La dudosa econom¨ªa del buen samaritano
La filantrop¨ªa vive una edad de oro pero no logra librarse de su imagen de d¨¢diva
John Paulson, el inversor que predijo el hundimiento del mercado inmobiliario en Estados Unidos, don¨® a principios de mes 400 millones de d¨®lares a la Universidad de Harvard; y se mont¨® un gran l¨ªo. La mayor cantidad de dinero que recib¨ªa la instituci¨®n en sus 379 a?os de vida incendiaba las redes sociales. Malcolm Gladwell, articulista de The New Yorker, tuite¨®. ¡°O ayudar a reducir la pobreza o dar a la universidad m¨¢s rica del planeta 400 millones que no necesita. ?Sabia elecci¨®n John!¡± Y continu¨®: ¡°Lo pr¨®ximo de John Paulson: voluntario en la tienda de Herm¨¨s de Madison Avenue. ?Hagamos un establecimiento con verdadera clase mundial!¡±. Este enfrentamiento demuestra que regalar dinero no resulta, parad¨®jicamente, nada f¨¢cil.
Pese a todo, la filantrop¨ªa se encuentra en su nivel m¨¢s alto de la historia. Las 31 mayores fundaciones de Estados Unidos ¡ªel principal donante del planeta¡ª manejan 148.700 millones de d¨®lares en activos, seg¨²n un estudio del peri¨®dico The Chronicle of Philanthropy. Solo la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates ¡ªla mayor organizaci¨®n de esta clase del mundo¡ª gestiona 43.500 millones al a?o. Y en 2014 destin¨® 3.900 millones de d¨®lares a programas, sobre todo, sanitarios.
Pero una industria que genera tales vol¨²menes de dinero proyecta sombras. ?Se destinan esas cantidades a las causas correctas? ?Est¨¢ reemplazando la filantrop¨ªa al Estado? ?Menoscaba la democracia que los multimillonarios del planeta decidan cu¨¢les son las prioridades sociales?
Los an¨¢lisis var¨ªan. Peter Singer, profesor de Bio¨¦tica de la Universidad de Princeton, advierte por correo electr¨®nico que vivimos una situaci¨®n de urgencia moral. ¡°El a?o pasado murieron 6,3 millones de ni?os en el mundo por causas evitables relacionadas con la pobreza. Es como si 34 aviones Jumbo hacinados de chicos se estrellaran todos los d¨ªas matando a todos los que viajan a bordo. Si esto sucediese y pudi¨¦ramos al menos reducir el n¨²mero de muertes, ?no ser¨ªa urgente?¡±.
Imposible ignorar el acelerado tic-tac del reloj. Una parte de esa prisa justifica el cambio generacional que vive la filantrop¨ªa. Los j¨®venes emprendedores que han amasado una fortuna en los aleda?os de Silicon Valley toman el relevo a los millonarios de Wall Street. La lista de los 50 mayores donantes de The Chronicle radiograf¨ªa el cambio. Porque tal vez Bill y Melinda Gates contin¨²en siendo los grandes fil¨¢ntropos del planeta (en 2014 donaron 1.500 millones de d¨®lares), pero ya aparecen en la lista Jan Koum (cuarto puesto), cofundador de WhatsApp, quien dio 556 millones de d¨®lares el a?o pasado o San Parker (quinto), presidente de Facebook, que ha entregado 550 millones. Es m¨¢s, entre los 12 principales mecenas, surgen los nombres de Pierre Omidyar, creador de eBay o Sergu¨¦i Brin, uno de los arquitectos de Google.
Parece que se extinguen lo que alguien llam¨® con iron¨ªa Filantroposaurus Rex. Millonarios cl¨¢sicos procedentes de las finanzas. Ahora aparece una generaci¨®n tecnol¨®gica y joven pero que todav¨ªa enfrenta antiguos desaf¨ªos. ¡°Uno de los grandes riesgos ocultos [de la filantrop¨ªa] es que en un tiempo de dificultades econ¨®micas en todo el planeta los pol¨ªticos tengan la tentaci¨®n de entender esta actividad como un sustituto del gasto p¨²blico¡±, alerta Rhodri Davies, responsable del programa Giving Thought, de la Charities Aid Foundation. Contado de otra forma. ¡°El peligro radica en que se convierta en un pe¨®n dentro del juego pol¨ªtico y su reputaci¨®n salga da?ada¡±, precisa Rhodri Davies. Aunque tampoco resulta f¨¢cil la vida del fil¨¢ntropo. El banco BNP Paribas narra que estos samaritanos econ¨®micos se enfrentan a dificultades como ¡°peticiones desproporcionadas en relaci¨®n a la cuant¨ªa de sus donativos o expectativas no reales de los resultados que se podr¨ªan obtener¡±.
Sobre esa fragilidad, la filantrop¨ªa se reinventa con el ¡°altruismo efectivo¡¯, que significa intentar hacer tanto bien como sea posible con cada d¨®lar y cada hora que tenemos¡±, observa Sean Conley, analista de la consultora GiveWell. A la vez que persigue superar sus debilidades: una end¨¦mica falta de transparencia y el peligro de que un grupo de multimillonarios sean quienes impongan cu¨¢les son las prioridades sociales del planeta.
A este espacio de entregar dinero le resulta dif¨ªcil hallar un equilibrio dentro de sus propias paradojas. ¡°C¨®mo usar la filantrop¨ªa para enfrentar la inequidad cuando la filantrop¨ªa solo es posible como resultado de la inequidad¡±, reflexiona Davies. Este es el principal desaf¨ªo que encara. El otro son los n¨²meros. La ONG The Rules sostiene que los pa¨ªses ricos aportan a los pobres 130.000 millones de d¨®lares al a?o. Pero, a la vez, obtienen 900.000 millones a trav¨¦s de la fijaci¨®n de precios comerciales abusivos, 600.000 millones en intereses de la deuda y 500.000 al acceder a mano de obra barata y materias primas. Dos billones de d¨®lares que pasan de las naciones m¨¢s pobres a las m¨¢s ricas. Sin este abuso continuado quiz¨¢ la filantrop¨ªa ser¨ªa el vestigio de un tiempo donde el Filantroposaurus Rex nunca rein¨®.
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