Una nueva etapa para Europa

Tras un largo periodo de crisis econ¨®mica, este a?o puede suponer un punto de inflexi¨®n hacia entornos m¨¢s favorables. Los indicios de recuperaci¨®n que est¨¢n teniendo lugar coinciden con un proceso de renovaci¨®n en la Uni¨®n Europea (UE) tras las elecciones del pasado fin de semana, en las que m¨¢s de 400 millones de ciudadanos han elegido a sus representantes para la pr¨®xima legislatura del Parlamento Europeo, cuya composici¨®n, por primera vez, determinar¨¢ qui¨¦n dirige la pr¨®xima Comisi¨®n.

No obstante, las elecciones han supuesto tambi¨¦n un mensaje de preocupaci¨®n ante la evidencia de que una buena parte de la sociedad del continente ve con distancia y desconfianza el curso del proyecto europeo. Combatir esta creciente desafecci¨®n requerir¨¢ distintas respuestas. Pero, entre ellas, sin ninguna duda, es esencial que las principales instituciones de la UE impulsen una estrategia que permita reorientar la econom¨ªa europea hacia la senda del crecimiento sostenible y que, a su vez, asegure la creaci¨®n de empleo y prosperidad en la zona. Ello requiere tener una idea clara del papel que Europa puede desempe?ar en el contexto global.

El nuevo terreno de juego de la econom¨ªa global ha supuesto un cambio de roles en los que hasta ahora ven¨ªan siendo sus actores principales. Las altas tasas de crecimiento de las econom¨ªas occidentales se han desplazado hacia los com¨²nmente llamados ¡°pa¨ªses emergentes¡±, denominaci¨®n que queda obsoleta al haberse consolidado ampliamente dicha condici¨®n. Los ejes tradicionales de crecimiento y prosperidad en la UE han quedado seriamente afectados por la crisis, siendo necesario revisar ahora m¨¢s que nunca los esquemas tradicionales para adaptarse a la nueva realidad y al nuevo papel de Europa en el mundo.

La UE ha logrado importantes hitos en materia de sostenibilidad, seguridad y medio ambiente. Sigue siendo una raz¨®n de orgullo el haber conseguido unos est¨¢ndares que, de ser aplicados a nivel global, contribuir¨ªan en gran medida a evitar las consecuencias del cambio clim¨¢tico y a una eficiente transici¨®n hacia una econom¨ªa baja en carbono. Sin embargo, el desplazamiento del poder econ¨®mico hacia otras latitudes ha reducido significativamente la capacidad de influencia de la UE en su encomiable labor de abanderado de un crecimiento sostenible.

Los factores que han motivado esta disminuci¨®n del poder de influencia de la UE son de muy diversa ¨ªndole, pero la p¨¦rdida de competitividad en el sector industrial resulta ser uno de los m¨¢s determinantes. Sin embargo, la situaci¨®n actual ha mostrado claramente que no puede haber prosperidad en Europa sin una industria competitiva. Por ello, gran parte de la industria europea ha realizado varias reflexiones sobre c¨®mo relanzar dicha competitividad, entre las cuales resaltar¨ªa la llevada a cabo por la European Round Table of Industrialists (ERT), asociaci¨®n que re¨²ne a las 50 principales empresas industriales europeas y de la que actualmente soy miembro. La ERT se reuni¨® el pasado lunes en Helsinki para impulsar tal reflexi¨®n, de la que han resultado una serie de recomendaciones que, desde mi punto de vista, suponen un marco eficaz para valorar los necesarios cambios estructurales en la gobernanza de la UE de cara a recuperar la v¨ªa de la competitividad, el crecimiento y la creaci¨®n de empleo.

Un impulso coordinado, claro y coherente sobre la energ¨ªa debe marcar la direcci¨®n estrat¨¦gica

Una vez enderezado el componente financiero de la crisis, Europa debe poner de nuevo el foco en el renacimiento de su industria. Para ello debe recuperar activos singulares que han contribuido a su desarrollo, como el Mercado ?nico. Las circunstancias econ¨®micas que han sufrido los Estados miembros durante los ¨²ltimos a?os no han contribuido a profundizar en la culminaci¨®n de uno de los pilares b¨¢sicos de la integraci¨®n europea. Sin embargo, en el actual estadio, las empresas necesitan m¨¢s que nunca un funcionamiento eficaz de dicho Mercado cuya formulaci¨®n m¨¢s b¨¢sica consiste en un correcto alineamiento y consistencia entre las regulaciones y normas de operaci¨®n nacionales y europeas. Y no debe perderse de vista que el buen funcionamiento del Mercado Interior tiene a los consumidores, a los ciudadanos europeos, como principales beneficiarios; es crucial que la sociedad europea vea a la industria innovadora y preocupada por la sostenibilidad como un activo imprescindible para proporcionar bienestar y prosperidad.

En lo que se refiere a nuestro pa¨ªs, estoy plenamente convencido de que, tras los considerables sacrificios que Espa?a ha venido realizando para incrementar su competitividad, sumados a la actual pujanza del sector exterior, la consecuci¨®n del Mercado ?nico supondr¨¢ una importante v¨ªa de crecimiento y creaci¨®n de empleo.

Es indudable que hay que aprovechar la ventana de oportunidad que se nos ofrece. Los desaf¨ªos que se presentan exigen una acci¨®n de ¨ªndole pol¨ªtica enfocada hacia ese objetivo de Mercado ?nico cuyo potencial tama?o y estructura permitir¨ªan a las empresas europeas avanzar hacia una mayor competitividad global, favoreciendo de ese modo su capacidad de innovar y generar empleo de calidad. En particular, la ERT propone:

1. Revisar el sistema de gobernanza europea con el objeto de llevar a cabo una reorganizaci¨®n estructural de las instituciones de la Uni¨®n Europea, especialmente de la Comisi¨®n.

2. Incrementar la presencia y colaboraci¨®n de la industria en las etapas embrionarias de la legislaci¨®n, ya que la aportaci¨®n de las experiencias de los diferentes sectores ahorrar¨ªa tiempo y recursos de la Comisi¨®n, a la vez que permitir¨ªa una toma de decisiones informada.

3. Reconsiderar el entorno regulatorio que afecta a la actividad de las empresas para que se ajuste en funci¨®n de su nivel de competitividad. Para ello, se propone la creaci¨®n de un ¡°banco de pruebas regulatorio global¡± que permita situar a las empresas europeas dentro de una escala mundial comparando su entorno regulatorio con el de sus competidores.

4. Dar prioridad a la culminaci¨®n del Mercado ?nico para consolidar la mayor econom¨ªa mundial y el principal activo de la UE, especialmente el caso de la energ¨ªa, donde la carencia de interconexiones crea islas energ¨¦ticas en el espacio europeo e impide optimizar los recursos en detrimento de las industrias y los consumidores.

5. Alinear las pol¨ªticas de clima y energ¨ªa con la competitividad. Los precios de la energ¨ªa son un factor no desde?able en la disminuci¨®n de la competitividad de las empresas europeas, ya que afectan a toda la cadena de valor y ponen en duda el crecimiento sostenible y los objetivos de reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero. El paquete de energ¨ªa y clima 2030 presentado recientemente por la Comisi¨®n Europea abunda en esta idea. Estas iniciativas constituyen la oportunidad para crear un marco regulatorio estable y predecible que permitan la inversi¨®n en energ¨ªa e infraestructura, muy relacionado con el asentamiento del Mercado ?nico ya citado.

6. Involucrar al conjunto de la UE para conseguir un pacto internacional sobre el cambio clim¨¢tico que asegure que las empresas compitan en igualdad de oportunidades con las de terceros pa¨ªses.

7. Modernizar los sistemas educativos en funci¨®n de las necesidades reales de los empleadores, incrementando la colaboraci¨®n de las instituciones educativas con las empresas, como en el caso de la Formaci¨®n Dual.

8. Reorientar la econom¨ªa hacia la innovaci¨®n, productividad y valor a?adido para compensar el d¨¦ficit europeo en competitividad causado por los altos precios de la energ¨ªa y materias primas. Este objetivo esencial solamente podr¨ªa hacerse incrementando los esfuerzos de la UE en I+D, as¨ª como permitiendo nuevas formas de financiaci¨®n del riesgo para empresas con alto componente de innovaci¨®n.

9. Aprovechar las competencias en materia de negociaci¨®n de acuerdos comerciales que el Tratado de Lisboa acord¨® con la Comisi¨®n para relanzar las negociaciones multilaterales de libre comercio, as¨ª como concluir acuerdos de amplio alcance como el Acuerdo Transatl¨¢ntico de Comercio e Inversi¨®n (TTIP) con Estados Unidos, sin descuidar las negociaciones estrat¨¦gicas con actores relevantes como Jap¨®n, India, Mercosur y pa¨ªses de la zona Asia-Pac¨ªfico. Dichos acuerdos deben aspirar a constituirse en un est¨¢ndar global que integre asuntos como los derechos de propiedad intelectual o la protecci¨®n de inversiones.

Con estos objetivos en mente, un impulso claro, coordinado y coherente en materia de pol¨ªtica energ¨¦tica y clima debe marcar la direcci¨®n estrat¨¦gica para reconstruir la competitividad europea con bases s¨®lidas que permitan afrontar los nuevos desaf¨ªos que la crisis ha puesto en evidencia. Para abordarlos con cierta garant¨ªa de ¨¦xito se precisa una concienciaci¨®n transversal de las instituciones nacionales y comunitarias sobre la necesidad de recuperar los objetivos b¨¢sicos de la UE, que la situaci¨®n econ¨®mica ha obligado a postergar. En un entorno donde los recursos financieros son limitados, el entendimiento mutuo entre sociedad, empresas e instituciones sobre cu¨¢les deben ser las prioridades a apoyar es fundamental para una eficiente asignaci¨®n de recursos. No se debe descuidar ninguno de esos objetivos b¨¢sicos que todos reconocemos como garantes de un crecimiento sostenible, innovador y orientado a la creaci¨®n de empleo y prosperidad de los ciudadanos.

Antonio Brufau es presidente de Repsol y miembro espa?ol de la European Round Table of Industrialists (ERT).