Alemania asiste con preocupaci¨®n a su p¨¦rdida de poder en el BCE
El Bundesbank logra un consuelo con la limitaci¨®n del riesgo si hay problemas
El presidente del Bundesbank se enfrenta a su hom¨®logo franc¨¦s porque teme las tentaciones de usar el Banco Central Europeo como fuente de financiaci¨®n para los Estados con problemas presupuestarios. La escena parece actual, pero ocurri¨® en 1988, cuando se dise?aba la arquitectura de la uni¨®n monetaria. ¡°Ahora estamos en medio de una crisis de deuda, y los argumentos de los dos bandos no han cambiado demasiado desde entonces¡±, se?al¨® el mes pasado Jens Weidmann, el hombre que ahora dirige el banco central alem¨¢n.
Los argumentos quiz¨¢s son parecidos, pero las circunstancias no. Porque hace tiempo que el BCE no logra la estabilidad de precios que los alemanes defienden. Y, sobre todo, porque el antes todopoderoso Bundesbank acaba de encajar una importante derrota con la aprobaci¨®n del programa de compra de deuda contra el que lleva meses luchando. Parece como si el BCE, creado a imagen y semejanza del Bundesbank, hubiera acabado por matar al padre.
¡°Draghi ha aprobado los eurobonos que Merkel dijo que no existir¨ªan¡±, dice Sinn
La derrota ha sido importante, pero no total. Alemania ha logrado un premio de consolaci¨®n: en caso de impago de la deuda comprada, el Eurobanco solo responder¨¢ por uno de cada cinco euros, El resto deber¨¢ abonarlo el banco central del pa¨ªs en cuesti¨®n.
¡°Al final se ha alcanzado una soluci¨®n de compromiso. El BCE no comprar¨¢ bonos basura y cada pa¨ªs se har¨¢ cargo del 80% de las posibles p¨¦rdidas. Estas limitaciones alivian la preocupaci¨®n por una mutualizaci¨®n indeseada de la deuda¡±, asegura Clemens Fuest, presidente del Centro de Investigaci¨®n Econom¨ªa. ¡°El BCE acaba de convertir en eurobonos el 20% de todo el papel que compre. La se?ora Angela Merkel dijo que mientras ella viviera no habr¨ªa eurobonos. Esto es algo importante¡±, se?ala Hans-Werner Sinn, el ultraortodoxo y muy pol¨¦mico presidente del think-tank muniqu¨¦s Ifo. ¡°Nosotros defend¨ªamos que la compra de deuda solo pod¨ªa producirse en caso de absoluta urgencia. Y no vemos esa urgencia. Pero el BCE lo ha aprobado por mayor¨ªa y tenemos que aceptar las reglas¡±, tercian fuentes del Bundesbank. El presidente del BCE, Mario Draghi, ech¨® mano de la diplomacia para resumir sus diferencias con Alemania: ¡°Las diferentes lecturas de la realidad provocan urgencias distintas para actuar¡±.
Pero la batalla que el jueves se escenific¨® en Fr¨¢ncfort va m¨¢s all¨¢ del Bundesbank. El paso dado por Draghi ha tocado la fibra sensible de los centros de poder de la primera econom¨ªa del euro. El Gobierno insiste en su respeto a la independencia del banco central, pero no hace demasiados esfuerzos por ocultar sus pegas. ¡°Hay que evitar que las acciones del BCE disminuyan la presi¨®n para que los pa¨ªses mejoren su productividad¡±, dijo Merkel este lunes en la Bolsa de Fr¨¢ncfort ante un millar de invitados entre los que estaban Draghi y Weidmann.
Las cr¨ªticas al denominado quantitative easing no vienen solo porque, al mejorar la situaci¨®n de los pa¨ªses del sur, puedan olvidarse de unas reformas que Berl¨ªn considera imprescindibles. Tambi¨¦n obedece a la preocupaci¨®n de los ahorradores alemanes por unos tipos de inter¨¦s que se perpet¨²en en m¨ªnimos ad eternum.
¡°Las medidas adoptadas favorecen que se tergiverse, una vez m¨¢s, la situaci¨®n econ¨®mica de los pa¨ªses europeos. Debilitan los est¨ªmulos para que los pa¨ªses del sur ajusten sus cuentas p¨²blicas. Y suponen un peligro, porque pueden favorecer la inflaci¨®n a largo plazo, en perjuicio de los ahorradores alemanes¡±, se?ala Joachim Pfeiffer, portavoz de Econom¨ªa del grupo parlamentario de la CDU, el partido democristiano.
No son solo Merkel y Weidmann. Las cr¨ªticas al BCE se oyeron el jueves en sectores tan heterog¨¦neos como los poscomunistas de Die Linke o los representantes de la industria y de las finanzas. Incluso un peri¨®dico tan poco dado a hablar pol¨ªtica monetaria como el populista Bild alertaba el lunes a toda p¨¢gina de que el destino del euro se decid¨ªa esta semana. ¡°Si un Estado suspende pagos, el BCE lo pagar¨ªa y los pa¨ªses, tambi¨¦n Alemania, tendr¨ªan que subir impuestos¡±, alertaba el tabloide.
Pese a su malestar, Merkel sabe ya hace tiempo que la decisi¨®n era inevitable. Y Draghi, consciente de que Alemania no es solo un miembro m¨¢s de la eurozona, se ha trabajado su voluntad con visitas a Berl¨ªn en las que se ha visto con la canciller y mostrando su mejor cara ante los medios de comunicaci¨®n. ¡°Muchos alemanes me dicen: ¡®Este italiano nos va a llevar a la inflaci¨®n¡¯. Pero no saben que mi experiencia con la inflaci¨®n es mucho m¨¢s cercana que la suya, porque hizo desaparecer la herencia de mi padre¡±, confesaba al prestigioso semanario Die Zeit la semana pasada.
Frente a las cr¨ªticas, tambi¨¦n han llegado aplausos. ¡°El programa constituye un paso necesario para superar la crisis. No tiene por qu¨¦ gustarnos, pero debemos apoyarlo para darle a Europa una perspectiva de futuro¡±, asegura Marcel Fratzscher. O, como resum¨ªa la versi¨®n digital de Die Zeit: ¡°Muchos creen que estamos ante el fin del mundo. Que se frenar¨¢n las reformas en el sur, llegar¨¢ la inflaci¨®n y acabaremos pagando la dejadez de los franceses e italianos. Alemania no necesita un impulso monetario. Pero el BCE no se ocupa solo de Alemania, sino de todos los miembros de la eurozona. Y ahora les toca a ellos¡±.
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