El alto coste de la carne barata
O cambiamos las pr¨¢cticas de la gran industria ganadera o pagaremos las consecuencias de su impacto medioambiental
La producci¨®n ganadera a gran escala es un elemento crucial de la industrializaci¨®n agr¨ªcola. Su incontenible expansi¨®n produce cambio clim¨¢tico, deforestaci¨®n, p¨¦rdida de biodiversidad y violaciones de los derechos humanos. Todo para satisfacer el insalubre apetito de carne barata de las sociedades occidentales.
Europa y Estados Unidos fueron los mayores consumidores de carne del siglo XX, con un gasto anual promedio de entre 60 y 90 kilogramos por persona: mucho m¨¢s de lo necesario para satisfacer las necesidades nutricionales de los seres humanos. Si bien las tasas de consumo en Occidente han dejado de crecer, e incluso est¨¢n disminuyendo en algunas regiones, todav¨ªa son mucho m¨¢s altas que en la mayor parte del resto del planeta.
Entretanto, en las econom¨ªas emergentes (especialmente el grupo denominado BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sud¨¢frica) las nuevas clases medias adoptan dietas cada vez m¨¢s parecidas a las de sus pares en los pa¨ªses ricos. En las d¨¦cadas venideras, conforme sus ingresos sigan elev¨¢ndose, se producir¨¢ un consiguiente aumento de la demanda de carne y productos l¨¢cteos.
Para satisfacer esta demanda, las empresas agroindustriales intentar¨¢n elevar la producci¨®n anual de carne desde los 300 millones de toneladas actuales hasta 480 millones de toneladas en 2050, lo que generar¨¢ serios problemas sociales y presiones ecol¨®gicas en casi todas las etapas de la cadena de valor (suministro de forraje, producci¨®n, procesamiento y venta minorista).
Uno de los principales problemas de la producci¨®n ganadera a escala industrial es que provoca grandes emisiones de gases de efecto invernadero, y no s¨®lo porque los procesos digestivos de los rumiantes generan metano. Los desechos de los animales, junto con los fertilizantes y pesticidas usados para producir forraje, tambi¨¦n generan ¨®xidos de nitr¨®geno en grandes cantidades.
La industria quiere aumentar la producci¨®n global un 60% hasta 2050
De hecho, desde la producci¨®n de forraje en adelante, el modelo industrial implica deforestaci¨®n y grandes cambios en el uso de la tierra. En la actualidad, alrededor de un tercio de la superficie agr¨ªcola se usa para producci¨®n de forraje; y el porcentaje total destinado a la producci¨®n ganadera, incluida la pastura, asciende a alrededor del 70%.
Un mayor consumo de carne supone casi el doble de producci¨®n de habas de soja (solamente), lo que implica un aumento proporcional del uso de bienes consumibles como tierra, fertilizantes, pesticidas y agua. Al dedicarse una cada vez mayor proporci¨®n de los cultivos a alimentar el ganado, los precios de los alimentos y de la tierra tender¨¢n a crecer, lo que dificultar¨¢ cada vez m¨¢s la satisfacci¨®n de las necesidades nutricionales b¨¢sicas de los pobres de todo el mundo.
Para colmo de males, el abandono de los sistemas de cr¨ªa de ganado aut¨®ctonos o de uso mixto y la adopci¨®n del modo de producci¨®n a gran escala ponen en peligro los medios de vida de las poblaciones rurales, especialmente en los pa¨ªses en desarrollo. Los ganaderos n¨®madas, peque?os productores y agricultores independientes no pueden competir contra precios minoristas bajos, que no representan los verdaderos costos ambientales y sanitarios de la industria. Y el sistema ganadero industrial, con sus bajos salarios y deficientes est¨¢ndares sanitarios y de seguridad, no ofrece una buena alternativa de empleo.
Finalmente est¨¢ el impacto sanitario de la producci¨®n ganadera industrial. Para empezar, un consumo excesivo de carne y productos l¨¢cteos contribuye a la aparici¨®n de problemas de salud nutricionales como obesidad y enfermedades cardiovasculares. Adem¨¢s, mantener grandes concentraciones de animales en espacios confinados facilita la proliferaci¨®n de enfermedades infecciosas que pueden transmitirse a los seres humanos, por ejemplo la gripe aviar. Y las medidas empleadas para mitigar este riesgo, como la administraci¨®n de dosis bajas de antibi¨®ticos para prevenir enfermedades en los animales y promover su crecimiento, est¨¢n creando una crisis de salud p¨²blica al aumentar la resistencia de los microbios a los f¨¢rmacos.
Si a esto le a?adimos las espantosas condiciones que padecen los animales, debido a la resistencia de la industria a aplicar est¨¢ndares razonables de bienestar animal, bien podr¨ªamos preguntarnos c¨®mo pudo la industria crecer hasta su tama?o actual. La respuesta est¨¢ en su poder oligop¨®lico, que permite a los productores industriales externalizar sus verdaderos costos sociales y ambientales, que luego deber¨¢n cubrir los trabajadores y los contribuyentes.
Bastar¨ªa con cambiar dos reglas de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n para mejorar notablemente la situaci¨®n?
La realidad es que hay otros modos de satisfacer la necesidad mundial de carne y productos l¨¢cteos. En la Uni¨®n Europea, bastar¨ªa cambiar dos elementos clave de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n para reducir dr¨¢sticamente las distorsiones del sistema de producci¨®n. Implementar estos cambios enviar¨ªa una se?al clara de que los funcionarios europeos toman los deseos de los consumidores en serio.
El primer cambio es prohibir la importaci¨®n de forraje transg¨¦nico y exigir que los agricultores produzcan al menos la mitad del forraje en sus propios establecimientos agr¨ªcolas. Un conjunto claro de normas sobre el origen del forraje eliminar¨ªa los desequilibrios internacionales en materia de nutrientes y disminuir¨ªa el poder de corporaciones agrobiotecnol¨®gicas multinacionales como Monsanto. Adem¨¢s, se evitar¨ªa el transporte a grandes distancias de purines y esti¨¦rcol, que los agricultores podr¨ªan usar en sus propios establecimientos como fertilizante para producir forraje.
En segundo lugar, debe prohibirse la administraci¨®n innecesaria de antibi¨®ticos en los sistemas de provisi¨®n de alimento y agua. Esto obligar¨ªa a los agricultores a tratar individualmente a los animales enfermos, seg¨²n el diagn¨®stico veterinario.
En Estados Unidos, la Administraci¨®n de Alimentos y Medicamentos puede prohibir el uso no terap¨¦utico de antibi¨®ticos. Y el Departamento de Agricultura puede usar sus programas de apoyo para facilitar la ganader¨ªa a campo abierto y as¨ª alentar m¨¦todos de producci¨®n de carne m¨¢s sostenibles.
Pero estas acciones, aunque importantes, s¨®lo ser¨ªan el principio. El crecimiento de las clases medias de las econom¨ªas emergentes nos obliga a reconocer que los modelos actuales de producci¨®n y consumo de carne en Occidente son insostenibles. Ya es tiempo de crear un sistema que respete nuestros l¨ªmites ecol¨®gicos, sociales y ¨¦ticos.
Christine Chemnitz es jefa del Departamento de Pol¨ªtica Agr¨ªcola Internacional de la Fundaci¨®n Heinrich B?ll. Shefali Sharma es directora del programa de Commodities Agr¨ªcolas y Globalizaci¨®n en el Instituto de Pol¨ªtica Agr¨ªcola y Comercial.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
? Project Syndicate, 2014.
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