¡°He tenido 130 contratos en dos a?os¡±
Crece el n¨²mero de espa?oles sometidos a contratos de menos de una semana Viven en un r¨¦gimen de provisionalidad, sin vacaciones, bajas y a la espera de una llamada
La vida laboral de un espa?ol medio, lo que algunos llamar¨ªan de forma rom¨¢ntica ¡°una carrera¡±, puede componerse de cinco, seis o siete contratos. La de David Pena, con solo 32 a?os, es una novela rusa de varias p¨¢ginas y unas 130 altas y bajas de la Seguridad Social en los ¨²ltimos dos a?os. Una semana, dos d¨ªas, incluso horas. ¡°Una vez me contrataron por una hora y termin¨¦ haciendo 24¡±, recuerda con humor en la cocina de su casa de Villestro, en una peque?a urbanizaci¨®n a las afueras de Santiago de Compostela donde vive con su madre, discapacitada al 73%, y su t¨ªa jubilada de 71 a?os. Monta escenarios, es transportista, comercial de electricidad, descarga furgonetas y carga con lo que sea sobre su robusta espalda. Su rostro es el preciso retrato de la temporalidad. La gran enfermedad del mercado laboral espa?ol.
Centenares de miles de espa?oles entran y salen como zombies a diario de la Seguridad Social. Este a?o, m¨¢s de una cuarta parte de los contratos que se han firmado (1.333.837 de un total 5.476.901) duraron menos de una semana y solo el 7,9% del pasado mayo fueron indefinidos. Enfermeras, alba?iles, operarios de la limpieza, c¨¢maras de la televisi¨®n p¨²blica. Ninguno puede hacer planes, pedir vacaciones, ponerse enfermo, pedir hipotecas al banco o aspirar a cotizar 37 a?os para obtener una pensi¨®n digna. Pero, sobre todo, no pueden rechazar la siguiente oferta de empleo si quieren que su nombre y tel¨¦fono sigan en la lista de candidatos. Est¨¢n condenados a un angustioso e incierto r¨¦gimen de provisionalidad. Son jornaleros del siglo XXI.
David Pena: ¡°Yo no tengo vacaciones, sino d¨ªas en los que no cobro¡±
David, que hoy pasa la tarde en pantal¨®n deportivo y zapatillas de andar por casa, estudi¨® inform¨¢tica y trabaj¨® un tiempo en el ¨¢rea de maletas del aeropuerto. Sabe hacer de todo. Pero ha llegado a limpiar cuadras de ferias de animales con contratos de un solo d¨ªa: de tres de la ma?ana a seis de la tarde. ¡°Al final eran 50 euros por jornada. Piensa que yo no tengo vacaciones, sino d¨ªas que no cobro¡±. Con lo que gana y la pensi¨®n por discapacidad de 400 euros de su madre viven los tres. Y m¨¢s vale que no falte trabajo, como cuando tuvo un accidente y se parti¨® la pierna. De repente suena el m¨®vil. ¡°S¨ª, claro. El s¨¢bado¡±. Acaban de contratarle para el montaje de un teatro el fin de semana. Dos d¨ªas, dos altas y dos bajas. No entiende por qu¨¦ demonios no le hacen uno solo.
Tampoco lo comprende un inspector de trabajo consultado. ¡°Los contratos tan cortos sirven para eliminar riesgos¡±, se?ala. ¡°Pero no tienen un beneficio econ¨®mico inmediato¡±. Sale a cuenta, incluso si a veces tienen que pagar proporcionalmente un poco m¨¢s a la seguridad social, pero destruyen el mercado laboral.
Los contratos por d¨ªas son tambi¨¦n un cl¨¢sico de la sanidad p¨²blica. Miles de enfermeras y auxiliares llevan a?os encadenadas a las listas de sustituciones en las que, de un d¨ªa para otro, tienen que incorporarse para fugaces periodos. Cobran poco y a mes vencido. Y nunca saben cuando las llamar¨¢n. Pilar (37 a?os) y Mar¨ªa (38 a?os) trabajan as¨ª desde hace a?os en el hospital Meixoeiro de Vigo. La primera tiene una hija y la segunda, dos. Entre ambas acumulan unos 35 contratos en el ¨²ltimo a?o. Lo cuentan a la hora del desayuno en la cafeter¨ªa. ¡°No te puedes negar¡±, explica Mar¨ªa. ¡°Si lo haces, bajas 500 puestos en la lista. A m¨ª un d¨ªa me mandaron a La Ca?iza de 8 de la ma?ana a una del mediod¨ªa. Una sola jornada. Entre el transporte y alguien que te ayude en casa ese d¨ªa, pierdes dinero¡±. Pero no hay otra.
La temporalidad, el gran mal del mercado laboral
Crecimiento de la temporalidad desde 2006. Durante ese a?o los contratos de una semana o menos representaban el 14,7% de todos los firmados en ese a?o. Al siguiente, 2007, este porcentaje creci¨® hasta el 15,1%. Y as¨ª, cada a?o, se fueron incrementando hasta 2015.
Contratos de menos de una semana. Este tipo de empleos ha crecido en 2015 y el 24,4% de las altas en la Seguridad Social realizadas en lo que va de a?o han tenido uan duraci¨®n de menos de una semana.
M¨¢s empleos cortos en los suscritos a tiempo parcial. En este caso, el porcentaje sube hasta el 28,7%. Mientras el incremento de los contratos de siete d¨ªas o menos han crecido un 48% para los de jornada completa, el salto ha sido del 123% para los de empleos por horas.
La mayor¨ªa de estos contratos bordean la legalidad. En realidad, formalmente, podr¨ªan considerarse trabajadoras fijas discontinuas o fijas a tiempo parcial. ¡°Pero tiene que haber un pronunciamiento judicial que lo determine¡±, explica un inspector de trabajo. Pero no hay denuncias. El problema es que a veces es mejor eso que nada. Para ellas, lo peor es la inestabilidad. Estar pendiente del maldito Whatsapp. Pilar tiene un ni?o de seis a?os y est¨¢ divorciada. ¡°Mis padres est¨¢n jubilados, pero no pueden disfrutar libremente de su tiempo por si suena el tel¨¦fono y me tienen que ayudar¡±, explica. ¡°Nunca puedes pasar los d¨ªas especiales con tu familia¡±.
Su vida laboral forma parte del poroso tejido del que se compone el mercado de empleo espa?ol, incapaz ya de absorber a 4,2 millones de parados y abocado a una temporalidad galopante. Pilar es una de esas cifras que se incluyen cada mes en las estad¨ªsticas al hablar de algunos miles de nuevos contratos. ¡°Esos n¨²meros no explican la realidad¡±, protesta. ¡°Son estad¨ªsticas. Las personas tienen hijos y el vicio de comer tres veces al d¨ªa¡±. Lo mismo le sucede a Jorge ?lvarez, que llega a la entrevista en el centro de Vigo sin dormir tras una noche en su turno de vigilante de seguridad. Acaba de terminar un contrato corto. No sabe cu¨¢ndo le volver¨¢n a llamar.
Para el profesor de Econom¨ªa Florentino Felgueroso se trata de una estrategia para abaratar costes. ¡°Para conseguir un trienio o un quinquenio tienes que sumar mucho m¨¢s tiempo¡±, explica. ¡°Y eso abarata costes. Pero tiene efectos perversos en la productividad de los trabajadores y en la calidad del servicio. En el caso de la sanidad, al final cada d¨ªa tienes una enfermera distinta que te da un tratamiento distinto. As¨ª que se dispara el coste por otras partes¡±.
Ning¨²n empresario quiere comprometerse con contratos largos, ni siquiera tras la reforma laboral, que ha abaratado el despido. Esa es la realidad. En la televisi¨®n p¨²blica pasa lo mismo. Hay menos programas, cae la publicidad. Luis Pe?a, montador de 40 a?os, ha encadenado unas 30 altas y bajas en seis meses. Muchas veces no le sale ni a cuenta ir a trabajar y pagar a la se?ora que les ayuda a cuidar de sus dos hijas. Pero no se resigna a desvincularse de la vida laboral. ¡°Todo es provisional¡±, explica en su casa mientras sus dos ni?as de cuatro y dos a?os juegan en el sal¨®n. ¡°Lo ¨²nico que hacemos es tirar para adelante. Pero no podemos seguir as¨ª eternamente¡±. Luis, como el resto de los entrevistados, no sabe ya qu¨¦ son las vacaciones.
La mayor¨ªa de gente que sigue encadenada a estos contratos intenta cumplir un sue?o de trabajar en lo que estudi¨®, en algo que le interese m¨ªnimamente. Todos los entrevistados para este reportaje tienen formaci¨®n especializada. Daniel Unzueta (33 a?os), actor y especialista en comunicaci¨®n que en los ¨²ltimos 12 meses ha sufrido unas 30 altas y bajas en la Seguridad Social en empleos de eventos, no pierde todav¨ªa la esperanza, aunque cada vez cuesta m¨¢s. ¡°Te esfuerzas para quedarte, aunque solo paguen 1.000 euros. Pero nunca llega el reconocimiento. Termina el trabajo y te echan. Y eso te lleva a pensar en aceptar otro tipo de trabajos¡±, cuenta. Pero el proceso termina convirti¨¦ndose en una obsesi¨®n. A veces, incluso, se despierta en mitad de la noche para mandar un curr¨ªculum a alguna empresa que le viene de repente a la cabeza. Algo que, como al resto, le permita pensar m¨¢s all¨¢ de los pr¨®ximos dos d¨ªas y terminar con el pesado r¨¦gimen de provisionalidad.
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