Cr¨®nica de la gran burbuja espa?ola
El periodista de EL PA?S, Llu¨ªs Pellicer, relata en su libro el ascenso de los promotores inmobiliarios que alentaron el mayor proceso especulativo de la historia. En este fragmento se explica el caso de Astroc
El imparable ascenso de Astroc encumbr¨® a Enrique Ba?uelos hasta el puesto 95 en el ranking de fortunas del planeta y la tercera de Espa?a, con un patrimonio estimado de 7.700 millones de d¨®lares ¡ª5.770 millones de euros¡ª, solo por detr¨¢s de Amancio Ortega y Rafael del Pino y por encima de nombres como los de Esther y Alicia Koplowitz, Isak Andic, Emilio Bot¨ªn o Florentino P¨¦rez. Ba?uelos ya no era un desconocido, sino el alquimista capaz de transformar un campo de patatas en un negocio redondo. Ahora bien, ?val¨ªa Astroc 9.000 millones de euros? En abril de 2007, en una entrevista en El Pa¨ªs, Ba?uelos daba la raz¨®n a un mercado que le sonre¨ªa: ¡°Algo tendr¨¢ el agua cuando la bendicen¡±.
El folleto de salida a Bolsa de Astroc es una reliquia de los a?os del boom. La promotora presentaba una cuenta de resultados de ensue?o: las ventas, de 162,9 millones, hab¨ªan crecido en un a?o el 632,1%, lo que le permit¨ªa lucir el beneficio ¡°m¨¢s alto de su historia¡±, de 61,7 millones. Desmenuzando esas cuentas, resulta que el 53,7% del negocio proced¨ªa de las compraventas de terrenos, que se incrementaban el 632,9% respecto al a?o anterior. El peso de esa actividad podr¨ªa considerarse desequilibrado, dado que se considera la actividad de mayor riesgo de toda la cadena que compone la promoci¨®n inmobiliaria.
Sin embargo, a los responsables de Astroc les gustaba definir la empresa como una ¡°gestora de suelo¡±. Pero, ?qu¨¦ terrenos gestionaban? La documentaci¨®n para el estreno burs¨¢til fijaba que el valor de los activos de la empresa ascend¨ªa a 609,1 millones de euros. De esa cantidad, el 70% correspond¨ªa a suelo, el 20% a edificios y menos del 10% al alquiler, que la propia firma tacha de ¡°residual¡±. Dado que Astroc destacaba su perfil de administradora de terrenos, su fortaleza deb¨ªa estar en la cartera de 6,65 millones de metros cuadrados de suelo que ten¨ªa en su poder. Pues bien, el 66,4% estaba protegido por la Administraci¨®n y, por lo tanto, en ¨¦l no pod¨ªa levantarse ni un apartamento. Traducido a euros, adem¨¢s, ese 66,4% de suelo protegido no supon¨ªa ni el 12% del valor de la cartera. Un colaborador cercano a Ba?uelos reconoce que el modelo de negocio era ¡°una locura¡±. ¡°Entonces todo nos daba igual. Como norma, el Excel lo aguantaba todo. Siempre¡±, explica.
La empinad¨ªsima diagonal ascendente que dibujaba la cotizaci¨®n Astroc en 2006 solo puede entenderse dentro del contexto de la burbuja inmobiliaria. Las plusval¨ªas que ofrec¨ªa la compraventa de viviendas eran mucho m¨¢s jugosas que las de cualquier otra actividad. Los activos llegaron a revalorizarse un 20% anual en plena euforia. Entre 1997 y 2007, la rentabilidad de la vivienda ¡ªla que da el alquiler y la plusval¨ªa¡ª fue del 16% por a?o, muy por encima de la de cualquier otro sector. El alquiler de casas solo daba en ese periodo el 5%; los fondos de inversi¨®n arrojaban una rentabilidad de apenas el 3,55%; los fondos del mercado monetario, el 2,25%, y la Bolsa ofreci¨® un r¨¦dito del 11,6%.
Astroc ejemplific¨® como nadie la era del dinero f¨¢cil y los excesos del sector
Y aun as¨ª, un 16%, e incluso un 20%, era una rentabilidad muy modesta en un mercado dominado por los excesos. Tanto era as¨ª que muchos clientes que hab¨ªan dado una se?al para reservar un piso sobre plano se encontraban que, cuando ten¨ªan que realizar el siguiente pago, la promotora les ofrec¨ªa el dinero que hab¨ªan entregado y una cantidad extra para que renunciaran al piso. Ello se deb¨ªa a que el mercado hab¨ªa crecido de tal modo que pod¨ªan incrementar el precio y cubrir esa gratificaci¨®n al cliente.
En el sector hay consenso de que la clave para superar esa rentabilidad estuvo en el suelo. Gonzalo Bernardos, uno de los analistas que se atrevi¨® a augurar la llegada de la crisis inmobiliaria en pleno boom, pone un ejemplo muy pl¨¢stico: ¡°A finales de 2002, un promotor adquiri¨® en la ciudad de Tarragona un solar urbano por valor de 950 euros el metro cuadrado de repercusi¨®n. Su expectativa era vender las viviendas a un precio de 2.150 euros el metro cuadrado. Estimaba que los costes totales de la promoci¨®n ser¨ªan aproximadamente de 850 euros el metro cuadrado y, por tanto, que el beneficio alcanzar¨ªa los 350 euros el metro cuadrado. Es decir, sin recurrir a la financiaci¨®n ajena, la rentabilidad obtenida ser¨ªa aproximadamente de un 20%. Sin embargo, mientras planificaba y ejecutaba la promoci¨®n se produjo un gran aumento de la demanda de residencias que comport¨®, en primer lugar, un elevado incremento del precio de la vivienda y, posteriormente, del suelo residencial¡±. Cuando acab¨® la promoci¨®n en 2006, ese promotor pudo vender a un precio mucho m¨¢s elevado, de 3.600 euros por metro cuadrado. En lugar de un margen del 20% logr¨® uno del 100%, del cual el 20% procede de la gesti¨®n de la promoci¨®n ¡ªlo previsto¡ª y el 80% del encarecimiento del suelo.
Ese margen segu¨ªa sin ser suficiente para muchas empresas. La f¨®rmula que mejor permit¨ªa llenar las arcas de las inmobiliarias consist¨ªa en comprar suelos r¨²sticos o todav¨ªa no urbanizables, cuyo precio en principio deb¨ªa ser irrisorio, y esperar su recalificaci¨®n. Era el modelo Astroc. ¡°Ba?uelos no hab¨ªa puesto un ladrillo hasta la salida a Bolsa¡±, ironiza un empresario valenciano del sector. La frase es un tanto exagerada, puesto que hasta entonces el promotor hab¨ªa construido cientos de viviendas en Sagunto, Canet de Berenguer y Oropesa. Pero la promoci¨®n no estaba en el coraz¨®n del negocio de Astroc. Ba?uelos adquir¨ªa suelos en fases previas a la urbanizaci¨®n, ideaba un proyecto, lograba la luz verde para construir en ellos y los revend¨ªa listos para edificar. A eso se refer¨ªa cuando defin¨ªa a Astroc como una ¡°gestora de suelo¡±.
All¨ª donde un ciudadano ve¨ªa solo un campo de naranjos, Ba?uelos imaginaba miles de viviendas con jard¨ªn y garaje, tiendas y complejos deportivos o puertos de lujo.
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