Estreno de la hidra de Fr¨¢ncfort
Como Hidra en la mitolog¨ªa cl¨¢sica, el Banco Central Europeo (BCE) ha tenido la capacidad de generar dos cabezas despu¨¦s de que casi pierde la ¨²nica que ten¨ªa. No hace tanto que el euro se tambaleaba. Ahora estamos frente a una autoridad que re¨²ne no s¨®lo las capacidades monetarias otrora cuestionadas ¡ªal tiempo que intenta ampliar el rango de su acci¨®n cuantitativa¡ª, sino que ahora asume el papel de s¨²per supervisor bancario.
No faltar¨¢n quienes traten de volver a cortar cualquiera de las dos cabezas cada vez que las asome para ejercer su liderazgo. Porque en la pol¨ªtica econ¨®mica europea no hay mucha vida m¨¢s all¨¢ de la que pueda decidirse desde Fr¨¢ncfort. En Berl¨ªn s¨®lo se piensa en austeridad, otros se debaten entre las reformas y la supervivencia, y en Par¨ªs¡ no se sabe ni lo que se piensa. Incluso aunque el BCE contara con un apoyo m¨¢s amplio de los Gobiernos europeos, su tarea no va a ser, en absoluto, sencilla.
Tal vez el mayor condicionante para esta nueva macroinstituci¨®n es lo complicado de evitar las contradicciones en sus mandatos. La estabilidad de precios que rige la pol¨ªtica monetaria es un objetivo que se queda corto en tiempos donde el riesgo es la deflaci¨®n y los mecanismos de reanimaci¨®n se antojan escasos. Si, como sucede ahora, se apuesta por tratar de impulsar el cr¨¦dito por ampliadas v¨ªas de expansi¨®n cuantitativa esto puede chocar con la labor de supervisi¨®n bancaria. Cierto es que la provisi¨®n de liquidez es compatible con la exigencia de solvencia, pero no est¨¢ nada claro que la conjunci¨®n de las pol¨ªticas del ¨²nico ente de decisi¨®n econ¨®mica de referencia en la actualidad europea lleven a un aumento del cr¨¦dito.
El ¡°har¨¦ todo lo necesario¡± de Draghi fue el comienzo. Est¨¢ a¨²n por ver si ¡°ser¨¢ suficiente¡±
La deriva de los hechos ha sido desgraciada porque tras la premier de las pruebas de resistencia y an¨¢lisis de balances, no puede decirse, como se pretend¨ªa, que hay v¨ªa libre para la vuelta del cr¨¦dito. Los balances de un n¨²mero importante de bancos europeos ¡ªla mayor¨ªa no espa?oles¡ª revelan significativa morosidad oculta que no invita a abrir el grifo de la financiaci¨®n. Pero lo peor es que las perspectivas de crecimiento en la eurozona han cambiado. Los TLTRO [targeted longer-term refinancing operations, pr¨¦stamos condicionados del BCE a largo plazo] fueron una gran idea cuando la previsi¨®n macroecon¨®mica era favorable, eran un espaldarazo cuesta abajo. Pero cuesta arriba¡ es otra historia. Con la incertidumbre actual es dif¨ªcil programar una expansi¨®n crediticia a 6, 12 o 24 meses, es dif¨ªcil sentarse en una barra de liquidez programada. El BCE est¨¢ solo porque la mayor¨ªa de los Gobiernos europeos no dan pasos que demuestren cambios estructurales cuando sus econom¨ªas languidecen. Un dato para la reflexi¨®n: el saldo de cr¨¦dito a empresas en la eurozona se encuentra en su nivel m¨¢s bajo desde 2008.
Hay otros aspectos que hacen a¨²n m¨¢s grande el reto del BCE. Unos tienen que ver con su papel de supervisor ¨²nico en una uni¨®n bancaria que ha arrancado con algunos mimbres a¨²n por armar. Sin seguro de dep¨®sitos ¨²nico. Sin una estructura de resoluci¨®n ¨¢gil. Sin potencia de fuego. Nadie se imagina hoy al BCE con capacidad, por ejemplo, para impulsar una fusi¨®n transfronteriza entre dos grandes bancos europeos como consecuencia de un proceso de resoluci¨®n de uno de ellos. No sin muchos ara?azos pol¨ªticos de por medio.
Y un ¨²ltimo aspecto de soledad es que el BCE se quedar¨¢ como gran referencia de la expansi¨®n cuantitativa cuando apenas la ha iniciado. La Reserva Federal de Estados Unidos ya emprende otro camino con toda la l¨®gica de la econom¨ªa real estadounidense, pero con los mercados en contra, temerosos de un s¨ªndrome de abstinencia si los balances de los bancos centrales se estrechan. Mario Draghi ya ha mostrado su capacidad para sacar chisteras, pero ahora son m¨¢s las cabezas donde ha de posarlas. El ¡°har¨¦ todo lo que sea necesario¡± fue el comienzo. La parte de ¡°y ser¨¢ suficiente¡± es la que est¨¢ a¨²n por ver.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Bangor University e investigador de Funcas
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