Berl¨ªn y Par¨ªs liman diferencias para lograr un acuerdo sobre la uni¨®n bancaria
Espa?a acude a otra ¡®minicumbre¡¯ para desencallar el mecanismo de cierre de bancos
Hay acuerdo en que habr¨¢ acuerdo. Poco m¨¢s. Los Veintiocho siguen encallados en la uni¨®n bancaria, la piedra filosofal que debe acabar con el c¨ªrculo vicioso entre la deuda bancaria y la deuda p¨²blica en Europa. Berl¨ªn y Par¨ªs aseguraron este lunes que est¨¢n cerca de pactar el mecanismo de cierre de bancos, un paso fundamental en esa uni¨®n bancaria, y los cortafuegos que se habilitar¨¢n para cuando sea necesario apretar el bot¨®n nuclear y liquidar entidades, algo habitual en Estados Unidos pero territorio pr¨¢cticamente inexplorado en la UE. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se declar¨® ¡°ligeramente optimista¡± al respecto. Tras la reuni¨®n del pasado viernes en Berl¨ªn con presencia de la Comisi¨®n, el BCE y los ministros alem¨¢n, franc¨¦s, holand¨¦s, italiano y espa?ol, Alemania preparaba una segunda minicumbre: un encuentro con los mismos asistentes para limar diferencias, que a pesar del habitual reguero de reuniones ¡ªel famoso cumbrismo de Bruselas¡ª son diversas y profundas.
Tanto, que varias fuentes en Bruselas dan por hecho que habr¨¢ que convocar un nuevo Ecofin la semana pr¨®xima, en las horas previas a la cumbre, con las prisas habituales y esa querencia tan europea por aquella frase de Elvis: ¡°Es ahora o nunca¡±.
La Comisi¨®n quiere un fondo com¨²n y Alemania prefiere fondos nacionales
La duda es si el marat¨®n de reuniones de los ¨²ltimos d¨ªas ser¨¢ suficiente como para limar diferencias o si hay que aguardar hasta que haya un nuevo Ejecutivo alem¨¢n investido con todos los poderes. Una vez m¨¢s, todo est¨¢ a expensas de la coalici¨®n de Gobierno en Berl¨ªn y de las elecciones europeas de mayo: hay que esperar a la canciller Angela Merkel, pero a la vez el tiempo apremia y el pacto en el Ecofin es esencial para que posteriormente los primeros ministros y jefes de Estado den luz verde pol¨ªtica al mecanismo ¨²nico de resoluci¨®n en la cumbre de finales de la semana pr¨®xima, para que el Parlamento Europeo pueda acordar despu¨¦s la nueva legislaci¨®n antes de cerrar sus puertas.
Para ello hay que resolver varios interrogantes. Por una parte, la Comisi¨®n y una mayor¨ªa aplastante de pa¨ªses apuestan por un sistema de toma de decisiones ¨¢gil y centralizado en Bruselas que permita iniciar el proceso para liquidar cualquier banco del continente, del m¨¢s grande al m¨¢s peque?o; que act¨²e de forma independiente y sin pedir permiso al Gobierno del pa¨ªs afectado. Enfrente se encuentra con Alemania, que defiende pr¨¢cticamente lo contrario. Como ya ocurri¨® en la batalla por el supervisor ¨²nico, Berl¨ªn prefiere que el mecanismo de resoluci¨®n tenga poderes solo sobre las entidades m¨¢s importantes, dejando fuera de su paraguas a sus peque?as ¡ªy problem¨¢ticas¡ª cajas regionales. Alemania apuesta por que sean los Gobiernos los que puedan tomar la decisi¨®n final, y no la Comisi¨®n, en un ejemplo m¨¢s de la deriva intergubernamental que ha promovido en toda la gesti¨®n de la crisis.
Como se?alan fuentes comunitarias, es probable que el acuerdo final se quede en un punto intermedio; que sea una soluci¨®n h¨ªbrida entre lo que pretende la Comisi¨®n y lo que defiende Berl¨ªn. Lo imprescindible es, seg¨²n insisten unos y otros, que los ministros firmen un papel que puedan presentar a sus jefes en la cumbre del 19 y 20 de diciembre. Los jefes de Estado y de Gobierno podr¨ªan volver a sus pa¨ªses con la convicci¨®n de haber dado un empuj¨®n definitivo a un proyecto imprescindible: la uni¨®n bancaria.
Lo que queda por ver es qu¨¦ tipo de uni¨®n bancaria: si el proyecto ambicioso que brillaba inicialmente en medio de la tempestad de la crisis o los planes actuales, una suerte de r¨¦gimen transitorio en el que ni siquiera est¨¢ claro cu¨¢l ser¨ªa el dique de contenci¨®n si surgieran problemas en alguna entidad financiera. De nuevo, grosso modo, la batalla es Alemania contra Bruselas: la Comisi¨®n quiere un fondo europeo com¨²n ¡ªfinanciado por los propios bancos, pero con acceso inicial a dinero del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) si fuera necesario¡ª, y Berl¨ªn quiere una red de fondos nacionales. En caso de cierre de un banco espa?ol, por ejemplo, la idea de Berl¨ªn es que sea el fondo espa?ol quien pague los platos rotos; solo al final, si ese fondo nacional se quedara sin blanca, se acudir¨ªa a la red europea. El peligro es que esa es una uni¨®n bancaria que corre el riesgo de ser insuficiente en situaciones de crisis sist¨¦micas.
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