?Por qu¨¦ el ajuste fiscal plantea dudas?

La senda de reducci¨®n del d¨¦ficit que ha presentado el Gobierno de Espa?a para el per¨ªodo 2014-2017 no acaba de convencer a la Comisi¨®n Europea. Existen razones para ello. En primer lugar, la reducci¨®n del desequilibrio de las cuentas p¨²blicas en 5,5 puntos de Producto Interior Bruto (PIB) depende, en su mayor parte, de que la recuperaci¨®n econ¨®mica se consolide. Las previsiones disponibles son optimistas, pero est¨¢n sujetas a una elevada incertidumbre. La dependencia econ¨®mica de un entorno poco din¨¢mico, como lo es hoy la Uni¨®n Europea; los elevados niveles de endeudamiento que mantienen empresas, familias y administraciones p¨²blicas; y la reducida tasa de inflaci¨®n, que complica la metabolizaci¨®n de deudas expresadas en t¨¦rminos nominales, cuestionan el retorno r¨¢pido a tasas de crecimiento del PIB nominal pr¨®ximas al 5%, que ser¨ªa lo que necesitamos para que la normalizaci¨®n de los indicadores fiscales, laborales o de rentas se produzca en esta d¨¦cada.

En segundo lugar, el gobierno hace gravitar cuatro quintas partes del ajuste sobre el lado del gasto p¨²blico. El incremento previsto de la recaudaci¨®n tributaria contribuye poco al recorte del d¨¦ficit y va a ser consecuencia de la mejora econ¨®mica. Porque la anunciada reforma fiscal estructural y en profundidad parece que acabar¨¢ siendo, m¨¢s bien, una bater¨ªa de rebajas tributarias con objetivos electoralistas y de corto plazo. Mirando las cifras de nuestros socios europeos, resulta evidente que, en la tarea de ajustar las cuentas p¨²blicas, el incremento de ingresos deber¨ªa ser tan importante o m¨¢s que la reducci¨®n de gasto.

En tercer lugar, porque las medidas concretas que se van a tomar para el recorte del peso del gasto sobre el PIB no est¨¢n claras, m¨¢s all¨¢ de que la tijera parece que va a concentrarse en la partida de remuneraci¨®n de asalariados y las prestaciones sociales. El detalle del ajuste manifiestamente mejorable.

En particular, los ahorros previstos por la reforma de las administraciones p¨²blicas son, al menos, discutibles. Y ello, dejando al margen lo que puede pasarle a los servicios p¨²blicos si hasta el a?o 2018 seguimos recortando empleos y salarios y olvid¨¢ndonos de las renovaciones de equipos humanos.

En definitiva, el gobierno deber¨ªa revisar su plan de ajuste fiscal en dos direcciones. En primer lugar, buscando una mayor participaci¨®n de los ingresos, con una reforma tributaria de fondo y ambiciosa, y que proporcione m¨¢s recursos p¨²blicos. En segundo lugar, clarificando mejor las medidas que se van a tomar por el lado del gasto y evaluando la incidencia que tendr¨¢n para la calidad de los servicios p¨²blicos o la distribuci¨®n de la renta, en el caso de las prestaciones sociales.

Y lo anterior debe acompa?arse por una posici¨®n mucho m¨¢s matizada en el lobby a favor de la austeridad fiscal que encabeza Merkel. Frente a la austeridad dogm¨¢tica, una austeridad selectiva y graduada a escala europea. Porque si la consolidaci¨®n fiscal espa?ola depende de la recuperaci¨®n econ¨®mica, esta pasa, a su vez, por menos austeridad y m¨¢s expansi¨®n de la demanda a escala comunitaria y en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea con una situaci¨®n fiscal m¨¢s confortable.

Santiago Lago Pe?as, es Catedr¨¢tico de la Universidad de Vigo