El dogma de la incompetencia
La ideolog¨ªa se ha impuesto por completo a las pruebas en el debate pol¨ªtico sobre la sanidad
Han estado pendientes de las noticias sobre Obamacare? La Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ha dejado de ocupar las primeras p¨¢ginas, pero sigue lleg¨¢ndonos informaci¨®n sobre c¨®mo est¨¢ funcionando (y casi todo son buenas noticias). De hecho, la reforma sanitaria ha tenido una buena racha desde marzo, cuando qued¨® claro que las inscripciones superar¨ªan las expectativas a pesar de los problemas iniciales de la p¨¢gina web del Gobierno federal.
Lo interesante de este ¨¦xito es que ha ido acompa?ado a cada paso de gritos que anunciaban un desastre inminente. En estos momentos, seg¨²n mis c¨¢lculos, los enemigos de la reforma sanitaria pierden por 0 a 6. Es decir, han hecho al menos seis predicciones concretas sobre el modo en que Obamacare fracasar¨ªa; todas y cada una han resultado err¨®neas.
¡°Errar es humano¡±, escribi¨® S¨¦neca. ¡°Persistir en ello es diab¨®lico¡±. Todo el mundo hace predicciones incorrectas. Pero equivocarse tan escandalosa y sistem¨¢ticamente requiere un esfuerzo especial. ?De qu¨¦ va todo esto, entonces?
A muchos lectores no les sorprender¨¢ la respuesta: es una cuesti¨®n de pol¨ªtica e ideolog¨ªa, no de an¨¢lisis. Pero aunque esta observaci¨®n no resulte especialmente sorprendente, vale la pena se?alar que la ideolog¨ªa se ha impuesto por completo a las pruebas en el debate pol¨ªtico sobre la sanidad.
Y no me refiero solo a los pol¨ªticos; hablo de los analistas. Llama la atenci¨®n la cantidad de supuestos expertos en sanidad que han hecho afirmaciones sobre Obamacare que estaba claro que no pod¨ªan defender. Por ejemplo, ?se acuerdan del ¡°susto de las primas¡±? El oto?o pasado, cuando recib¨ªamos los primeros datos sobre las primas de los seguros, los analistas de la asistencia sanitaria conservadores se apresuraron a afirmar que los consumidores se enfrentaban a un aumento enorme del gasto. Era evidente, incluso en aquel momento, que esas afirmaciones eran enga?osas; ahora sabemos que la gran mayor¨ªa de los estadounidenses que contratan un seguro a trav¨¦s de los nuevos mercados consiguen una cobertura bastante barata.
?Y recuerdan las afirmaciones sobre que los j¨®venes no se inscribir¨ªan, de modo que Obamacare entrar¨ªa en una ¡°espiral mort¨ªfera¡± de aumento de los costes y disminuci¨®n de las inscripciones? Pues no est¨¢ pasando: un nuevo estudio de Gallup ha comprobado que mucha gente ha conseguido un seguro gracias al programa y que la mezcla de edades de los reci¨¦n inscritos parece bastante positiva.
Lo que resultaba especialmente extra?o de las incesantes predicciones de desastre de la reforma sanitaria era que ya sab¨ªamos, o deber¨ªamos haber sabido, que un programa como la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible era probable que funcionase. Obamacare se inspir¨® considerablemente en el modelo del Romneycare, que funciona en Massachusetts desde 2006, y guarda un gran parecido con sistemas extranjeros que han tenido ¨¦xito, como el de Suiza. ?Por qu¨¦ no iba a funcionar el sistema en Estados Unidos?
Pero la firme convicci¨®n de que el Gobierno no puede hacer nada ¨²til ¡ªuna creencia dogm¨¢tica en la incompetencia del sector p¨²blico¡ª es ahora una parte fundamental del conservadurismo estadounidense, y es evidente que el dogma de la incompetencia ha hecho imposible que los asuntos pol¨ªticos se analicen de forma racional.
No siempre ha sido as¨ª. Si nos remontamos dos d¨¦cadas, hasta la ¨²ltima gran lucha sobre la reforma sanitaria, los conservadores parec¨ªan estar relativamente l¨²cidos en lo que respectaba a las posibilidades pol¨ªticas, aunque se mostrasen extremadamente c¨ªnicos. Por ejemplo, el famoso memorando de 1993 de William Kristol que instaba a los republicanos a destruir el plan sanitario de Bill Clinton advert¨ªa expl¨ªcitamente de que si se pon¨ªa en pr¨¢ctica el Clintoncare, era muy probable que acabase consider¨¢ndose un ¨¦xito, lo que a su vez ¡°ser¨ªa un mazazo para los argumentos republicanos que abogan por reducir la intervenci¨®n gubernamental como forma de defender a la clase media¡±. As¨ª que era crucial asegurarse de que esa reforma nunca se hiciese realidad. En la pr¨¢ctica, Kristol estaba dici¨¦ndole a la gente de su propio partido que la historia de la incompetencia gubernamental es algo que uno les vende a los votantes para que apoyen las bajadas de impuestos y la liberalizaci¨®n, no algo en lo que uno mismo crea necesariamente.
Pero eso era antes de que los conservadores se retirasen del todo a su propio universo intelectual. Fox News a¨²n no exist¨ªa; los analistas pol¨ªticos de las fundaciones de derechas sol¨ªan iniciar su carrera profesional en puestos relativamente no pol¨ªticos. Todav¨ªa era posible contemplar la idea de que la realidad no era lo que uno quer¨ªa que fuese.
Ahora es diferente. Resulta dif¨ªcil pensar en alguien de la derecha estadounidense que se plantee siquiera la posibilidad de que Obamacare pueda funcionar o, en cualquier caso, que est¨¦ dispuesto a admitir esa posibilidad en p¨²blico. En vez de eso, hasta los supuestos expertos siguen vendi¨¦ndonos historias imposibles sobre un desastre inminente despu¨¦s de que su verdadera oportunidad de detener la reforma sanitaria haya quedado atr¨¢s, y venden esas historias no solo a los catetos, sino tambi¨¦n los unos a los otros.
Y seamos claros: aunque haya sido divertido ver a la derecha aferrarse a sus fantas¨ªas sobre la reforma sanitaria, tambi¨¦n da miedo. Al fin y al cabo, esta gente sigue teniendo una capacidad considerable de causar da?os pol¨ªticos y, cualquier d¨ªa de estos, podr¨ªan reconquistar la Casa Blanca. Y uno no quiere, por nada del mundo, tener ah¨ª a gente que niega los hechos que no les gustan. Es decir, gente que podr¨ªa hacer cosas impensables, como declarar una guerra sin un buen motivo. Ah, ?esperen!
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008.
Traducci¨®n de News Clips.
? 2014 New York Times Service.
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