Deudocracia
La deuda ha sido hist¨®ricamente el preludio de otros conflictos
?Hasta qu¨¦ punto somos los ciudadanos responsables de la deuda p¨²blica acumulada? Desde que se implementaron los primeros programas de rescate para Grecia se viene discutiendo si la pertenencia a la UE o al euro est¨¢ minando el papel de la democracia en la medida en que la condicionalidad impuesta limita el margen para pol¨ªticas de los gobiernos elegidos en las urnas.
Este argumento parece el reverso del que muchas veces se ha esgrimido desde Alemania: que la pertenencia a la UE obliga a sus ciudadanos a asumir deudas de otros pa¨ªses que no les corresponden. Tanto una posici¨®n como otra parecen incompletas e incluso ventajistas. Muchas familias y empresas est¨¢n muy endeudadas. Sin embargo, cuando se trata del Estado, el ciudadano tiende a no asumir esa deuda como propia. Si en el seno de nuestra familia o negocio elegimos un administrador de nuestro patrimonio dif¨ªcilmente le dejar¨ªamos seguir haciendo su labor si s¨®lo nos lleva a acumular m¨¢s deuda. Sin embargo, habr¨ªa que preguntarse hasta qu¨¦ punto este tipo de comportamientos pesa en los votantes cuando eligen a sus representantes en los ayuntamientos o a cualquier otro nivel administrativo.
Incluso cuando las arcas se vac¨ªan y el gasto se restringe, la deuda parece algo ex¨®geno, incluso esot¨¦rico. Claro est¨¢ que el aumento de la deuda se ha debido tambi¨¦n a otras cosas como los rescates bancarios o a una mala administraci¨®n de las cuentas p¨²blicas. Pero la falta de sostenibilidad del gasto p¨²blico se produce por desequilibrios acumulados y por falta de crecimiento econ¨®mico que respalde las refinanciaciones de deuda. En Europa, la visi¨®n m¨¢s extrema de esta falacia de considerar la deuda p¨²blica como algo ajeno es la de vender que fuera de la moneda ¨²nica se puede estar mejor, que ¡°solos nos ir¨¢ mejor¡±. Cuando se vende esa idea hay que ser responsable con las consecuencias, sobre todo si los ciudadanos acaban concediendo el voto a sus proponentes. Syriza tiene ahora un problem¨®n en Grecia porque ha sido elegida con legitimidad democr¨¢tica pero la ¨²nica salida que parece quedarle para dar viabilidad a su deuda es desnaturalizarse, renunciando a la mayor parte de las promesas que hizo a sus ciudadanos. Lo que proponen partidos como Syriza es aliviar la deuda hoy para implantar pol¨ªticas que la sigan aumentando m¨¢s adelante¡ sin reformas que le den sostenibilidad al plan. Salidas r¨¢pidas que son pan para hoy y devastaci¨®n para ma?ana.
La mejor garant¨ªa de que los ciudadanos puedan internalizar la importancia de controlar la deuda y el gasto es que se hagan frente a las obligaciones. El problema es que tiene que producirse en un marco de viabilidad. Y con Grecia se ha superado el tope. Hasta el punto de que a los griegos ya les debe dar igual si la deuda es sostenible o no porque lo que quieren es contar con una vida m¨ªnimamente digna. Hacer pagar una deuda no debe ser imponer un castigo sino hacerlo posible en un marco que permita respirar a la generaci¨®n actual y venideras. Para eso, Grecia debe ofrecer un plan de viabilidad que supone reformas y que dif¨ªcilmente puede elaborar en 48 o 72 horas un gobierno que no pretend¨ªa hacerlas.
Algunos seguir¨¢n hablando de ¡°deudocracia¡± y otros seguir¨¢n aferrados a la disciplina del castigo. Europa sigue sin puntos medios y parece condenada a aprender por el camino m¨¢s dif¨ªcil. La deuda ha sido hist¨®ricamente el preludio de otros conflictos y problemas. Algo deber¨ªamos haber aprendido para evitarlos con la democracia.
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