Arbitrariedad y competencia
La lista de los consejeros nombrados nos dice que la CNMC no va a cumplir con su misi¨®n
El pasado domingo, Angela Merkel condujo a los cristianodem¨®cratas a una clara victoria electoral. Alemania es con ello la ¨²nica gran naci¨®n europea que no ha cambiado de signo pol¨ªtico desde el comienzo de esta crisis econ¨®mica. M¨¢s all¨¢ de los m¨¦ritos o dem¨¦ritos de la canciller, su victoria solo ha sido posible por el ¨¦xito econ¨®mico de Alemania. Una tentaci¨®n f¨¢cil es atribuir tal ¨¦xito a las reformas Hartz del canciller socialdem¨®crata Schr?der o a la moderaci¨®n salarial. Pero estas pol¨ªticas recientes no son su raz¨®n ¨²ltima. El secreto de Alemania es la construcci¨®n de una econom¨ªa basada en las reglas y en el reparto de poderes entre distintas instituciones, funcionales y territoriales.
El desastre de las guerras mundiales llev¨® a los padres de la Alemania moderna a crear un marco jur¨ªdico que enfatizaba el papel central del Estado de derecho como eje alrededor del cual construir no solo una s¨®lida democracia sino tambi¨¦n una potente econom¨ªa de mercado. El Tribunal Constitucional de Karlsruhe y la oficina de regulaci¨®n de la competencia (Bundeskartellamt), lejos de ser instituciones inconexas, son componentes claves de un sistema coherente de cumplimiento de las normas y de protecci¨®n contra los abusos del poder, sea este pol¨ªtico o econ¨®mico.
Sin ser un sistema perfecto (?pues cu¨¢l lo es?), m¨¢s de seis d¨¦cadas de experiencia nos demuestran al resto de los europeos que las aspiraciones de Adenauer o Erhard eran las correctas. Es m¨¢s, como hemos explicado desde estas p¨¢ginas (Ordnung, 2 de septiembre del 2012) es dif¨ªcil entender la actitud de Alemania frente a la crisis del euro sin apreciar su deseo de generalizar el concepto del imperio de las reglas al conjunto de la eurozona.
Esta visi¨®n alemana de un Estado de derecho como centro de la organizaci¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica tuvo una profunda influencia en Espa?a. Sin ir m¨¢s lejos, inspir¨® al recientemente desaparecido catedr¨¢tico de derecho administrativo Garc¨ªa de Enterr¨ªa en su intento de asegurar que la administraci¨®n (incluso la de la dictadura) se pusiera al servicio de los ciudadanos. A¨²n m¨¢s importante, estas ideas inspiran buena parte de los preceptos de la constituci¨®n de 1978.
Desgraciadamente, nuestra clase pol¨ªtica ha demostrado, reiteradamente, que su apego al Estado de derecho es meramente formal. Para buena parte de la ¨¦lite dirigente las reglas no son m¨¢s que una pantomima que uno ha de cumplir para mantener un m¨ªnimo de decoro con la opini¨®n p¨²blica y Bruselas.
Si queremos ser como Alemania, una naci¨®n pr¨®spera, tenemos que copiar su verdadero secreto: un Estado de derecho donde las reglas se cumplen
Una en¨¦sima prueba de esta actitud es la lista de consejeros de la nueva Comisi¨®n Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que tomaron posesi¨®n el 10 de septiembre.
La defensa de la competencia es fundamental para el buen funcionamiento de una econom¨ªa de mercado. La evidencia emp¨ªrica, documentada en miles de trabajos acad¨¦micos, es abrumadora. Y nuestra experiencia como espa?oles lo corrobora a¨²n m¨¢s. Espa?a es una naci¨®n mediana. Por ello, muchos sectores ¡ªsobre todo si dependen de decisiones de las administraciones p¨²blicas como la energ¨ªa o las telecomunicaciones¡ª son f¨¢cilmente controlables por un grupo reducido de empresas. E incluso en otros casos, los acuerdos colusorios son, a menudo, sencillos de ejecutar. Una y otra vez los espa?oles hemos visto c¨®mo los sectores cerrados a la competencia han sido a menudo sectores que han favorecido a unos pocos en perjuicio de la mayor¨ªa y que los sectores abiertos han generado bienestar, riqueza y empleo.
Estas razones explican por qu¨¦ necesitamos una CNMC vigorosa y vigilante. Y esto requiere de dos cosas: conocimiento t¨¦cnico e independencia del poder. En otras palabras: el saber qu¨¦ hacer y el querer hacerlo. La lista de los consejeros nombrados nos dice que la CNMC no va a cumplir con su misi¨®n.
El valorar la independencia del poder es subjetivo y, si bien existen razones para sospechar de tal actitud en muchos de los consejeros dadas sus previas experiencias, preferimos centrar nuestra cr¨ªtica en el ¨¢mbito de la habilidad.
?C¨®mo se acredita el conocimiento t¨¦cnico? Existen tres alternativas. La primera, siendo un reconocido jurista en el ¨¢mbito de actuaci¨®n de la CNMC. La segunda, siendo un profesional (por ejemplo, pero no necesariamente, un funcionario) con d¨¦cadas de experiencia en estos temas. La tercera, dado que se trata de mejorar el funcionamiento de los mercados, es siendo un economista experto en competencia y regulaci¨®n. No basta tener un t¨ªtulo de doctor en econom¨ªa o una oposici¨®n a un alto cuerpo del Estado. Hace falta tener una especializaci¨®n en el mundo de la competencia y de la regulaci¨®n. Por ejemplo, ninguno de nosotros dos cumplimos con ese requisito pues aun siendo economistas nuestras ¨¢reas de investigaci¨®n son muy diferentes.
La regeneraci¨®n democr¨¢tica de Espa?a y la salida de la crisis no son dos objetivos diferentes, son las dos caras de c¨®mo construir una Espa?a mejor
Pero a la vez, por vivir en el mundo de la econom¨ªa, s¨ª que sabemos que en Espa?a existen decenas de candidatos mucho mejor preparados para este puesto que los economistas seleccionados como consejeros. Quien dude de ello, solo ha de poner el nombre de los consejeros en Google Acad¨¦mico (esa prueba del algod¨®n que no enga?a) y comprobar¨¢ la casi total ausencia de citas relevantes de los mismos. A la vez, poniendo el nombre de muchos otros posibles candidatos ver¨¢ que estos tienen much¨ªsimas m¨¢s citas (y con mayor ¨ªndice de impacto) en las ¨¢reas de competencia y regulaci¨®n.
Carecemos de competencia profesional para juzgar a los consejeros no economistas, pero la impresi¨®n generalizada desde variados ¨¢mbitos ha sido que la val¨ªa de muchos de ellos deja tambi¨¦n que desear.
?Por qu¨¦ selecciona el Gobierno entonces a estos consejeros? Para tener una CNMC d¨®cil que responda al tel¨¦fono cuando Moncloa llame. Porque de esta manera, en vez de tener una CNMC que contrapese y fiscalice el poder pol¨ªtico o econ¨®mico, el actual Gobierno disfrutar¨¢ de manos libres para conseguir sus objetivos de corto plazo sin importarle excesivamente las reglas y, en consecuencia, el bienestar de Espa?a a largo plazo.
Pero como esta actitud es vergonzosa de reconocer en p¨²blico, se esgrime la excusa de la soberan¨ªa popular. En esta argumentaci¨®n, la legitimidad emanada de las urnas se convierte en una carta blanca para el asalto a todos los recovecos del poder y para la eliminaci¨®n de cualquier resistencia el ejercicio del mismo. Dejando de lado la cuando menos curiosa asunci¨®n por un partido que se considera conservador de lo que no deja de ser m¨¢s que un jacobinismo infantil y trasnochado, tal doctrina olvida el significado de unas elecciones en un Estado democr¨¢tico de derecho como el que consagra nuestra constituci¨®n. Lejos de ser una autorizaci¨®n para el ejercicio arbitrario del poder, los votos son una autorizaci¨®n para la actuaci¨®n discrecional. Es discrecional, y con ello leg¨ªtimo, la elecci¨®n entre candidatos cualificados de aquellos que en la evaluaci¨®n del Gobierno mejor servir¨¢n a los intereses de Espa?a. Es arbitrario seleccionar a aquellos candidatos que un m¨ªnimo de debida diligencia descartar¨ªa como inadecuados. Cuando se act¨²a de manera arbitraria, nuestros gobernantes se extralimitan en sus poderes y es preciso, volviendo de nuevo a Garc¨ªa de Enterr¨ªa y su obra cl¨¢sica, luchar contra las inmunidades del poder.
Si queremos ser como Alemania, una naci¨®n pr¨®spera, no debemos empezar con medidas superficiales como copiar su sistema electoral (aunque quiz¨¢s no fuera mala idea hacerlo en todo caso). Tenemos que copiar su verdadero secreto: un Estado de derecho donde las reglas se cumplen. La regeneraci¨®n democr¨¢tica de Espa?a y la salida de la crisis no son dos objetivos diferentes, son las dos caras de c¨®mo construir una Espa?a mejor.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Pensilvania. Luis Garicano es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estrategia en la London School of Economics.
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