El dilema de Renzi
Su PIB est¨¢ al nivel del a?o 2000, y casi un 10% por debajo del m¨¢ximo de 2007. El PIB per capita no ha crecido desde el a?o 1998. A pesar de no haber sufrido una burbuja inmobiliaria, su ratio de deuda / PIB est¨¢ por encima del 130%. La inflaci¨®n es cero, y los swaps de inflaci¨®n prev¨¦n un IPC medio en los pr¨®ximos 10 a?os de poco m¨¢s del 1%. La tasa de natalidad es de las m¨¢s bajas del mundo desarrollado, y el crecimiento de la poblaci¨®n se ha estancado. Este pa¨ªs podr¨ªa ser Jap¨®n. Pero es Italia, donde el concepto de japonizaci¨®n, tan de moda estos d¨ªas entre los comentaristas m¨¢s pesimistas para describir la zona euro, se aplica de manera especial.
Los paralelos con Jap¨®n se extienden al plano pol¨ªtico. De manera similar a la llegada al poder de Matteo Renzi en Italia, la aparici¨®n de Junichiro Koizumi en la escena pol¨ªtica japonesa en 2001 fue recibida como un soplo de aire fresco que podr¨ªa finalmente transformar la pol¨ªtica, la sociedad y la econom¨ªa japonesas. Koizumi era carism¨¢tico, exc¨¦ntrico, atractivo, joven (al menos para los est¨¢ndares japoneses), y llegaba cuando Jap¨®n entraba en su segunda d¨¦cada perdida.
Koizumi promet¨ªa ¡°reformas sin vacas sagradas¡±, parec¨ªa una alternativa al conformismo que se hab¨ªa adue?ado de la sociedad japonesa. Tras varios intentos fallidos, bloqueados por los barones del partido, un cambio del r¨¦gimen interno electoral, que dio voz a los afiliados, le permiti¨® apropiarse del liderazgo del Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), y con el del Gobierno del pa¨ªs. Evitaba la t¨ªpica ret¨®rica de los pol¨ªticos, hablaba con frases sencillas, le dijo al pa¨ªs que ¡°no habr¨ªa crecimiento sin dolor¡±, que ¡°cambiaria el PLD, cambiaria Jap¨®n¡±. Prometi¨® un ¡°Gobierno de reformas continuas¡±. Los paralelos con la llegada de Matteo Renzi al poder y su perfil (excepto el peinado) son m¨²ltiples.
Los a?os del Gobierno de Koizumi fueron el m¨¢s largo periodo de crecimiento ininterrumpido desde la Segunda Guerra Mundial. Adopt¨® una estrategia agresiva de recapitalizaci¨®n y reestructuraci¨®n del sistema bancario. Y puso en pr¨¢ctica una estrategia de pol¨ªtica fiscal inteligente, primero expansiva (a pesar de su mensaje reformista y de reducci¨®n del gasto publico), y solo contractiva cuando la econom¨ªa empez¨® a crecer. Pero cabe preguntarse si el r¨¢pido crecimiento econ¨®mico se debi¨® a la limpieza de los bancos (dudoso, ya que el cr¨¦dito sigui¨® estancado), o simplemente al rapid¨ªsimo crecimiento de la vecina China. Jap¨®n, durante el Gobierno de Koizumi, tuvo la gran suerte de beneficiarse de una fuerte expansi¨®n de demanda. Como Alemania en los ¨²ltimos a?os. Como siempre. Sin estimulo de demanda, no hay crecimiento.
Su plan econ¨®mico parece fr¨¢gil, y ya est¨¢ cometiendo el error de ignorar a su ministro de Econom¨ªa y confiar solo en sus asesores
Pero lo m¨¢s relevante del Gobierno de Koizumi es lo que dijo que har¨ªa pero no hizo. Koizumi centr¨® su mandato en la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa y la reforma del sistema pol¨ªtico. Adem¨¢s de anunciar que reducir¨ªa las rigideces end¨¦micas en muchos sectores, Koizumi cre¨® un proyecto estrella, la privatizaci¨®n del sistema postal. El sistema postal japon¨¦s era la fuente principal de financiaci¨®n indirecta del PLD, ya que lo utilizaba para financiar las obras p¨²blicas con las que luego se aseguraba los votos. Privatizar el sistema postal era la manera de reducir el gasto p¨²blico ineficiente y a la vez acabar con la endogamia pol¨ªtica, matando dos p¨¢jaros de un tiro. Koizumi incluso convoc¨® elecciones sorpresa para forzar la aprobaci¨®n de la privatizaci¨®n en el Parlamento, creando un grupo de asesinos, j¨®venes fieles que se presentaron a las elecciones para expulsar a los reticentes diputados del PLD que se opon¨ªan a la privatizaci¨®n. Koizumi gan¨® las elecciones con amplia mayor¨ªa, y la privatizaci¨®n se aprob¨®, pero a un horizonte lejan¨ªsimo, de m¨¢s de diez a?os.
Y ah¨ª se acab¨® todo. Koizumi perdi¨® el inter¨¦s y renunci¨® a seguir en pol¨ªtica al cabo de su segundo mandato. El proceso liberalizador fue m¨ªnimo y posteriormente la legislaci¨®n se modific¨® para posponer el proceso de privatizaci¨®n postal sine die. Jap¨®n se enfrent¨® a la crisis de 2007 fortalecido por la demanda china, pero poco m¨¢s.
Italia se enfrenta a un escenario parecido. Tras varios intentos fallidos, Renzi consigui¨® finalmente acceder al poder del Partito Democratico y a la cabeza del Gobierno italiano, y revalid¨® su posici¨®n con una victoria s¨®lida en las elecciones europeas. La plataforma de Renzi era sencilla: juventud, carisma, ruptura con el pasado, y reformas. Parec¨ªa que finalmente Italia hab¨ªa conseguido espantar el fantasma de Beppe Grillo y acometer el relevo generacional, liberarse de la gerontocracia gobernante y elegir a su koizumi, la esperanza para, como m¨ªnimo, liberar el pa¨ªs del cors¨¦ generado por dos d¨¦cadas de berlusconismo.
Pero han pasado ya varios meses desde su llegada al poder, y urge saber si Renzi lleva camino de ser como Koizumi ¡ªmucha fachada, poca acci¨®n¡ª o si de verdad tiene un plan. Por ahora, las dudas aumentan. Su plan econ¨®mico parece fr¨¢gil, y ya est¨¢ cometiendo el error de ignorar a su ministro de Econom¨ªa y confiar solo en sus asesores (el gran error que cometi¨® Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en su segundo mandato), y de debilitar la autoridad de su comisario de racionalizaci¨®n del gasto, Carlo Cottarelli. La paciencia en Bruselas y en Fr¨¢ncfort se est¨¢ empezando a agotar. Las promesas iniciales de una reforma al mes ya se han incumplido. Quiz¨¢s ese plan fuera demasiado ambicioso, y hasta contraproducente: las reformas, por definici¨®n, siempre generan efectos colaterales, y el conjunto de estos puede acabar siendo da?ino para el bienestar del pa¨ªs. Quiz¨¢s ser¨ªa mejor identificar las dos o tres restricciones que m¨¢s limitan el crecimiento del pa¨ªs, y eliminarlas. Todo es m¨¢s lento en Italia: renovar plantillas, crear empresas, resolver pleitos. Hay mucho donde elegir para actuar con decisi¨®n. El Fondo Monetario Internacional (FMI) identifica cuatro ¨¢reas: mercado de trabajo, competencia, pymes y sistema judicial. Crear las condiciones para aumentar el tama?o de las empresas es fundamental, como discutimos en esta columna hace poco, y reformar el art¨ªculo 18 es clave para ello.
La estrategia actual parece ser reformar primero el Senado y, durante los pr¨®ximos tres a?os, acometer reformas econ¨®micas. La reforma del Senado es pol¨¦mica pero f¨¢cil, no genera manifestaciones, no resta popularidad. Es similar a la reforma postal de Koizumi. Lo dif¨ªcil es crear el consenso popular para reducir las prebendas de los m¨²ltiples grupos de inter¨¦s y agilizar la econom¨ªa, enfrent¨¢ndose a la calle, si es necesario. Cumplir el objetivo de d¨¦ficit no basta, es lo f¨¢cil y desv¨ªa la atenci¨®n del objetivo fundamental, aumentar el crecimiento potencial. Koizumi abandon¨®; Margaret Thatcher persever¨®. Espa?a ha tenido la suerte de tener un programa con el FMI que le oblig¨® a introducir cambios que nunca hubiera acometido de manera independiente. Italia lo va a tener que hacer sola.
Salir del euro, como apuntan ya demasiados intelectuales italianos, no resolver¨¢ el problema, es buscar el empate, como el antiguo catenaccio. Italia es rica. Puede seguir envejeciendo de manera gradual, decadente, consumiendo sus ahorros, sestear en el dolce far niente esperando que un golpe de fortuna la rescate. O puede despertarse, coger el toro por los cuernos y progresar. Renzi debe decidir.
?ngel Ubide es senior fellow. Peterson Institute for International Economics, Washington DC.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.