¡°El BCE no dio ¨®rdenes ni negoci¨® nada con el Gobierno de Zapatero¡±
El exresponsable de la pol¨ªtica monetaria de la zona euro dice que Espa?a necesita m¨¢s reformas y que la crisis a¨²n no ha escrito su cap¨ªtulo final
Impresionan los aires versallescos del sal¨®n del Banco de Francia donde recibe Jean-Claude Trichet, repleto de alfombras y espejos, con esas l¨¢mparas que siempre parecen a punto de desplomarse sobre la cabeza. En medio de esa sensaci¨®n como de pel¨ªcula de ¨¦poca, el expresidente del BCE se hace esperar unos minutos, y este corresponsal se acuerda de una comedia de Lars von Trier, El jefe de todo esto, sobre una empresa con muy malas artes en la que quien da las ¨®rdenes permanece en el anonimato. Cuenta Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en El dilema que el 5 de agosto de 2011 descolg¨® el tel¨¦fono para mantener una de las conversaciones pol¨ªticas m¨¢s importantes de los ¨²ltimos a?os: Trichet le expuso la gravedad de la situaci¨®n, y Zapatero acept¨® un cruce de cartas, un ¡°acuerdo epistolar¡± lleno de sobrentendidos por el que Espa?a se compromet¨ªa a acometer una serie de medidas y el BCE a comprar deuda para conjurar el riesgo de colapso. La carta de Trichet no apareci¨® hasta que Zapatero decidi¨® publicarla hace unas semanas, pero esa misiva funciona como una especie de br¨²jula de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola de los ¨²ltimos 30 meses: Zapatero y despu¨¦s Rajoy fueron satisfaciendo, una por una, sus peticiones, aunque Trichet explica en esta entrevista que nunca dio ¨®rdenes directas al Gobierno ni negoci¨® nada. S¨ª admite que solo intervino cuando vio que Zapatero dio muestras ¡°de su capacidad para corregirse¡±.
Lejos de la c¨ªnica complacencia de quienes vocean que lo peor ya pas¨®, Trichet (Lyon, 1942) cree que a Espa?a le quedan reformas por hacer, y que la crisis europea no ha escrito a¨²n su cap¨ªtulo final.
Pregunta. Le toc¨® gobernar el BCE en tiempos revueltos: se atrevi¨® con las compras de bonos, pero tambi¨¦n subi¨® los tipos de inter¨¦s justo antes de la recesi¨®n. ?Fue el precio pol¨ªtico por las medidas excepcionales?
Respuesta. El BCE se moviliz¨® cuatro veces en circunstancias dif¨ªciles. Fue el primero en adoptar medidas extraordinarias cuando estall¨® la crisis. Despu¨¦s fue decisivo en las crisis de Grecia, Irlanda y Portugal, con compras de bonos. En agosto de 2011, con Espa?a e Italia en situaciones extraordinariamente complicadas, jug¨® un papel determinante al animar a esos pa¨ªses a ajustarse e intervino en el mercado de deuda. Y a mediados de 2012 activ¨® un segundo programa de compra de deuda a cambio de condiciones: el banco ha estado a la altura de su responsabilidad. Con un completo respeto por su mandato principal ¡ªla estabilidad de precios¡ª fue capaz de activar medidas no convencionales en la peor crisis en d¨¦cadas.
"Le hicimos saber al Gobierno c¨®mo recuperar la credibilidad"?
P. Ese activismo sigue con Draghi, pero Europa sufre una peligrosa fragmentaci¨®n financiera. ?Por qu¨¦ el BCE no compra activos a gran escala como otros bancos centrales?
R. Los bancos son responsables del 80% de la financiaci¨®n en Europa, mientras que en EE UU eso lo hacen los mercados. La Reserva Federal se ha embarcado en compras masivas de activos porque debe cuidar del principal canal de financiaci¨®n. En Europa, la soluci¨®n es suministrar liquidez ilimitada a los bancos: esa es la v¨ªa para activar pol¨ªticas de apoyo al cr¨¦dito, equivalentes a la flexibilizaci¨®n cuantitativa de EE UU.
P. ?Est¨¢ diciendo que no hay nada m¨¢s que hacer?
R. El BCE est¨¢ explorando otras posibilidades. Pero es una tarea multidimensional: los Gobiernos deben hacer reformas, y la eurozona tiene que mejorar la gobernanza fiscal y econ¨®mica y acordar la uni¨®n bancaria.
P. El Sur se queja: Zapatero ha sido el ¨²ltimo en reiterar que EE UU y Jap¨®n est¨¢n mejor gracias a sus bancos centrales.
R. Hay cr¨ªticas en ambos lados: algunos hablan de la falta de activismo, pero otros piensan lo contrario.
P. ?Ley¨® el libro de Zapatero?
R. A¨²n no; lo leer¨¦ con atenci¨®n, como le¨ª Los alquimistas, de Neil Irvin.
P. Hay un encendido debate en Espa?a acerca de la carta que le envi¨® en 2011. ?Lamenta que haya salido a la luz?
R. Siempre pens¨¦ que las cartas eran propiedad de sus destinatarios. Se enviaron a los primeros ministros de Espa?a e Italia cuando estaban perdiendo la confianza de los inversores, en una situaci¨®n dram¨¢tica en la que el BCE pensaba intervenir siempre que esos pa¨ªses dieran muestras de su capacidad para corregirse. Era nuestro deber que el Gobierno fuera consciente de que hab¨ªa perdido la credibilidad. Zapatero demostr¨® desde ah¨ª una actitud responsable y el BCE demostr¨® que confi¨¢bamos en Espa?a.
P. ?Fue un quid pro quo, intervenci¨®n a cambio de reformas?
"Las reformas no son suficientes pero el trabajo ha sido impresionante"
R. No hubo negociaci¨®n. Le hicimos saber al Gobierno, con total independencia, cu¨¢l era la manera de recuperar la credibilidad. El Gobierno tom¨®, con total independencia, las decisiones que crey¨® oportunas. Y el BCE, tras un examen minucioso, intervino. Pero debo decirle que ya desde 2005 yo mismo distribu¨ªa a los socios del euro, cada mes, la evoluci¨®n de los costes laborales unitarios y de los d¨¦ficits por cuenta corriente: advert¨ª constantemente de que aquello era insostenible. Mientras los mercados no quisieron darse cuenta, los Gobiernos tampoco prestaron atenci¨®n.
P. El libro de Zapatero es El dilema. Al dar ¨®rdenes a un Gobierno y un Parlamento¡ ?Tuvo usted alg¨²n dilema?
R. El BCE no dio ¨®rdenes. Ni negoci¨® nada. Hicimos saber al Gobierno lo que ve¨ªamos. Ya lo hicimos desde 2003, cuando varios Gobiernos incumplieron el Pacto de Estabilidad, y desde 2005, cuando numerosos pa¨ªses estaban perdiendo competitividad. No hubo dilema: hab¨ªa que informar al Gobierno del peligro.
P. ?Sali¨® bien? Zapatero dice que no asumi¨® sus dictados en lo laboral.
R. Espa?a se orient¨® en la direcci¨®n adecuada, pese a las dificultades.
P. ?Y Berlusconi?
R. No estoy dando buenas o malas notas.
P. Tras la carta, Zapatero y Rajoy aprobaron reformas laborales, de pensiones y bancarias, pero los resultados son pobres: el paro sigue en el 26%, cae el cr¨¦dito, la deuda p¨²blica sigue escalando. ?Es l¨ªcito hablar de Espa?a como una historia de ¨¦xito?
"Esta es una crisis global: a¨²n no ha terminado y el epicentro est¨¢ aqu¨ª"
R. Los d¨¦ficits por cuenta corriente, y el de Espa?a rozaba el 10%, tienen que financiarse. El problema surge cuando el resto del mundo dice: ¡°No queremos seguir financiando a ese pa¨ªs¡±. Entonces no hay otra opci¨®n que ajustarse; el debate se reduce a c¨®mo hacerlo. Lo mejor es ajustarse con apoyo de los socios, con un programa convincente, como Espa?a.
P. ?No ha ido el ajuste del Sur demasiado lejos? ?Hace el Norte lo suficiente?
R. El ajuste era necesario e inevitable, y son los pa¨ªses en dificultades quienes deben cargar con la mayor parte del esfuerzo. A la vez, hay pa¨ªses con margen de maniobra ¡ªno solo Alemania¡ª que en circunstancias normales deber¨ªan aumentar su demanda, estimular el crecimiento. Es lo que est¨¢ pasando, todav¨ªa con timidez.
P. ?Qu¨¦ le espera a Espa?a?
R. Las reformas no son suficientes, pero es impresionante el trabajo que han hecho los sucesivos gobiernos. Impresiona esa mejora de competitividad de costes que impulsa las exportaciones. Sin embargo, persisten problemas que deben corregirse, como en otros pa¨ªses, incluido el m¨ªo.
P. Pues el nuevo mantra es ¡°lo peor ha pasado¡±.
R. Esta es todav¨ªa una crisis global: no ha terminado. Y el epicentro a¨²n est¨¢ aqu¨ª. Pero Europa ha demostrado un nivel de resistencia notable: mucha gente en EE UU y Asia esperaba o tem¨ªa una ruptura de la eurozona, pero sus 15 miembros en el momento de la quiebra de Lehman siguieron siendo 15. Y ahora son 18.
"Hay un malestar que se traduce en hostilidad hacia las instituciones"
P. ?C¨®mo explica esa resistencia?
R. Se hicieron los ajustes imprescindibles. La gobernanza econ¨®mica, fiscal y financiera ha mejorado. El banco central hizo lo que deb¨ªa. Y todas las democracias respondieron cuando se les pregunt¨®, impl¨ªcita o expl¨ªcitamente, si deseaban permanecer o salir de la eurozona, si quer¨ªan ayudar a otros o no. Desde Grecia a Alemania. Para la credibilidad europea eso ha sido fundamental.
P. ?La uni¨®n bancaria es suficientemente ambiciosa?
R. A falta de los detalles, el acuerdo pol¨ªtico es importante. Aunque soy partidario de un respaldo fiscal cre¨ªble si de verdad queremos desligar los problemas de deuda soberana de los bancarios. Otro punto crucial: hay que diferenciar lo que pase con un banco que va a cerrarse y lo que pase con otro que haya que recapitalizar para seguir en activo. Ser¨ªa un error que el tratamiento de los acreedores fuera el mismo.
P. Se opuso a que pagaran los bonistas en Irlanda y a las quitas de bonos, pero la pregunta sigue siendo si se puede salir de esta sin reestructuraciones de deuda.
R. En su d¨ªa me opuse al ¡°acuerdo de Deauville¡± entre Alemania y Francia, muy peligroso porque los especuladores pod¨ªan pensar en ganar dinero atacando a cualquier pa¨ªs. Eso fue corregido cuando qued¨® claro que Grecia era un caso ¨²nico. No hay nada parecido sobre la mesa: estar¨ªamos dispar¨¢ndonos en el pie. Estamos en una situaci¨®n diferente, lo que hay que decidir es qu¨¦ hacer cuando un banco (no un pa¨ªs) tiene dificultades sin amenazas de riesgo sist¨¦mico.
"Poco y tarde pero nuestras democracias saben tomar decisiones dif¨ªciles"
P. ?Es el final de una era, la de los activos libres de riesgo?
R. Desde la II Guerra Mundial ha habido activos considerados como libres de riesgo en econom¨ªas avanzadas. Con la idea, lamentablemente ingenua, de que hab¨ªa econom¨ªas indiscutibles en t¨¦rminos de solvencia. A¨²n no sabemos c¨®mo vamos a poder manejar las finanzas nacionales y globales en este nuevo universo.
P. ?Le preocupan las elecciones europeas, con los extremismos al alza?
R. En todas las econom¨ªas avanzadas hay un malestar general, que se traduce en hostilidad hacia las instituciones: es el caso del Tea Party en EE UU, o de las reacciones nacionalistas en Francia, Reino Unido, Grecia, Finlandia o Alemania. Se trata de un fen¨®meno que va m¨¢s all¨¢ de Europa, y conf¨ªo en que lucharemos para cambiar eso.
P. La respuesta europea a la crisis es una de las causas de ese malestar.
R. No estoy de acuerdo. En la peor crisis en 80 a?os, los europeos han sabido resistir, reaccionar. Soy de los que piensan que siempre demasiado poco y demasiado tarde, pero a fin de cuentas nuestras democracias han sabido tomar decisiones dif¨ªciles y dolorosas. Eso es lo fundamental.
P. ?El liderazgo europeo, con Alemania m¨¢s fuerte que nunca, ha funcionado?
"Las multas son in¨²tiles para los pa¨ªses que ya han cometido errores"
R. En lo relativo a la gobernanza, tenemos un problema con los mecanismos basados en sanciones: las multas son in¨²tiles para un pa¨ªs que ya ha cometido errores y ha puesto en cuesti¨®n la estabilidad de la eurozona. En cuanto al liderazgo, el debate alem¨¢n es un privilegio para Europa: en Alemania no es el Gobierno sino el Parlamento quien toma las decisiones, tras un debate muy rico. En otros pa¨ªses, como Francia, lo ¨²nico que hace el Parlamento es apoyar la decisi¨®n del presidente: no hay debate p¨²blico. Alemania ha sido razonablemente cooperativa en esta crisis, pese a las dificultades: existe esa impresi¨®n de que Berl¨ªn dice no, no, no; pero cuando hay que tomar la decisi¨®n, acaba siendo sorprendentemente s¨ª.
P. En Bruselas siempre prevalece la visi¨®n alemana. ?No?
R. ?No fue Alemania quien ayud¨® a Grecia y a otros pa¨ªses? ?No acept¨® el mecanismo de estabilidad? Parad¨®jicamente, ni en Espa?a ¡ªcon una situaci¨®n fiscal dif¨ªcil ¡ª ni en Francia ¡ªque tampoco est¨¢ como Alemania¡ª ha habido nada parecido a un debate sobre si era posible y prudente ayudar a los griegos, y sobre las condiciones. En Alemania nadie ventil¨® eso en tres minutos. Y el proceso no cristaliz¨® en una negativa en Berl¨ªn, sino en una decisi¨®n razonablemente positiva. Dicho esto, hay que ir m¨¢s lejos. Necesitamos mejoras en la gobernanza europea y un mayor control democr¨¢tico. Esta crisis no puede repetirse.
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