Pobreza y desigualdad
En EE UU, la reducci¨®n de la movilidad social se est¨¢ convirtiendo en un problema muy serio
En un discurso en diciembre del a?o pasado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defini¨® la desigualdad econ¨®mica y la reducci¨®n de la movilidad social como uno de los retos m¨¢s importantes de nuestros d¨ªas. La desigualdad se ha convertido en uno de los puntos fundamentales del debate pol¨ªtico estadounidense, y fue uno de los argumentos que apoyaron la elecci¨®n del dem¨®crata Bill deBlasio como alcalde de Nueva York. La reducci¨®n de la movilidad social en EE UU se est¨¢ convirtiendo en un problema muy serio. En la actualidad, un ni?o nacido en una familia dentro del 20% superior de la distribuci¨®n del ingreso tiene una probabilidad de m¨¢s del 60% de permanecer en ese 20% de adulto. Sin embargo, un ni?o nacido en una familia dentro del 20% inferior de la distribuci¨®n del ingreso tiene una probabilidad de apenas el 5% de progresar hasta el 20% superior de la distribuci¨®n. La visi¨®n americana ha sido tradicionalmente que es m¨¢s importante aumentar la cantidad de riqueza total que dividir esa riqueza de manera m¨¢s sim¨¦trica, pero, a medida que la divisi¨®n se hace m¨¢s desigual, el debate se decanta hacia mejorar la distribuci¨®n sin reducir el crecimiento de la riqueza. El problema es que, si eso fracasa, el siguiente paso ir¨¢ encaminado a mejorar la distribuci¨®n, aunque se reduzca la riqueza total.
La teor¨ªa econ¨®mica sugiere que la evoluci¨®n de la desigualdad deber¨ªa trazar una U invertida: el progreso tecnol¨®gico beneficia inicialmente a los m¨¢s cualificados y ricos, aumentando la desigualdad, para luego estabilizarse y, poco a poco, beneficiar a las clases medias y bajas, a medida que el uso de las nuevas tecnolog¨ªas se democratiza. Esta U invertida se aprecia en las series hist¨®ricas: tras la revoluci¨®n industrial, la desigualdad aument¨® r¨¢pidamente, estabiliz¨¢ndose, para luego caer dr¨¢sticamente tras la II Guerra Mundial (debido, sobre todo, a la destrucci¨®n de una gran parte del capital de las clases m¨¢s acomodadas durante la guerra). Al cabo de un periodo de estabilidad, la U invertida comenz¨® a aparecer otra vez a principios de los a?os setenta, coincidiendo con el inicio del declive del sector manufacturero (ya que el sector servicios permite una mayor dispersi¨®n de salarios) y el inicio de la reducci¨®n gradual de la progresividad de los sistemas impositivos. A esto se sumaron dos factores: la globalizaci¨®n ¡ªque multiplic¨® por dos la fuerza de trabajo que compet¨ªa globalmente por los empleos menos cualificados¡ª y la revoluci¨®n tecnol¨®gica ¡ªque progresivamente elimin¨® empleos en sectores de baja cualificaci¨®n¡ª. Se aprecia una diferencia fundamental entre los ricos de la primera fase de desigualdad y los de la segunda: aquellos eran, sobre todo, capitalistas y empresarios; los de ahora son, sobre todo, trabajadores dependientes, pero de altos ingresos. El r¨¢pido aumento de los precios de los activos durante los a?os noventa, combinado con un aumento de la remuneraci¨®n ligada a los activos de los empleos m¨¢s cualificados, contribuyeron a esta tendencia.
La crisis ha servido para acentuar la desigualdad y ponerla en el primer plano. Tras una breve contracci¨®n debido a la ca¨ªda dr¨¢stica de los precios de los activos, la dispersi¨®n de la renta ha aumentado y ha alcanzado niveles r¨¦cord. Adem¨¢s de los indudables aspectos morales del debate, cabe preguntarse si es suficiente con acelerar la recuperaci¨®n econ¨®mica o es necesario tambi¨¦n adoptar pol¨ªticas espec¨ªficas que reduzcan la desigualdad. Usando datos de la Oficina de Presupuestos del Congreso, Paul Krugman ha argumentado recientemente que el aumento de la desigualdad ha sido m¨¢s importante que la tibieza de la recuperaci¨®n a la hora de explicar la ca¨ªda del ingreso de las clases medias desde 2007.
La crisis ha servido para acentuar la desigualdad y ponerla en el primer plano
Es un debate abierto. La constelaci¨®n de pol¨ªticas adoptadas para salir de la recesi¨®n, con ajuste fiscal y expansi¨®n monetaria, beneficia inicialmente a los propietarios de activos financieros, que suelen estar m¨¢s concentrados en las clases altas aunque, una vez que est¨¦ consolidada la recuperaci¨®n, el aumento de empleo y de salarios deber¨ªa compensarlo. La obsesi¨®n con la reducci¨®n del d¨¦ficit, incluyendo los recortes sociales, puede verse como disciplina fiscal necesaria o como falta de consideraci¨®n hacia los estratos m¨¢s pobres de la poblaci¨®n. El hecho de que el Congreso de EE UU tenga una sobrerrepresentaci¨®n de millonarios (representan una mayor¨ªa del Congreso, aunque solo sean un 3% de la poblaci¨®n) ha sido presentado como un factor adicional para explicar la falta de sensibilidad hacia la desigualdad. De manera similar, la supremac¨ªa de las opiniones alemanas ¡ªdonde el empleo est¨¢ en niveles r¨¦cord¡ª en el debate de pol¨ªtica econ¨®mica europeo explicar¨ªa en parte la falta de acciones contundentes de apoyo a los menos favorecidos. Las soluciones a trav¨¦s del aumento de la fiscalidad del capital, adem¨¢s del posible impacto sobre la inversi¨®n, presentan problemas de implementaci¨®n debido a la movilidad del capital.
Sea como fuere, la pobreza que se ha creado en esta crisis no se puede ignorar. La revista National Review public¨® recientemente un art¨ªculo titulado El gueto blanco. En ella se describe la situaci¨®n del condado m¨¢s pobre de EE UU, Owsley County, en Kentucky, representativo de la zona de los Apalaches. La poblaci¨®n es, en un 98,5%, blanca, as¨ª que no se pueden esgrimir los argumentos t¨ªpicamente usados para explicar la mayor incidencia de la pobreza entre la poblaci¨®n afroamericana (sobre todo, la inestabilidad de la instituci¨®n familiar y el alto grado de encarcelaci¨®n de los hombres). Tampoco el crimen es superior a la media de EE UU. La explicaci¨®n es sencilla: es la falta de empleo. El art¨ªculo detalla c¨®mo los ciudadanos de este lugar operan cuando les llega la ayuda mensual para comida. El dinero se ingresa en una tarjeta de d¨¦bito. En cuanto llega, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n usa la transferencia para comprar cajas de Pepsi, que luego se usan como moneda de cambio ¡ªpara obtener dinero en efectivo, muchas veces a un tipo de cambio de la mitad¡ª, o para comprar calmantes, aparentemente una de las aficiones del lugar. Es una econom¨ªa que funciona con un mercado negro en botellas de Pepsi. Es pobreza aguda en uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo. No nos olvidemos. La reducci¨®n de la pobreza y de la desigualdad no es una cuesti¨®n de elegir entre pol¨ªticas de oferta e incentivos ¡ªque se resolver¨ªan con reformas y reducciones de subsidios¡ª o pol¨ªticas de est¨ªmulo de demanda. Hacen falta las dos. Y en Europa tendemos a olvidarnos de la demanda. Que la t¨ªmida recuperaci¨®n no nos ciegue.
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