Muchas inflaciones
Los precios en terreno negativo no son asumibles de forma indefinida
La ca¨ªda de precios en Espa?a parece moderarse (-0,7% en marzo frente a -1,1% en febrero) pero siguen bajando. ?Es motivo de preocupaci¨®n? De momento, no. Pero todo puede cambiar de forma s¨²bita y conviene anticiparse. La teor¨ªa convencional sugiere que la deflaci¨®n tendr¨ªa efectos devastadores. Los consumidores, ante la expectativa de mayores bajadas de precios, esperar¨ªan para realizar sus compras. La retracci¨®n del consumo da?ar¨ªa los beneficios empresariales y har¨ªa caer la inversi¨®n y el empleo. Sin embargo, no parece que Espa?a sea hoy ese lugar donde los consumidores restringen su consumo esperando mejores precios. Donde se acumula ahorro y liquidez frenando dr¨¢sticamente la inversi¨®n. La deflaci¨®n m¨¢s preocupante tendr¨ªa que venir explicada por la debilidad de la demanda en lugar de por factores de oferta como la ca¨ªda de precios del crudo.
De acuerdo con la experiencia hist¨®rica puede asumirse, incluso, que hay per¨ªodos en los que las bajadas de precios en bienes de consumo no tienen un efecto negativo sobre el crecimiento econ¨®mico (tampoco necesariamente positivo). Eso s¨ª, los precios en terreno negativo no son asumibles de forma indefinida. En particular en pa¨ªses con Espa?a con elevado endeudamiento privado y desempleo. Si los precios persisten en niveles reducidos o negativos, las deudas se hacen m¨¢s dif¨ªciles de pagar en t¨¦rminos reales. Esto supone una vulnerabilidad importante para afrontar, por ejemplo, una recesi¨®n. En Espa?a, actualmente, este escenario no se divisa. M¨¢s bien al contrario, las previsiones son al alza. Pero los riesgos de medio plazo persisten en una Europa que no acaba de despegar y en un contexto financiero internacional incierto, plagado de experimentos monetarios. De ah¨ª que en Europa se temiera tanto una tercera recesi¨®n porque los precios reducidos no ser¨ªan ventajosos para el consumidor, simplemente porque no tendr¨ªa ingresos para gastar ya que su renta se reducir¨ªa o habr¨ªa perdido su empleo. Esto tambi¨¦n debe hacernos reflexionar sobre el hecho de que, en un contexto de recuperaci¨®n pero entre crecientes desigualdades, la inflaci¨®n va por barrios. Hay muchas inflaciones.
?Qui¨¦n puede controlar estos riesgos? Se supone que las autoridades monetarias, las mismas que se han visto abocadas, en ausencia de otras reacciones, a liderar la respuesta ante la crisis. En Estados Unidos, con el desempleo cerca de su nivel estructural y con la inflaci¨®n en niveles reducidos, se plantean ya una subida de tipos porque temen un efecto rebote de los precios tras las inyecciones de liquidez realizadas en los ¨²ltimos a?os. A¨²n as¨ª, crecen las voces cr¨ªticas ¡ªdentro de la propia Reserva Federal¡ª que creen que la subida de tipos es prematura y podr¨ªa ser muy da?ina. En todo caso, ser¨ªa un experimento hasta cierto punto controlado, desde un nivel de desempleo envidiable.
En Europa, sin embargo, el BCE ha abanderado la necesidad de crear inflaci¨®n como la respuesta oficial que justifica la expansi¨®n cuantitativa de compra de bonos (QE, Quantitative Easing), cuando las necesidades de liquidez pesan tanto o m¨¢s. En realidad, el BCE trata de buscar caminos para trascender su mandato de control de inflaci¨®n porque lo realmente preocupante en Europa es el desempleo. Que el denominado QE haya estado acompa?ado de creaci¨®n de empleo en Estados Unidos tiene que ver con la oportunidad temporal de la intervenci¨®n pero tambi¨¦n con la estructura del mercado de trabajo. En Europa, muchos mercados de trabajo siguen requiriendo reformas. Est¨¢ por ver que el QE tenga efectos reales por esa v¨ªa, al menos en algunos pa¨ªses. Porque hay muchas inflaciones en la Eurozona.
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