El retorno de la historia
Este a?o conmemoramos una serie de efem¨¦rides que, en unos casos para mal y en otros para bien, han marcado los ¨²ltimos cien a?os. Pero, a la vez que cierra un ciclo hist¨®rico completo, 2014 trae se?ales inquietantes de comienzo de un nuevo ciclo en el que el conflicto sea de nuevo la opci¨®n de las ¨¦lites para afrontar los problemas del siglo XXI. El recuerdo de esas efem¨¦rides puede ayudarnos a conjurar este riesgo.
Escribo el d¨ªa en que se conmemora la invasi¨®n de B¨¦lgica por la tropas alemanas hace cien a?os, hecho decisivo en el desarrollo de la I Guerra Mundial. El desenlace del conflicto cambi¨® la relaci¨®n de fuerzas entre las naciones. Provoc¨® la desaparici¨®n de cuatro imperios ¡ªel austroh¨²ngaro, el otomano, el alem¨¢n y el franc¨¦s¡ª y alumbr¨® dos, el norteamericano y el ruso. Fue, en este sentido, una lucha entre imperios en busca de espacios de influencia.
Pero, a la vez, dentro de las naciones, en particular en Alemania, la Gran Guerra fue un conflicto entre las viejas ¨¦lites aristocr¨¢ticas, aliadas con los grandes grupos financieros e industriales, y las nuevas fuerzas sociales y pol¨ªticas que la democracia y el capitalismo industrial de finales del siglo XIX hab¨ªan creado. Ese conflicto fue descrito de forma magistral por la historiadora norteamericana Barbara Tuchman en su libro La torre del orgullo (1890-1914): una semblanza del mundo antes de la Primera Guerra Mundial.
La ceguera de las ¨¦lites llev¨® a aplicar enfoques y pol¨ªticas del siglo XIX a los problemas del siglo XX. Por un lado, la creencia de que la econom¨ªa de mercado se autoequilibra. Por otro, pol¨ªticas monetarias, de austeridad fiscal y de reducciones salariales que debilitaron la econom¨ªa y exacerbaron el conflicto social interno, y pol¨ªticas proteccionistas de hostigamiento del vecino, que pusieron en marcha una l¨®gica de conflicto entre naciones.
El resultado fue debilitar la salud econ¨®mica y pol¨ªtica de los pa¨ªses. En el orden econ¨®mico, una econom¨ªa vol¨¢til, inestable y especulativa, el desempleo masivo, la desigualdad, la crisis financiera de 1929 y la Gran Depresi¨®n de los treinta. En el orden pol¨ªtico, el choque entre capitalismo y democracia, el nacionalismo y el fascismo. El resultado final, la Segunda Guerra Mundial.
Pero 2014 es tambi¨¦n un a?o de conmemoraci¨®n de efem¨¦rides que hablan de los beneficios de la cooperaci¨®n. Se cumplen 70 a?os de cuatro decisiones que cambiaron la econom¨ªa y la pol¨ªtica: el desembarco en las playas de Normand¨ªa, que puso fin a los fascismos y restituy¨® las democracias; la firma de los acuerdos de Bretton Woods, que crearon un marco internacional de cooperaci¨®n econ¨®mica; la regulaci¨®n keynesiana de la econom¨ªa, que estabiliz¨® la demanda efectiva y puso bajo control al genio de las finanzas, y la puesta en marcha de las nuevas pol¨ªticas de bienestar, que dieron una dimensi¨®n social al capitalismo. El resultado de esta cooperaci¨®n fueron los 25 mejores a?os del capitalismo y la democracia.
Finalmente, celebramos el 25? aniversario de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y del Imperio sovi¨¦tico, y la llegada de las primaveras democr¨¢ticas a los pa¨ªses de Europa del Este. Este evento positivo trajo, sin embargo, un efecto perverso inesperado: la idea de ¡°el fin de la historia¡±, que populariz¨® con ¨¦xito el profesor norteamericano Francis Fukuyama.
Causamos un desastre al querer aplicar pol¨ªticas del siglo XIX en el XX. No volvamos a equivocarnos
La idea de que la sociedad de mercado hab¨ªa triunfado definitivamente sobre sus rivales fue la reencarnaci¨®n de la creencia de los siglos XVIII y XIX en las virtudes civilizadoras del mercado y en su capacidad para generar las conductas y los c¨®digos morales para que el capitalismo pueda funcionar adecuadamente. Con su teor¨ªa de la eficiencia de los mercados desregulados, los economistas y policymakers se sumaron a ese enfoque. Pura arrogancia ideol¨®gica.
La crisis financiera de 2008 fue consecuencia directa de esa arrogancia. Puso de manifiesto que el capitalismo dejado a su libre albedr¨ªo desarrolla tendencias autodestructivas de las que ya hab¨ªan advertido tanto sus cr¨ªticos como sus partidarios m¨¢s conscientes, como hizo el gran economista austroestadounidense Josep A. Schumpeter en su obra Capitalismo, socialismo y democracia.
No es casual que, a la vez que cierra un ciclo hist¨®rico completo, 2014 traiga se?ales del retorno de una l¨®gica de conflicto que, como dir¨ªa Mark Twain, rima con la de los a?os previos y posteriores a la Primera Guerra Mundial. Ucrania y Crimea son un buen ejemplo.
Ni es casual que el escenario del conflicto sea, de nuevo, Europa. A partir de la puesta en marcha del euro, las ¨¦lites europeas han cre¨ªdo en las virtudes autoreguladoras del mercado y dimitido de su responsabilidad pol¨ªtica. Y han aplicado pol¨ªticas econ¨®micas y sociales que recuerdan mim¨¦ticamente a las de hace cien a?os. La UE est¨¢ aplicando enfoques y pol¨ªticas del siglo XIX a los problemas del siglo XXI.
No deber¨ªa sorprender, entonces, que estemos asistiendo al retorno de la historia.
?Qu¨¦ lecci¨®n podemos aprender de las efem¨¦rides que conmemoramos en 2014? La m¨¢s importante es que cuando se opt¨® por la creencia en las virtudes autom¨¢ticas del mercado y la l¨®gica del conflicto, el resultado fue desastroso. Por el contrario, cuando se opt¨® por el capitalismo regulado e inclusivo y la l¨®gica de la cooperaci¨®n, el progreso econ¨®mico, social y pol¨ªtico fueron de la mano.
Esperemos que las ¨¦lites europeas de hoy no caigan en la misma ceguera que hace un siglo.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Barcelona
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