Los ¡®mammoni¡¯ son antiecon¨®micos
El retraso en la emancipaci¨®n de los j¨®venes limita el consumo, deteriora la solvencia del sistema financiero y retrasa la recuperaci¨®n del sector inmobiliario
La precariedad laboral, el paro y el precio de la vivienda obligan a los j¨®venes a permanecer durante a?os en casa, en el ¡°nido¡±, como dicen los soci¨®logos, y muchos que hab¨ªan conseguido emanciparse han tenido que volver con sus familias al perder el trabajo. La generaci¨®n bumer¨¢n ¡ªque sale de su casa, pero vuelve obligada por razones econ¨®micas¡ª es un fen¨®meno en toda Europa; en Italia tienen hasta nombre propio: los mammoni,y en Espa?a, uno de los pa¨ªses m¨¢s golpeados por la crisis, el problema es grave.
Se sabe que el 23% de los hijos que viven con sus padres tienen m¨¢s de 25 a?os. Y se conoce por Eurostat (la oficina estad¨ªstica europea) cu¨¢ndo se emancipan los j¨®venes. En Espa?a, a los 28,9 a?os; en Suecia, por ejemplo, a los 19,9. Una d¨¦cada de distancia que se justifica porque la Europa del norte se beneficia de un s¨®lido Estado de bienestar con ayudas econ¨®micas al alquiler de vivienda, la maternidad o el desempleo. Adem¨¢s de recurrir al soporte familiar. De ah¨ª sus guarismos: Dinamarca, 21,1 a?os; Holanda, 23,6; Finlandia, 21,9. En Espa?a, la renta b¨¢sica de emancipaci¨®n (147 euros mensuales) creada en 2008 dur¨® un suspiro. Mientras, esta generaci¨®n bumer¨¢n, impulsada por la precariedad, recorre imparable el continente. En Irlanda, el 36% de los adultos j¨®venes conviven con sus padres, y en Escocia, un 25%.
Sin embargo, la lectura de estos n¨²meros resulta m¨¢s compleja. ¡°En los pa¨ªses del norte europeo, la ayuda econ¨®mica de las familias se destina a favorecer la independencia residencial de los j¨®venes, mientras que en el sur se da dentro del hogar, lo que contribuye a retrasar la emancipaci¨®n¡±, observa la soci¨®loga Almudena Moreno. ¡°En Europa se ayuda para que se vayan; en Espa?a, para que se queden¡±, sintetiza.
El modelo espa?ol se sostiene, seg¨²n un informe de la Fundaci¨®n Encuentro, sobre el itinerario que avanza a trav¨¦s de la autonom¨ªa financiera para alcanzar la vivienda propia, lo que supone una fuerte dependencia y control familiar. Mientras que el sistema franc¨¦s y n¨®rdico se apoya en el trayecto que comienza con la independencia personal y residencial, que empodera a los j¨®venes para alcanzar despu¨¦s el resto de los objetivos. Desde luego, la idea de emancipaci¨®n asociada a piso en propiedad y proyecto de familia es casi exclusiva de Espa?a.
El mercado laboral crea vidas inestables al principio y al final de la carrera
Aunque para algunos quiz¨¢ sea la ¨²nica estrategia viable para resistir, porque el paisaje es duro. ¡°El mercado de trabajo crea vidas inestables al principio y al final de la carrera profesional. Por eso se retrasa la emancipaci¨®n y la reproducci¨®n. Y un ¨ªndice de natalidad bajo pone en riesgo las pensiones¡±, avisa Carlos Mart¨ªn, responsable del gabinete econ¨®mico de Comisiones Obreras. A lo que suman ¨ªnfimos sueldos, dif¨ªcil acceso a la vivienda (alquiler o compra) y escasa creaci¨®n de familias y parejas. Ni siquiera el pasado les ayuda. La generaci¨®n del baby boom (nacidos entre 1958 y 1977), o sea, los padres de estos adolescentes y j¨®venes, est¨¢ ¡°arrasando¡± y dejando un grupo social ¡°esquilmado¡± y ¡°sin confianza en el futuro¡±, advierte Antonio Abell¨¢n, investigador del departamento de poblaci¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
A este pesimismo contribuye la falta de vivienda. El boom inmobiliario beneficia a las generaciones maduras que ya tienen casa y ven aumentar su patrimonio, pero deja fuera a los j¨®venes que quieren emanciparse y les obliga a seguir en el nido. ?Consecuencia? Aumenta la fractura. ¡°Los ¨²nicos que pueden acceder a una vivienda son los hijos de padres que tienen propiedades, aunque los salarios de esos j¨®venes sean tan bajos como los de sus compa?eros de generaci¨®n. Luego no todos los chicos son iguales. Existe una diferencia no solo intergeneracional, sino intrageneracional¡±, dice Abell¨¢n.
Tantos contratiempos tienen un efecto cascada. La emancipaci¨®n tard¨ªa ralentiza la creaci¨®n de parejas estables. Lo cual retrasa la natalidad. En 1976, acorde con el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), la edad media de la maternidad era de 28,5 a?os; en 2013 fue de 32,2. Casi cuatro a?os m¨¢s. Tampoco ayuda la baja movilidad laboral y geogr¨¢fica de los espa?oles, que act¨²a como anclaje al nido. Y claro, quien regresa a casa, o no pude abandonarla, tiene unos h¨¢bitos de consumo distintos. ¡°Se adaptan al gasto de la unidad familiar con todas sus limitaciones¡±, comenta Javier Vello, socio del ¨¢rea comercial de PriceWaterhouseCoopers (PwC).
Sin embargo, las consecuencias van m¨¢s all¨¢ del consumo y se extienden a lo macroecon¨®mico. ¡°El mayor impacto recae sobre la demanda de vivienda; esto retrasa la absorci¨®n de la burbuja inmobiliaria y presiona a la baja la creaci¨®n de hogares reduciendo la petici¨®n de casas y, por tanto, el precio deteriora la solvencia del sistema bancario impidiendo a la vez normalizar el cr¨¦dito y bajar la tasa de paro¡±, entrelaza el economista Jos¨¦ Carlos D¨ªez. Es decir, un efecto mariposa de libro.
Las universidades, con sus horarios y formatos, no ayudan a salir del ¡®nido¡¯
Para evitar esta inquietante espiral hay que pactar con el tiempo. Los j¨®venes pasan muchos a?os form¨¢ndose, y esto demora su emancipaci¨®n, con lo que llegan m¨¢s tarde a crear una familia o a la natalidad. La universidad, con sus horarios, formatos educativos (sobre todo presenciales) y calendarios, est¨¢ pensada para los adultos del nido. ¡°Si recibieran formaci¨®n durante toda la vida laboral, y no solo antes de la entrada en ella, podr¨ªan ingresar primero en el mercado de trabajo (en un pa¨ªs, desde luego, que no tuviera seis millones de desempleados), aumentar¨ªa la masa de trabajadores (una soluci¨®n al problema del envejecimiento), crecer¨ªa la productividad y se sostendr¨ªa mejor el Estado de bienestar¡±, avanza el analista del CSIC.
Comprendido que la demograf¨ªa es destino y que cambia la vida de los seres humanos, cabr¨ªa preguntarse c¨®mo se sienten los millones de personas que dibujan esta generaci¨®n. ?Vivir con sus padres es un fracaso? ¡°Resulta absurdo pretender que los j¨®venes hoy vivan en las mismas circunstancias que lo hicieron sus progenitores cuando ten¨ªan 20 o 30 a?os. Porque si alguien est¨¢ fracasando son los adultos que han creado este sistema a costa de la siguiente generaci¨®n¡±, ahonda Stephanie Hare, miembro de la consultora Oxford Analytica. O como puntualiza James Marten, experto en juventud de la Universidad de Marquette (Milwaukee), ¡°si el regreso al hogar de ese adulto joven no causa demasiado da?o, entonces es menos probable que se perciba como un fracaso¡±.
Marina Keegan, una estudiante de la Universidad de Yale graduada magna cum laude, redact¨® en 2012, con 22 a?os ¡ªy pocos d¨ªas antes de morir en un accidente de tr¨¢fico¡ª, un texto, The opposite of loneliness (Lo opuesto a la soledad), dirigido a su promoci¨®n, que se ha convertido en el brillante prefacio de su tiempo. Escribi¨®: ¡°Podemos cambiar nuestra forma de pensar. Podemos empezar de nuevo. La idea de que es demasiado tarde es c¨®mica. Tenemos un t¨ªtulo universitario. Y somos muy j¨®venes. No podemos, no debemos perder este sentido de posibilidad porque, al final, es todo lo que tenemos¡±.
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