Consumo m¨¢s racional

Esta crisis es algo m¨¢s que una inflexi¨®n c¨ªclica. Los efectos tan devastadores que est¨¢ teniendo sobre el empleo y, en general, sobre la renta disponible de las familias, han creado serios problemas al sector del comercio al por menor: son tres a?os seguidos de contracci¨®n en su volumen de facturaci¨®n. La extensi¨®n de la crisis tambi¨¦n est¨¢ determinando cambios de gran significaci¨®n en los h¨¢bitos y patrones de consumo de los hogares con menor renta y riqueza. La primera y m¨¢s duradera reacci¨®n es el pronunciado descenso de todas las decisiones de gasto. En la medida en que el consumo es el componente m¨¢s importante en la formaci¨®n del PIB, puede entenderse la dificultad de la econom¨ªa para asentar una tasa de crecimiento expresiva de recuperaci¨®n.

Pero m¨¢s all¨¢ de la contracci¨®n del gasto, su composici¨®n, y desde luego los h¨¢bitos de los compradores, han cambiado. Como no pod¨ªa ser de otra forma, el precio es la variable que en mayor medida condiciona esas decisiones. Por eso, adem¨¢s de menor consumo, las familias espa?olas han desplazado sus decisiones hacia aquellos bienes y servicios sustitutivos que son m¨¢s baratos. Esto ha afectado a todos los cap¨ªtulos de la cesta de la compra, desde bienes de consumo duradero hasta la propia alimentaci¨®n b¨¢sica. La elecci¨®n entre bienes similares se ha hecho mucho m¨¢s sensible a peque?as variaciones de precio, sacrificando en no pocos casos calidad diferencial; tambi¨¦n afectando, en otros, a la alimentaci¨®n b¨¢sica de las familias d¨¦biles.

La mayor severidad de las restricciones en los presupuestos familiares ha determinado igualmente la optimizaci¨®n de la frecuencia de compra y, con ello, los establecimientos en los que la misma se efect¨²a. Ello es especialmente expl¨ªcito en alimentaci¨®n, uno de los cap¨ªtulos m¨¢s relevantes para las familias de menor renta. La familia espa?ola trata ahora de optimizar igualmente cantidades: la lista de la compra se ajusta m¨¢s racionalmente a las necesidades efectivas, a lo que de verdad va a consumirse. Ah¨ª es donde han renovado su importancia los establecimientos de proximidad frente a las grandes superficies, donde las decisiones de compra compulsiva son m¨¢s frecuentes. Tambi¨¦n lo son los importes medios de cada compra. Las ventajas de esos establecimientos urbanos son proporcionales a la flexibilidad horaria que est¨¢n demostrando.

En ese contexto, tampoco puede extra?ar la intensa competencia que existe hoy en el sector, o las amenazas que pesan sobre la viabilidad de algunas de sus empresas, en especial de aquellas m¨¢s lentas en la reacci¨®n a esas alteraciones en los patrones de gasto, sobre todo de la prioridad del precio frente a cualquier otra variable de la pol¨ªtica comercial. La proximidad, con precios competitivos, puede obligar a que el concepto de hipermercado, basado en planteamientos generalistas de compra propios de fases expansivas, se tenga que reinventar. O esforzarse a¨²n m¨¢s en demostrar su capacidad para generar econom¨ªas de escala y aplicar precios m¨¢s competitivos.

El consumidor, especialmente el perteneciente a segmentos de renta media o baja, est¨¢ haciendo que la necesidad de ajuste a una realidad que seguir¨¢ siendo adversa para los m¨¢s d¨¦biles derive en la virtud de un comportamiento m¨¢s racional en la mayor¨ªa de los casos.