Econom¨ªa de chistera
En el G20 todos se han sumado a propuestas variopintas, pero cada uno va a lo suyo
Desde las propuestas de la cumbre del G20 hasta las que se realizan en Espa?a por los nuevos partidos pol¨ªticos que se presentan como la gran soluci¨®n a todos los problemas, abundan las chisteras econ¨®micas. Cuando se necesitan est¨ªmulos y sorpresas, sacar conejos de la chistera es todo un arte. El problema es que a veces el truco no sale y el mago queda en evidencia. Europa es un caso claro, necesitada ¡ªDraghi al margen¡ª de ilusionistas inspiradores.
Se lleva tiempo reclamando que la Uni¨®n Europea acompa?e la pol¨ªtica expansiva del BCE con reformas y coordinaci¨®n fiscal. Lo primero parece que no hay manera de que se asuma en el grado preciso en donde m¨¢s se necesita (Italia, por ejemplo) y lo segundo sigue siendo una quimera. Ahora Bruselas se plantea un plan de inversi¨®n en infraestructuras de 300.000 millones pero lo anuncia antes de tenerlo dise?ado. Saca la chistera antes de tener el conejo. Y no va a ser f¨¢cil porque es un plan p¨²blico que quiere financiarse con capital privado pero donde la UE asumir¨ªa el riesgo de las inversiones. El objetivo de inversi¨®n parece adecuado pero el proceder es m¨¢s dudoso. No es que la uni¨®n de lo p¨²blico y lo privado sea compleja desde el punto de vista de pol¨ªtica de competencia y/o de restricciones a las ayudas p¨²blicas al sector privado ¡ªalgo que, seg¨²n ha trascendido, ya presentaba suficientes problemas para este programa¡ª, es que est¨¢ por ver c¨®mo se materializa ese car¨¢cter solidario. Una cosa es un truco que despierte ilusi¨®n y otra es un milagro: que nadie ponga un euro pero que el plan salga adelante.
Y es que, una vez m¨¢s, la voluntad de pa¨ªses como Alemania para este tipo de acciones es casi nula. Alemania es el amigo que nunca te pide dinero, que siempre pone su parte cuando la comida se paga a escote, pero del que no cabe esperar que invite, ni mucho menos que d¨¦ propina. Tan justo como desabrido. Alemania se present¨®, sin ir m¨¢s lejos, en el G20 con un plan de inversiones a tres a?os, insuficiente a todas luces. La cumbre fue un recital de sombrerer¨ªa. Todos han ido a sumar variopintas propuestas tratando de se?alizar al mundo que hay coordinaci¨®n cuando, en realidad, cada uno va a lo suyo. As¨ª lo deja claro el comunicado final, aunque hable por primera vez de temas de calado como la reestructuraci¨®n ordenada de la deuda.
En todo caso, se est¨¢ hablando de crecimiento con mucha ligereza. Todos nos traemos a la boca lo de ¡°estimular la demanda¡± pero esto es s¨®lo posible con reformas que den impulso y sostenibilidad a cada acci¨®n y eso requiere reconocer que no puede hacerse de la noche a la ma?ana. Esto en Espa?a se explica poco, porque es m¨¢s f¨¢cil decir ¡°lo har¨¦¡± que explicar los sacrificios que conlleva, algo que deliberadamente eluden en sus declaraciones los nuevos partidos que pasean un recetario poco espec¨ªfico de f¨®rmulas econ¨®micas.
El dilema para Europa sigue siendo la brecha entre controlar la deuda ¡ªen niveles casi insostenibles¡ª y relanzar la econom¨ªa. Hace falta tiempo y reformas. La pol¨ªtica monetaria consigue un truco result¨®n: que esto sea un bucle en el que no nos hundimos pero tampoco sacamos cabeza. El problema es que al final, entre tanto, de la chistera salga un cisne negro.
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