Draghi dise?a una estrategia en dos pasos
El BCE baraja acordar m¨¢s rebajas de tipos y activar despu¨¦s compras de activos a la americana tras el test a la banca si la inflaci¨®n empeora y la recuperaci¨®n se tuerce
El aura pseudorreligiosa de los banqueros centrales brota de su capacidad para fabricar dinero de la nada. Aunque a veces para hacer magia basta con palabras: el BCE tiene debilidad por el arte de la intervenci¨®n verbal desde que su jefe, Mario Draghi, descubri¨® que arqueando una ceja ¡ªaquel ¡°har¨¦ todo lo necesario¡± de verano de 2012¡ª los especuladores hu¨ªan como conejos. Ah¨ª empez¨® a diluirse el riesgo de ruptura del euro y el continente inici¨® una lenta vuelta a la normalidad. Muy, pero que muy relativa: 26 millones de personas est¨¢n en paro, la banca no termina de disipar las dudas y la recuperaci¨®n es extremadamente fr¨¢gil pese a la mejor¨ªa en los mercados. Los problemas van por barrios. El paro del Sur es tres veces mayor que en el Norte; los intereses que pagan las empresas perif¨¦ricas por los cr¨¦ditos son dos puntos m¨¢s altos que los de las alemanas, y los riesgos de deflaci¨®n est¨¢n ah¨ª: el FMI los cifra en un 25%. Ante ese ramillete de desaf¨ªos, el BCE lleva medio a?o sesteando. Y las fuentes consultadas dicen que la siesta seguir¨¢ en mayo. A partir de ah¨ª las cosas pueden cambiar, con un plan de acci¨®n en dos fases a la vista de que los disparos verbales de Draghi son cada vez menos efectivos.
El banco central se ver¨¢ obligado a adquirir deuda p¨²blica
Con su credibilidad en juego, el BCE se re¨²ne el jueves, esta vez en Bruselas. Las decisiones relevantes se aplazar¨¢n probablemente un mes; quiz¨¢s se anticipen para esta semana alguna medida cosm¨¦tica de liquidez. Y sobre todo habr¨¢ las ya habituales excusas de todo tipo para justificar el incumplimiento de mandato: la inflaci¨®n est¨¢ en el 0,7% y no volver¨¢ al objetivo del 2% en m¨¢s de dos a?os. La clave llegar¨¢ en junio, con el BCE obligado a revisar sus pron¨®sticos a la vista de que los precios llevan desde noviembre dando sorpresas. Si la inflaci¨®n no repunta y el euro sigue fuerte (a 1,38 d¨®lares, cifra que dificulta el despegue europeo), el Eurobanco activar¨¢ la primera fase del plan. Se trata de una ligera rebaja de los tipos de inter¨¦s hasta el 0,15%, acompa?ada de una medida extraordinaria: situar la tasa de dep¨®sito en territorio negativo, de manera que los bancos tengan que pagar por dejar el dinero en el BCE, seg¨²n fuentes de Fr¨¢ncfort. Los efectos de esa opci¨®n son dudosos, pero ser¨ªa una se?al inequ¨ªvoca de que Draghi est¨¢ listo, esta vez s¨ª, para hacer todo lo necesario. Ese fogonazo podr¨ªa tener impacto sobre los precios y sobre el euro, tal y como sucedi¨® en Suecia y Dinamarca, que aplicaron ese tipo de respuestas con resultados positivos, aunque limitados. Pero es ante todo un mensaje a los mercados, a las expectativas, una suerte de juego psicol¨®gico con vistas a dejar claro que el BCE est¨¢ alerta.
Los expertos coinciden en que las palabras ya no son suficientes
Si despu¨¦s de eso no se plancha el tipo de cambio ni repuntan los precios, se estudiar¨ªa el segundo paso: un programa de compra de activos a la americana, la opci¨®n nuclear que ya han activado EE UU, Reino Unido y Jap¨®n, m¨¢s heterodoxos en su pol¨ªtica monetaria y en parte por ello en mejor situaci¨®n econ¨®mica. Eso solo llegar¨¢ ¡ªsi llega: es una decisi¨®n pol¨ªticamente delicada¡ª a partir de oto?o, tras el esperado examen a la banca. En el fondo, el BCE espera que la recuperaci¨®n se asiente y haga innecesaria esa aventura en aguas desconocidas. ¡°Al Bundesbank no le convence esa herramienta, ni sabemos exactamente c¨®mo aplicarla, ni siquiera est¨¢ claro que sea necesaria si las cosas no empeoran¡±, explica un consejero de un banco central nacional. ¡°Solo si el rumbo se tuerce m¨¢s veremos la flexibilizaci¨®n cuantitativa (el quantitative easing) en Europa. Pero esa no es una decisi¨®n f¨¢cil: genera distorsiones y supone entrar en otra dimensi¨®n¡±, apuntan en Fr¨¢ncfort.
El BCE apenas ha dado pistas. Sus consejeros parecen jugar al rat¨®n y al gato; un d¨ªa amagan con activar el programa, otro desmienten las prisas. Draghi s¨ª aclar¨® hace poco que las diversas medidas que prepara tienen objetivos distintos: dijo que la tasa negativa de dep¨®sito se usar¨¢ para suavizar el tipo de cambio; sugiri¨® que si hay restricciones de liquidez podr¨ªa haber nuevas barras libres, y argument¨® que si las expectativas de inflaci¨®n empeoran ¡°ese ser¨ªa el contexto para una compra de activos con base m¨¢s amplia¡±. El BCE ha ido dando indicaciones al respecto: tiene apetito por los t¨ªtulos privados ¡ªpese a que en Europa no hay mucho mercado¡ª y muy probablemente se ver¨¢ obligado a adquirir deuda p¨²blica, pese a las muecas de disgusto en Berl¨ªn. Se especula con importes de un bill¨®n de euros (el 86% de la base monetaria; el 10,2% del PIB del euro). Usar ese ca?¨®n podr¨ªa subir hasta medio punto la inflaci¨®n, seg¨²n Citigroup, y alejar la zona de peligro.
Los expertos coinciden, con matices, en que ese es el trazado adecuado aun para el banco central m¨¢s conservador. ¡°Cada vez est¨¢ m¨¢s claro que las palabras, y solo las palabras, no son suficientes¡±, apunta Charles Goodhart, ex del Banco de Inglaterra. Ken Rogoff, de Harvard, dice que Draghi ¡°tiene la tentaci¨®n de seguir esperando porque el crecimiento asoma y quiere ver nuevos pron¨®sticos de inflaci¨®n. Est¨¢ en un momento cr¨ªtico: se juega su prestigio en los tests a la banca y concentra ah¨ª su energ¨ªa; hasta que salgan los resultados solo veremos maniobras de distracci¨®n¡±. La mejor¨ªa en los mercados avala por ahora esa tesis, aunque la nueva era econ¨®mica que los l¨ªderes europeos pintan con radiantes colores pende de un hilo: la tensi¨®n en Ucrania o cualquier otro shock negativo supondr¨ªa un rev¨¦s dif¨ªcil de encajar para el BCE, que no ha hecho nada durante meses pese a la incesante presi¨®n de varios Gobiernos, la Comisi¨®n Europea y el FMI. ¡°La eurozona recupera el pulso y los mercados se han despreocupado del riesgo soberano [como se ha visto con Grecia]. Los mercados quieren creer, quieren tener fe en Europa. Pero eso puede ser malo en econom¨ªa¡±, avisa Wim Buiter, de Citi.
Entre los analistas no abundan los elogios al BCE una vez superada la fase aguda de la crisis. ¡°La comunicaci¨®n de Draghi es confusa; o a¨²n peor, el banco est¨¢ confundido¡±, critica Francesco Papadia, exdirector general del BCE. ¡°Draghi debe hacer algo m¨¢s que mover los labios¡±, a?ade Guntram Wolf, de Bruegel. Charles Wyplosz, del Graduate Institute, y Jakob Kirkegaard, del Peterson, coinciden en que el BCE est¨¢ atrapado en un dilema: ¡°Las cosas van bien en Alemania y eso le obliga a cargarse de razones para actuar para evitar las cr¨ªticas de Berl¨ªn; pero eso no tardar¨¢ en cambiar¡±. El m¨¢s duro es Paul de Grauwe, el economista que mejor predijo la crisis y que m¨¢s brillantemente la est¨¢ contando: ¡°Es in¨²til tratar de comprender las intenciones del BCE. Lo que vemos ahora es una total par¨¢lisis, fruto de las fuertes divisiones en el consejo, espejo de esa fractura Norte-Sur. Esa inacci¨®n es preocupante y contrasta con las in¨²tiles gesticulaciones de Fr¨¢ncfort¡±, cierra.
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