectores, como ciertas ingenier¨ªas y otros especializados en inform¨¢tica¡±. Destaca que ¡°muy pocos de los que aseguran necesitar mano de obra cualificada est¨¢n dispuestos a contratar extranjeros. Solo lo har¨ªa un 20% de los empresarios¡±. Aunque, eso s¨ª, todos prefieren que aumente la oferta para mejorar la selecci¨®n.
Cuidando ni?os
Juan Ignacio Salinero (manchego, de 25 a?os). Emigr¨® a Fr¨¢ncfort hace un a?o tras buscar trabajo sin resultados en toda Espa?a. Trabajaba de 'au pair' mientras aprend¨ªa alem¨¢n. Acaba de encontrar empleo como ingeniero.
La estad¨ªstica nubla la luz alemana al final del t¨²nel del desempleo en el sur. De los siete j¨®venes berlineses que participaron en la foto para este reportaje, tres ha decidido volverse ya. Andr¨¦s P¨¦rez, tras de estudiar alem¨¢n en Berl¨ªn sin encontrar trabajo durante tres meses. Marina Rom¨¢n regresar¨¢ en octubre para instalarse en Espa?a, aunque su nuevo empleo en Comunicaci¨®n ¡°lo podr¨ªa hacer tambi¨¦n desde Berl¨ªn¡±. Miguel ?ngel Liceras vuelve a Madrid despu¨¦s de casi cinco a?os, disconforme con su contrato de pr¨¢cticas y confiando en encontrar all¨ª nuevas oportunidades: ¡°Los espa?oles m¨¢s inteligentes y capacitados que he conocido ya est¨¢n volviendo porque en Alemania les cuesta encontrar un empleo acorde con su formaci¨®n¡±. Pese a todo, ¨¦l recomienda la experiencia. Otros quieren quedarse m¨¢s tiempo. Como Sara Grana, aunque ¡°cuanto m¨¢s tiempo llevas aqu¨ª, m¨¢s ganas tienes de irte¡±, confiesa. No es que perciban rechazo por su procedencia. Como explica el profesor Br¨¹cker, los inmigrantes espa?oles son bien aceptados, en contraste con los turcos o los africanos. La bi¨®loga Irene Tamayo habla m¨¢s bien de cierto trato ¡°paternalista, desagradable en ocasiones¡±. El barcelon¨¦s Ndong, el manchego L¨¢zaro y el cordob¨¦s Lara, el primero en Berl¨ªn y los otros dos al un¨ªsono en M¨²nich, coinciden tajantes en que preferir¨ªan estar en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.