La empresa se juega su papel social
El compromiso corporativo con el medio ambiente, la conciliaci¨®n familiar o la corrupci¨®n es insuficiente y a menudo se reduce a declaraciones de intenciones
Quiz¨¢ no haya o¨ªdo hablar de la responsabilidad social corporativa (RSC). No tema, m¨¢s de la mitad de los espa?oles declaran no tener ni idea de qu¨¦ significan esas tres palabras que mueven millones de euros en certificaciones, asesor¨ªas, sellos de calidad y cientos de toneladas de informes. La empresa espa?ola est¨¢ dividida sobre el significado de ser o no ser socialmente responsable. El concepto remit¨ªa a principios de los noventa al respeto del medio ambiente y despu¨¦s fue girando hacia actividades de patrocinio y mecenazgo, con un enorme tufo a lo que alg¨²n experto define como el ¡°buenismo corporativo¡±.
Hoy las empresas que trabajan para actuar de forma sostenible ¡ªno se enga?e, son solo un pu?ado¡ª saben que les va en el bolsillo. Han interiorizado que ayudar a que sus empleados concilien su trabajo con su vida aumentar¨¢ la productividad y, por tanto, sus beneficios. Constatan que si ponen alarmas internas contra la corrupci¨®n, en el futuro podr¨¢n librarse de un agujero en sus cuentas tras verse envueltos en esos sucios casos que tanto indignan a los ciudadanos. S¨ª, se?oras y se?ores (sus potenciales clientes) que pueden incendiar Twitter con la noticia de que tal o cual multinacional utiliza a ni?os de India para coser pantalones en cuartuchos inmundos.
Pero no todo es tan f¨¢cil. Ni los grupos m¨¢s poderosos y obligatoriamente transparentes han sido capaces de hacer gestos que a cualquiera le parecer¨ªan de lo m¨¢s sensato: el 94% de las empresas presentes en el Ibex 35 sigue teniendo sociedades radicadas en para¨ªsos fiscales. Espa?a lo permite, la sociedad lo tolera.
La legislaci¨®n sobre responsabilidad corporativa es tan laxa que de los 3,1 millones de empresas que hay en el pa¨ªs, apenas un 0,008% tienen que cumplir alg¨²n tipo de exigencia al respecto. Y en todo caso es suficiente con aplicar el principio comply or explain, cumplir o explicar por qu¨¦ no cumples. En cambio, en lugares como Noruega lo llevan en las venas. El Gobierno n¨®rdico ha invertido los 636.270 millones de euros que produce su petr¨®leo en compa?¨ªas ¨¦ticamente responsables: no apuesta un c¨¦ntimo en empresas que producen armas nucleares, tabaco o que hayan sido acusadas de violar los derechos humanos. En su lista negra est¨¢n Boeing, Airbus, Wal-Mart o Philip Morris.
Claro que en Noruega el 82% de las mayores empresas, seg¨²n una encuesta publicada recientemente por Novethic, una fundaci¨®n francesa respaldada por el grupo Caisse des Dep?ts, ejercen pol¨ªticas de inversi¨®n responsable (RI). Ese porcentaje en Espa?a es s¨®lo el 54%, mientras que en los Pa¨ªses Bajos alcanza el 84% y en Reino Unido el 68%. ¡°Los inversores espa?oles est¨¢n intentando llegar al nivel de sus colegas europeos en RSC. Proteger su reputaci¨®n se convierte en algo crucial, pero hay espacio para mejorar¡±, concluye el informe. Es el enorme espacio que queda por delante de lo que Milton Friedman condensaba en esta frase: ¡°La ¨²nica responsabilidad de la empresa es aumentar sus ganancias¡±, sin m¨¢s l¨ªmite que el cumplimiento de la ley. Bastar¨ªa con que la Administraci¨®n espa?ola se obligase a contratar con empresas socialmente responsables para que las cosas empezasen a cambiar. Pero para la patronal la palabra ¡°obligaci¨®n¡± escuece.
Orencio V¨¢zquez, coordinador del Observatorio Espa?ol de la RSC, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro integrada por ONG, sindicatos y asociaciones de consumidores, recuerda que, salvo en temas de gobierno corporativo, el nivel de informaci¨®n exigida es pr¨¢cticamente inexistente. ¡°Hubo un intento de cambiar las cosas con la Ley de Econom¨ªa Sostenible [aprobada por el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero], pero no qued¨® desarrollada. El Consejo de Estado elabor¨® un conjunto de indicadores para acreditar un modelo de empresas responsables, pero tampoco se ha traspuesto a una regulaci¨®n¡±.
El Parlamento Europeo aprob¨® el 22 de octubre pasado una directiva sobre divulgaci¨®n de informaci¨®n no financiera a la que se someter¨¢n empresas de m¨¢s de 500 trabajadores, con datos relativos, como m¨ªnimo, a ¡°cuestiones medioambientales y sociales, del personal, derechos humanos y sobre la lucha contra la corrupci¨®n y el soborno¡±. Si una el¨¦ctrica, por ejemplo, hubiese arruinado un ecosistema con la construcci¨®n de una presa en cualquier lugar del mundo, bastar¨ªa con que lo mencionase en estos informes para cumplir con la ley de bases comunitaria, que s¨®lo afectar¨¢ a unas 130 empresas espa?olas que ahora no est¨¢n sometidas a la transparencia exigida a las firmas cotizadas. Es tal el grado de voluntarismo que incluso deja en manos de los Estados miembros si obliga a que un auditor independiente compruebe si la informaci¨®n es cierta; o el r¨¦gimen sancionador aplicable.
Espa?a tiene de plazo hasta diciembre de 2016 para trasladar la directiva, que parece no preocupar a la patronal. La presi¨®n de los lobbies corporativos en Europa, como BusinessEurope, del que forma parte la CEOE, fue, seg¨²n el diario brit¨¢nico The Guardian, decisiva para que esta legislaci¨®n naciese totalmente descafeinada. ¡°Partimos de la premisa de que la voluntariedad debe animar a las empresas a trabajar en esto¡±, asegura una fuente de la CEOE. ¡°?No ser¨¢ que en lugar de un modus operandi de la empresa estamos incurriendo en un modus vivendi de ciertas organizaciones o personas?¡±, deslizan los empresarios, cubriendo con un oscuro manto ese inmenso negocio paralelo de asesoramiento y verificaci¨®n que ha generado la RSC. ¡°Pensamos que el camino para tener m¨¢s conciencia corporativa no est¨¢ en pseudonormativas. Las certificaciones, distintivos, verificaciones¡ no pueden convertirse en cuasi legislaci¨®n. Tampoco podemos apoyar esta tendencia a confundir transparencia con rendici¨®n de cuentas y medici¨®n de resultados por parte de terceros¡±, insiste la CEOE.
Espa?a es el cuarto pa¨ªs del mundo donde se publican m¨¢s informes anuales en RSC y cuenta con m¨¢s de 70 c¨¢tedras universitarias sobre la materia. En algunos est¨¢ndares internacionales, como los informes del Global Reporting Initiative (una organizaci¨®n que impulsa la elaboraci¨®n de memorias de sostenibilidad), el expediente corporativo de los grandes grupos ib¨¦ricos es brillante. Tom¨¢s Sercovich, el director de relaciones externas de For¨¦tica, una asociaci¨®n de 240 empresas y profesionales centrada en la RSC, admite que Espa?a se ve¨ªa como uno de los pa¨ªses l¨ªderes en cuanto a la cantidad de informes de RSC que produc¨ªa, ¡°pero nos dimos cuenta de que no necesariamente eran una representaci¨®n verdadera de la gesti¨®n de las empresas. Ese es uno de los problemas: entender que esto no es un ejercicio de marketing o comunicaci¨®n¡±. Considera que las corporaciones tienen que enfrentar a trav¨¦s de la RSC a enormes desaf¨ªos, como la corrupci¨®n o el desempleo. ¡°Poco a poco se generar¨¢ un efecto cascada que llegar¨¢ a las empresas m¨¢s peque?as¡±.
El presidente de Economistas sin Fronteras, Jos¨¦ ?ngel Moreno, es muy pesimista sobre el futuro. Cree que la RSC es ¡°absolutamente ret¨®rica¡±, y que las pol¨ªticas se aplican ¡°s¨®lo cuando generan valor a corto plazo. Lo que acaba primando es un car¨¢cter centrado en la imagen. Desde 2002 se ha desarrollado una parafernalia impresionante de herramientas en la empresa, pol¨ªticas, c¨®digos¡, hay un inmenso negocio de certificaci¨®n, asesoramiento y consultor¨ªa alrededor. En la pr¨¢ctica, aunque es verdad que ha servido de algo, ha quedado reducido a un aspecto epid¨¦rmico, superficial, no a la forma en que la empresa plantea su negocio¡±.
Europa ha ampliado la obligaci¨®n de informar a s¨®lo 130 empresas espa?olas m¨¢s all¨¢ de las firmas cotizadas
Dejando al margen a las pymes, donde es pr¨¢cticamente imposible encontrar datos aproximados, uno de los medidores m¨¢s fiables del grado de compromiso de las grandes empresas est¨¢ en los estudios que realiza el Observatorio de RSC. Cada a?o elabora un ¨ªndice de las empresas del Ibex m¨¢s responsables en pol¨ªticas de medio ambiente, derechos humanos, derechos laborales, corrupci¨®n y consumo. Su ¨²ltimo ranking, de 2012, lo encabezan Red El¨¦ctrica, Inditex, Telef¨®nica, Gas Natural e Iberdrola. En los ¨²ltimos puestos figuran Acerinox, Grifols, T¨¦cnicas Reunidas, Dia y Amadeus. Pero insistentemente el informe llama la atenci¨®n sobre las dificultades para encontrar informaci¨®n contrastada y homog¨¦nea. Porque prima el principio de ¡°cumplir o explicar¡±. Algo que, para Marta de la Cuesta, directora de la c¨¢tedra Telef¨®nica-UNED de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad, ¡°es efectivo en pa¨ªses anglosajones, donde no decir algunas cosas tiene consecuencias hasta judiciales¡±. En Espa?a no, aunque esa voluntariedad, analiza, ¡°sea un primer paso¡±.
La ¨²ltima de las corrientes en RSC est¨¢ en lo que Pedro Ramiro, coordinador del Observatorio de Multinacionales en Am¨¦rica Latina y experto en la materia, define como capitalismo inclusivo: ¡°Los programas de RSC tienden a tener retornos econ¨®micos. Un ejemplo ser¨ªa el de los grandes bancos, como BBVA y Santander, y sus planes para facilitar microcr¨¦ditos. Les servir¨¢n para hacer nuevos clientes y consumidores cuando los que accedan a esos programas se consoliden como clases medias. Nada es inocente¡±. En el fondo, concluye, ¡°las constructoras siguen vinculadas a los grandes desarrollos urban¨ªsticos, las petroleras contin¨²an consiguiendo recursos de lugares con gran biodiversidad, los bancos extienden sus ¨¢reas de negocio a servicios p¨²blicos que no deber¨ªan estar supeditados al capital privado¡±.
No lo ve as¨ª Isabel Garro, directora general de la Red Espa?ola del Pacto Mundial de Naciones Unidas, una iniciativa propuesta por el Foro Econ¨®mico Mundial en 1999 con Kofi Annan al frente. El pacto es una propuesta con 10 puntos al que se adhieren empresas que comparten conductas basadas en principios universales. Lo han firmado 2.700 y 406 de ellas son socias. Este a?o ha aumentado en un 30% el n¨²mero de entidades adheridas. ¡°Estos informes son escrutados por grupos de inter¨¦s, las empresas saben que tienen que controlar sus riesgos. Cualquier impacto negativo en cuestiones como los derechos humanos al d¨ªa siguiente lo pueden leer en la prensa y les puede destrozar la reputaci¨®n, as¨ª que se lo est¨¢n tomando muy en serio¡±.
Aldo Olcese, miembro del Consejo Estatal para la Responsabilidad Social Empresarial (CERSE) y autor de numerosas publicaciones al respecto, cree que las grandes corporaciones pueden dedicar dinero y recursos a posicionarse en listados como el GRI. Defiende que hasta el capitalista m¨¢s duro puede llegar a comprender lo importante de asumir cambios en su forma de gesti¨®n hacia pol¨ªticas de sostenibilidad, pero detecta cierta obsesi¨®n por salir bien en esos rankings. ¡°Para ser sobresaliente hay que incorporar nuevas actuaciones que no est¨¢n en las m¨¦tricas convencionales¡±, asegura.
El dudoso premio de actuar bien
Hay ¨ªndices de Bolsa basados en los pecados capitales (el de la gula est¨¢ compuesto por empresas como McDonald¡¯s o Diageo). Los hay que orientan al inversor hacia las compa?¨ªas m¨¢s sucias y amorales, y a pesar de ello obtienen altas rentabilidades. Por fortuna cada vez son m¨¢s los mercados que crean listados de valores que cumplen con los criterios de buenas pr¨¢cticas en responsabilidad social corporativa (RSC).
La Bolsa de Londres elabora el FTSE4Good para Espa?a, compuesto por valores del Ibex 35. Este ¨ªndice estaba asesorado hasta el a?o pasado por Eiris, una organizaci¨®n brit¨¢nica con oficinas en Londres que en Espa?a colabora con la ONG Ecodes. Ambas realizan los diagn¨®sticos con los que se construye el listado. Marta Ferrer, responsable de An¨¢lisis de Sostenibilidad en esa fundaci¨®n, explica que sus estudios se basan no en una auditor¨ªa interna, sino en la informaci¨®n p¨²blica y la que les aportan las propias compa?¨ªas. ¡°Establecemos una vigilancia sobre las empresas para comprobar que no se vulneran los criterios sobre los que hemos trabajado. Las sociedades cotizadas han avanzado mucho en este campo y se est¨¢n dando cuenta de lo importante que es el activismo accionarial. Cada vez m¨¢s accionistas les han comenzado a exigir un mejor comportamiento en determinados aspectos¡±.
En el ¨¢mbito comunitario, uno de los ¨ªndices m¨¢s fuertes es el Dow Jones Sustainability Europe Index, pero ni uno ni otro, comparados con sus hermanos mayores (el Ibex?35 y el EuroStoxx 50, que re¨²ne las 50 primeras empresas por capitalizaci¨®n de la zona euro), ofrecen evoluciones mejores en los ¨²ltimos cinco a?os en t¨¦rminos de rentabilidad (ver gr¨¢fico p¨¢gina 3).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.