Deflaci¨®n, desinflaci¨®n e inflaci¨®n negativa
Existe hoy en Espa?a preocupaci¨®n, aunque injustificada, de una potencial deflaci¨®n, apoyada solo en la ca¨ªda interanual del IPC armonizado (IPCA) del -0,1% en marzo de 2014, que acaba de rebotar al +0,4% en abril. Ca¨ªdas leves y temporales de algunos precios de bienes y servicios pueden representar un proceso temporal de inflaci¨®n negativa, pero nunca de deflaci¨®n.
La desinflaci¨®n es una desaceleraci¨®n paulatina y persistente de la tasa de crecimiento del ¨ªndice de precios al consumo armonizado (IPCA). Esta desaceleraci¨®n acontece cuando van cayendo a largo plazo los precios de los productos y servicios derivados del progreso tecnol¨®gico, como es el caso de los ordenadores, de Internet o de productos y servicios derivados de nuevos descubrimientos bioqu¨ªmicos m¨¦dicos y farmac¨¦uticos m¨¢s eficaces y baratos.
La inflaci¨®n negativa suele ser un decrecimiento temporal del IPCA, debido a una ca¨ªda de los precios m¨¢s vol¨¢tiles de su cesta de bienes y servicios, como los combustibles, los bienes de consumo perecederos, u otros, comparados con sus precios un a?o antes, como podr¨ªa estar ocurriendo hoy en Espa?a.
La deflaci¨®n, por el contrario, es una ca¨ªda generalizada del nivel total de bienes y servicios incluidos en el IPCA, produci¨¦ndose inflaciones negativas a?o tras a?o. Est¨¢ provocada por una ca¨ªda dr¨¢stica y prolongada de la demanda interna agregada de bienes y servicios, apoyada, en muchos casos, por una pol¨ªtica monetaria equivocada contraria a la necesaria para evitar una deflaci¨®n.
Como explica Paul Krugman en la entrada de su blog Can deflation be prevented?, el banco central puede siempre evitarla aumentando suficientemente la base monetaria, especialmente en pa¨ªses de tipo de cambio flexible como Estados Unidos o el ¨¢rea euro. Alude a su profesor Rudy Dornbusch que estimaba que dos variables ¡°nominales¡± como son una base monetaria expansiva y unos salarios r¨ªgidos, pueden tener importantes efectos ¡°reales¡± en la econom¨ªa.
Lamentablemente, en Estados Unidos la Reserva Federal aument¨® sus tipos de inter¨¦s en 1928 y 1929 para reducir el excesivo auge de la Bolsa y, en Jap¨®n, el banco central subi¨® sus tipos de inter¨¦s en 1989 para pinchar su burbuja inmobiliaria. Ambas medidas monetarias intentaban reducir los precios de los activos y no los de los bienes de consumo, pero fueron igualmente deflacionistas.
La deflaci¨®n es muy peligrosa al generar un cambio radical en las expectativas en la poblaci¨®n haciendo que los consumidores, antes de consumir, prefieran esperar a que los precios caigan todav¨ªa m¨¢s, produciendo una mayor recesi¨®n, mientras que los productores de dichos bienes y servicios dejan consecutivamente de invertir por falta de demanda. Al caer tambi¨¦n la inversi¨®n, la recesi¨®n se autoalimenta haciendo que la actividad econ¨®mica caiga crecientemente tras volver a reducirse la demanda de consumo y de inversi¨®n.
La Gran Depresi¨®n permiti¨® a Irving Fisher, en 1933, desarrollar su teor¨ªa de la ¡°deuda-deflaci¨®n¡±. La deflaci¨®n hace que la deuda real sea cada vez m¨¢s cara y m¨¢s elevada, llegando a ser imposible pagarla y dificultando as¨ª la salida de la recesi¨®n incluso aunque el banco central reduzca los tipos de inter¨¦s a cero.
En los ¨²ltimos diez a?os, la inflaci¨®n mundial media ha ca¨ªdo del 30% al 4% a pesar de que algunos pocos pa¨ªses superaron el 60%
Asimismo, permiti¨® a John Maynard Keynes, en 1936, desarrollar su teor¨ªa de la ¡°trampa de la liquidez¡± mostrando que, cuando el tipo de inter¨¦s cae a cero, la preferencia por la liquidez es absoluta, al optar los inversores por mantenerse l¨ªquidos antes que comprar deuda con rentabilidades cercanas a cero.
Los precios de los bienes y servicios pueden mantenerse negativos durante cierto tiempo, pero los tipos de inter¨¦s no pueden ser negativos, ya que, de serlo, los bancos tendr¨ªan que cobrar al que tiene un dep¨®sito y pagar al que pide un pr¨¦stamo.
Estas situaciones, de ser duraderas, pueden llegar a provocar que familias y empresas no puedan pagar sus deudas y quiebren, y que los bancos puedan tambi¨¦n quebrar ante un exceso de morosidad y falencia, haciendo que desaparezca el cr¨¦dito.
La ¨²nica salida posible de una deflaci¨®n es que el Estado gaste masivamente en bienes y servicios, endeud¨¢ndose en los mercados financieros, para generar m¨¢s gasto, crear empleo, aumentar salarios y generar as¨ª capacidad de compra, mientras que el banco central imprima dinero masivamente para intentar crear inflaci¨®n y forzar a los ciudadanos a que compren.
Para comprender las enormes diferencias entre las deflaciones pasadas de Estados Unidos y de Jap¨®n y la inflaci¨®n temporalmente negativa de Espa?a, basta con comparar las cifras de crecimiento negativo, o recesi¨®n, y de inflaci¨®n negativa, o deflaci¨®n, en Estados Unidos durante su Gran Depresi¨®n y en Jap¨®n durante su Gran Deflaci¨®n con las de Espa?a, durante su reciente Gran Recesi¨®n.
La Gran Depresi¨®n hizo que el PIB de Estados Unidos cayese un 33% acumulado en los diez a?os entre 1929 y 1938 (al sufrir otra reca¨ªda inesperada en 1937). Asimismo, la inflaci¨®n cay¨® un 30,06% entre 1927 y 1933.
La Gran Deflaci¨®n hizo que el PIB de Jap¨®n cayese el -0,3% en 2002; -0,7% en 2008 y -5,2% en 2009, hasta un total de -6,2%. Asimismo, su inflaci¨®n cay¨® el -13,1%, entre 1995 y 2012.
En Espa?a, el PIB cay¨®, seg¨²n el Consejo de Econom¨ªa Nacional, un 6,7% durante la Guerra Civil (1936-1939) aunque algunos historiadores econ¨®micos rebajan dicha ca¨ªda hasta el -6%. Durante la Gran Recesi¨®n (2008-2013) el PIB ha ca¨ªdo -6,8%, una d¨¦cima m¨¢s que en la Guerra Civil. Es decir, la Gran Recesi¨®n ha supuesto la mayor ca¨ªda del PIB desde 1850, en que comenz¨® la serie.
Seg¨²n el INE, la tasa de inflaci¨®n al consumo interanual armonizada (IPCA) cay¨® el -1,1% en 2009; un -0,1% en octubre de 2013 y un -0,1% en marzo 2014, tras haber sido positiva todos los a?os desde 1952, a?o en que cay¨® un -1,5%.
La inflaci¨®n negativa, es decir, unos meses de IPCA negativo, puede ser debida tanto a una recesi¨®n como a un efecto estad¨ªstico, como ocurri¨® en 2009 ya que, en los mismos meses de 2008, la inflaci¨®n hab¨ªa sido elevada debido al aumento de los precios de la energ¨ªa y los alimentos, empujados por la creciente demanda de los emergentes.
Ahora bien, una inflaci¨®n baja o ligeramente negativa y prolongada en Espa?a tendr¨ªa efectos positivos para conseguir la devaluaci¨®n interna necesaria a falta de poder devaluar un tipo de cambio que no controla y conseguir un super¨¢vit corriente estable, pero sus efectos ser¨ªan negativos sobre el nivel de deuda p¨²blica que aumentar¨ªa notablemente ya que una inflaci¨®n baja o ligeramente negativa aumentar¨ªa los tipos reales de inter¨¦s y, por ende, el nivel de deuda.
Se estima que un punto porcentual menos de inflaci¨®n, al cabo de 10 a?os, supondr¨ªa un incremento de la deuda p¨²blica de unos 15 puntos porcentuales en el caso de Espa?a. Ahora bien, si la devaluaci¨®n interna es muy fuerte al principio y est¨¢ apoyada por reformas estructurales de calado, la deuda p¨²blica solo aumentar¨ªa unos cinco puntos porcentuales.
Por ¨²ltimo, la globalizaci¨®n est¨¢ aumentando la competencia mundial, produciendo un proceso gradual de desinflaci¨®n a largo plazo que es muy positivo, al permitir que mejore la capacidad de compra de las personas y familias con menores recursos.
Durante las d¨¦cadas de los a?os 1970, 1980 y parte de la de 1990 han existido procesos de hiperinflaci¨®n en bastantes pa¨ªses en desarrollo. Ahora esta situaci¨®n es casi ins¨®lita salvo algunos casos extremos de mala gesti¨®n econ¨®mica y excesiva creaci¨®n monetaria. En los ¨²ltimos diez a?os, la inflaci¨®n mundial media ha ca¨ªdo del 30% al 4% a pesar de que algunos pocos pa¨ªses superaron el 60%.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research CEPR
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