Italia: una reforma al mes
Un impulso reformista es bienvenido aunque sea un trabajo de largo plazo
Una de las cr¨ªticas que ha recibido al llegar al cargo el nuevo primer ministro italiano, Matteo Renzi, es lo poco cre¨ªble que resulta su intenci¨®n de aprobar una reforma al mes, lo que le colocar¨ªa como un desconocedor de las complejidades de la pol¨ªtica real. Y, sin embargo, la urgencia de plantear reformas, y sobre todo implementarlas, es patente y est¨¢ bien identificada, dado el declive relativo de Italia en los ¨²ltimos 25 a?os frente al resto de la eurozona y la par¨¢lisis reformista reciente tras los t¨ªmidos intentos del Gobierno Monti (y en contraste con otros pa¨ªses de la periferia).
Desde 1990 hasta hoy, el PIB real per c¨¢pita (una buena aproximaci¨®n del bienestar a largo plazo) ha subido solo un 10% en Italia, cuando los de Alemania y Francia (que tampoco son modelos de un milagro econ¨®mico) lo han hecho en un 29% y 23%, respectivamente, frente al 33% de Espa?a. La lista de prioridades es conocida desde hace tiempo y va bastante en l¨ªnea con el documento de desequilibrios estructurales presentado esta semana por la Comisi¨®n Europea, donde precisamente la noticia a nivel europeo ha sido la inclusi¨®n de Italia en la lista de pa¨ªses con desequilibrios excesivos. La Comisi¨®n destaca la deuda p¨²blica elevada, lo que no da margen para ninguna expansi¨®n fiscal pese a un d¨¦ficit p¨²blico reducido y un aumento reducido de la productividad, que explica el crecimiento baja y la falta de competitividad exterior.
El primer paso es propiciar gobiernos estables a trav¨¦s de una reforma pol¨ªtica
El calendario del Gobierno es sencillo: reforma pol¨ªtica en febrero, del mercado de trabajo en marzo, administraci¨®n p¨²blica y burocracia en abril, sistema impositivo en mayo, reforma judicial en junio. No se incluye el deterioro del sistema educativo, sobre el que la Comisi¨®n insiste mucho; pero Renzi lo ha mencionado a menudo entre sus prioridades, y ya encontrar¨¢ un mes para afrontarlo. Existe un consenso generalizado en Italia de que el primer paso es propiciar gobiernos estables en el futuro a trav¨¦s de una reforma pol¨ªtica que restaure un sistema electoral mayoritario, tal y como se est¨¢ debatiendo estos d¨ªas; sin embargo, hasta que no se reduzca el ¡°bicameralismo perfecto¡± reduciendo el poder del Senado (que podr¨ªa llevar un a?o al menos) no estar¨¢ garantizada esa estabilidad.
Del resto de la agenda, aunque los problemas a tratar son muchos, destacan las reformas laboral y fiscal. En el mercado de trabajo el problema central es la dualidad, y probablemente ser¨¢ afrontada con la implantaci¨®n de un sistema de protecci¨®n del desempleo moderno y m¨¢s equitativo (el actual no protege a todos) y con algo muy parecido al contrato ¨²nico, con indemnizaciones de despido crecientes en funci¨®n de la historia laboral. La reforma fiscal deber¨¢ enfrentarse al enorme fraude fiscal y racionalizar los impuestos, reduciendo aquellos que gravan el trabajo y la inversi¨®n y aumentando otros. Un primer paso ya se est¨¢ dando con las reducci¨®n las cargas sociales sobre el trabajo, aunque la magnitud de la medida es peque?a (un 0,7% del PIB).
La tarea del nuevo gobierno es dif¨ªcil, dada la extensi¨®n y complejidad de las muchas tareas que hay que acometer para reavivar el crecimiento, en un contexto adem¨¢s de fragilidad pol¨ªtica similar al del anterior Gobierno. Es un trabajo de largo plazo, pero en cualquier caso un impulso reformista centrado en la implementaci¨®n es bienvenido.
Miguel Jim¨¦nez Gonz¨¢lez-Anleo es economista jefe para Europa de BBVA Research.
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