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Los pobres siguen fieles al kirchnerismo pese al aumento de la inflaci¨®n

La subida de precios lleva a que los sectores desfavorecidos consuman menos alimentos, pero Cristina Fern¨¢ndez mantiene apoyos entre este sector por sus pol¨ªticas sociales

Alejandro Rebossio
Un supermercado en Buenos Aires.
Un supermercado en Buenos Aires.DIEGO LEVY (BLOOMBERG)

La devaluaci¨®n de Argentina, que elev¨® la cotizaci¨®n del d¨®lar un 21% frente al peso en lo que va del a?o, ha impulsado la inflaci¨®n del 27,5% anual en diciembre pasado al 29,8% en enero y los pobres est¨¢n percibiendo el efecto. Sin la posibilidad de cubrirse de la depreciaci¨®n del peso mediante la inversi¨®n en d¨®lares, como hacen los ricos o la clase media, los argentinos de menos recursos econ¨®micos est¨¢n expuestos a la subida de precios de los alimentos en almacenes y supermercados. Sin embargo, muchos de ellos siguen fieles a la presidenta argentina, la peronista Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, por las ayudas sociales que han recibido en los ¨²ltimos a?os y por las que siguen percibiendo en la complicada coyuntura actual.

Mar¨ªa Teresa Nazer tiene 53 a?os, trabaj¨® toda su vida como asistenta en casas de familia y en plena depresi¨®n econ¨®mica de Argentina en 2002 abri¨® en el municipio de Lomas de Zamora, en el sur del Gran Buenos Aires, un comedor comunitario en el que 80 familias reciben comida diaria. All¨ª tambi¨¦n funciona una biblioteca, se dan clases de apoyo escolar y se distribuye ropa y remedios. El centro se llama Ale y Dar¨ªo, por un hermano y un sobrino de Teresa asesinados por delincuentes violentos que contin¨²an azotando la zona. Ella no est¨¢ identificada con ning¨²n partido pol¨ªtico, pero en 2004 pidi¨® ayuda a la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, hermana del entonces presidente argentino N¨¦stor Kirchner (2003-2007) y cu?ada de Fern¨¢ndez. Le llev¨® cartas de las familias que asist¨ªan al comedor y meses despu¨¦s apareci¨® una trabajadora social que comenz¨® a relevar las necesidades del barrio. Los vecinos entonces recibieron materiales para construir su casa, camas y colchones, otros muebles, neveras, cocinas y elementos para iniciar emprendimientos laborales, desde confecci¨®n de ropa hasta elaboraci¨®n de comida.

El Ministerio de Desarrollo Social tambi¨¦n le don¨® al comedor los juguetes para montar una ludoteca, que funciona todos los d¨ªas. ¡°Se portaron m¨¢s que bien. Ac¨¢ no hubo punteros (dirigentes pol¨ªticos barriales) que se quedaron con la mitad de la ayuda¡±, cuenta Teresa, que de todos modos lamenta que aquella trabajadora social fue reemplazada en 2013 por otro colega que no le ha dado m¨¢s atenci¨®n al comedor y que, en cambio, se interes¨® m¨¢s por cuestiones pol¨ªticas, seg¨²n ella. En ese contexto, a Teresa y sus vecinos se les hace dif¨ªcil criticar a Fern¨¢ndez, pero no dejan de reconocer el aumento de la inflaci¨®n desde enero.

¡°Todo te aumenta (de precio)¡±, cuenta Teresa, que hace poco d¨ªas fue al almac¨¦n a comprar un perfume, pregunt¨® por su valor y la empleada le cont¨® que costaba 18 pesos (2,27 d¨®lares) lo que antes de la devaluaci¨®n se llevaba por 9. ¡°Hay gente que culpa a la presidenta de los aumentos, pero ella no da la orden de que aumente todo. Son los comercios. En cuanto te aumentan el sueldo, te aumentan las cosas¡±, describe Teresa.

¡°Hay gente que culpa a la presidenta de los aumentos, pero ella no da la orden de que aumente todo. Son los comercios", dice Teresa

Desde 2007 la inflaci¨®n supera el 20% anual (la excepci¨®n fue en 2009, con 15% por la recesi¨®n que trajo la crisis mundial), pero los salarios sub¨ªan m¨¢s que los precios hasta 2012. En 2013 dejaron de hacerlo, con lo que los trabajadores perdieron poder de compra, seg¨²n reconoce el Centro de Investigaci¨®n y Formaci¨®n de la Rep¨²blica Argentina (CIFRA), que responde a una de las dos centrales sindicales kirchneristas.

¡°La gente se queja mucho, gasta menos¡±, admite Teresa, cuyo marido trabaja cortando c¨¦sped y ¨¢rboles y no ha percibido para nada una merma de clientes por la desaceleraci¨®n econ¨®mica que ha tra¨ªdo la devaluaci¨®n. ¡°Una trata de comprar verdura en vez de carne, pero te sube todo. Si antes compraba dos kilos de carne, ahora compro medio. Compro espinazo (corte vacuno barato) o alitas de pollo, el asado (costillar bovino) es un lujo. Se comen m¨¢s fideos, guiso, arroz¡±, lamenta esta mujer de 53 a?os, casada y con seis hijos, que a los cuatro migr¨® de la provincia norte?a de Tucum¨¢n a los suburbios de Buenos Aires.

¡°Demasiados aumentos¡±, lamenta Cintia Chocobar, que a sus 24 a?os es madre de cuatro hijas y cuyos padres vinieron de otra provincia norte?a, Jujuy, a Lomas de Zamora. Cintia viv¨ªa en una casa de chapas y cartones y dorm¨ªa en el suelo hasta que el Ministerio de Desarrollo Social le entreg¨® hace pocos a?os camas, colchones, s¨¢banas y una mesa. Su madre recibi¨® del ministerio un calentador para cocinar panchos (perritos calientes) y venderlos en la calle. Su marido es uno de los parados que consiguieron trabajo en un plan gubernamental por el cual se han formado desde 2009 cooperativas que se dedican a limpiar las calles. ¡°Antes muchos de ese plan cobraban y no trabajaban. Ahora los veo m¨¢s cortando pasto y recolectando basura, est¨¢n m¨¢s controlados¡±, observa Teresa. Los 300.000 cooperativistas reciben del Estado una remuneraci¨®n de 303 d¨®lares mensuales, menos que los 455 del salario m¨ªnimo en Argentina.

Por eso, el pasado martes, unas diez organizaciones sociales que participan del plan de cooperativas pero est¨¢n identificadas con partidos de la oposici¨®n de izquierda se manifestaron frente al ministerio que dirige Alicia Kirchner para reclamarle un incremento de la remuneraci¨®n. Tambi¨¦n pidieron que se elevara la asignaci¨®n universal por hijo, que reciben los parados y trabajadores de la econom¨ªa sumergida por hasta cinco hijos, unos 58 d¨®lares mensuales por cada uno. La asignaci¨®n, que se cre¨® en 2009, alcanza a 3,5 millones de ni?os (Argentina tiene 41 millones de habitantes), ha reducido la indigencia y no ha desalentado el trabajo, como dicen sus cr¨ªticos, porque es dif¨ªcil que una familia de dos padres y cinco peque?os se pueda sustentar con 290 d¨®lares. Por ejemplo, el marido de Cintia, pese a la asignaci¨®n y el plan de cooperativas, debe complementar sus ingresos cortando el c¨¦sped junto al esposo de Teresa.

Estudios de la Universidad de La Plata se?alan que la asignaci¨®n ha desalentando el inter¨¦s de los trabajadores por empleos formales de baja remuneraci¨®n, dado que si los aceptan pierden la asignaci¨®n universal por hijo.

Cintia nota la inflaci¨®n en el coste de los pa?ales o de los yogures, que antes compraba para sus hijas en el desayuno y que ahora ha reemplazado por panes que le donan en el comedor. Ella tambi¨¦n da una mano en la organizaci¨®n del centro.

Una joven de 22 a?os, separada y con una hija, tambi¨¦n ayuda a Teresa en este comedor que alguna vez recibi¨® donaciones de la filial de Endesa. La joven hizo la secundaria y trabaja en un centro de venta telef¨®nica sin que su empresa le pague las contribuciones a la Seguridad Social, pese a que es subcontratada de la multinacional de seguros Liberty. Cuenta que con los aumentos de precios de este 2014 el salario b¨¢sico que recibe (316 d¨®lares mensuales) solo le alcanza para vivir la mitad del mes. El resto depende de las comisiones que consiga por cada venta y que pueden ascender en total a entre 189 y 443 d¨®lares. La joven no se encuentra en situaci¨®n de pobreza ni env¨ªa a su hija a comer al centro Ale y Dar¨ªo, pero tampoco nada en la abundancia y ha recibido del Ministerio de Desarrollo Social una puerta y chapas para armarse su casa despu¨¦s de separarse. Ella ha ganado experiencia en su trabajo y vende cada vez m¨¢s, pero a muchos de sus compa?eros los han despedido porque no consegu¨ªan clientes. ¡°Todos somos reemplazables¡±, les advierte su jefe, que solo les hace un contrato despu¨¦s de nueve meses de trabajar en negro.

¡°Todos los d¨ªas suben los precios. Aumentan lo que compra la gente humilde", afirma Lorena Ansaldo

Hasta el a?o pasado, la joven no se cuidaba en los gastos y compraba alimentos en almacenes del barrio, adonde no llega el plan gubernamental de Precios Cuidados que ha congelado desde enero el valor de 100 productos b¨¢sicos en supermercados. Ahora hace la compra en un mercado de descuento D¨ªa que est¨¢ al lado de su oficina, en el centro de Buenos Aires, y carga con cuatro bolsas desde all¨ª en el autob¨²s hasta su casa. En D¨ªa encuentra el paquete de galletas a 0,50 d¨®lares, y no a 0,88, como en el almac¨¦n. Adem¨¢s ha cambiado los refrescos por los zumos en polvo. El billete de autob¨²s ha subido el 66% en enero, aunque pensionistas, asistentas y beneficiarios de la asignaci¨®n universal por hijo pagan una tarifa menor que el resto.

Lorena Ansaldo, madre soltera de cuatro hijos, los lleva al comedor Ale y Dar¨ªo para que los cuiden mientras ella trabaja. ¡°Todos los d¨ªas suben los precios y el billete de 100 pesos (12,65 d¨®lares) alcanza para menos. Aumentan lo que compra la gente humilde: el az¨²car, la yerba mate, la harina, el t¨¦. Antes les daba de comer a mis hijos y yo tomaba mate, pero ahora no me alcanza para tomar mate. Ya no compro cajas de hamburguesas, compro la carne picada y las armo yo¡±, cuenta Lorena, que recibe la asignaci¨®n universal por hijo y adem¨¢s limpia todos los d¨ªas una panader¨ªa de 14 a 18 o de 19.30 a medianoche. Por cada turno le dan 6,32 d¨®lares y si hace los dos, 10,12. Adem¨¢s le dan panes y bollos para sus hijos. Por eso ella no se queja de esa relaci¨®n laboral informal con baja remuneraci¨®n y sin d¨ªas de descanso.

¡°A m¨ª me cambi¨® la vida la presidenta¡±, destaca Lorena, que reconoce que algunos de sus vecinos y familiares votaron por el peronista opositor Sergio Massa en las elecciones legislativas de octubre pasado. Cuenta que gracias a la asignaci¨®n ya no debe mendigar ropa o calzado sino que lo puede comprar por s¨ª sola y adem¨¢s ha ahorrado para construir la ¨²nica habitaci¨®n de su casa y montar all¨ª una cocina. Su hijo mayor, de 20 a?os, trabaja en negro en una f¨¢brica metal¨²rgica y ahora se apuntar¨¢ al nuevo plan Progresar, que consiste en una subvenci¨®n de 75 d¨®lares mensuales para j¨®venes de 18 a 24 a?os que no estudian ni trabajan en la formalidad y que, a cambio de la paga, deber¨¢n retomar la formaci¨®n. Ya hay 257.000 j¨®venes que se han apuntado. Unos 14 de ellos comenzar¨¢n este marzo estudios para finalizar la secundaria en el centro Ale y Dar¨ªo. ¡°Son pibes que ven¨ªan al comedor cuando eran chicos. Ahora andan en la calle, las madres no se dan cuenta. Algunos no andan bien, ahora quieren ponerse las pilas¡±, se ilusiona Teresa.

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