La banca cooperativa es la banca que necesitamos
Estas entidades han demostrado que los fines sociales son compatibles con la rentabilidad
Una de las principales consecuencias de la reforma bancaria espa?ola ha sido la casi total desaparici¨®n de las cajas de ahorros, lo que ha supuesto una merma considerable del modelo de banca de proximidad y social que ha caracterizado al sistema financiero espa?ol durante muchos a?os. Independientemente de las causas de la crisis de estas entidades y de su mala gesti¨®n del riesgo crediticio, las medidas adoptadas por las autoridades econ¨®micas han generado dos nuevos problemas en el sistema bancario espa?ol.
Las ¨²nicas entidades que han mantenido su posici¨®n en el mercado sin necesitar ayudas han sido las cooperativas de cr¨¦dito
Por un lado, la concentraci¨®n del sector se ha incrementado considerablemente con los procesos de fusiones bancarias, de manera que el riesgo sist¨¦mico bancario es mucho mayor que al inicio de la crisis; por el otro, ha habido un crecimiento considerable de la exclusi¨®n financiera debido al cierre de oficinas y a las restricciones y el endurecimiento del cr¨¦dito bancario, que hace m¨¢s dif¨ªcil la recuperaci¨®n econ¨®mica. Estos hechos, lejos de resolver y evitar nuevos episodios de abusos y malas pr¨¢cticas bancarias como las participaciones preferentes, las cuotas subordinadas, las clausulas suelo y los excesos en el cobro de comisiones, incrementan el riesgo de que se sigan produciendo, puesto que el poder de negociaci¨®n de los grandes bancos es a¨²n mayor.
En este escenario, las ¨²nicas entidades bancarias que han mantenido su posici¨®n en el mercado, sin necesitar ayudas ni inyecciones de dinero p¨²blico, y manteniendo e incluso aumentando sus vol¨²menes de cr¨¦ditos, han sido las cooperativas de cr¨¦dito. Las 44 entidades asociadas a la Uni¨®n Nacional de Cooperativas de Cr¨¦dito mantienen, a trav¨¦s de sus m¨¢s de 3.000 oficinas y de 12.000 empleados, 51.400 millones de cr¨¦ditos y 68.579 millones de dep¨®sitos. En su gran mayor¨ªa son bancos de peque?a dimensi¨®n arraigados al territorio, donde cumplen una funci¨®n social clave al financiar la econom¨ªa productiva local y mantener una importante obra social.
En Europa, los bancos cooperativos alcanzan una cuota de mercado significativa, del orden del 20-30% de los dep¨®sitos, y son respaldados por sus respectivos Gobiernos. Su implantaci¨®n es fuerte tanto en el centro de Europa (Alemania, Holanda, Francia) como en el Sur (Italia). En Espa?a, aunque su cuota de mercado es tan solo del 6%, desempe?an una labor fundamental en la financiaci¨®n de la econom¨ªa productiva local y, por tanto, en la generaci¨®n de empleo, por lo que su conservaci¨®n deber¨ªa de ser un objetivo estrat¨¦gico y una prioridad, al igual que lo es en los principales pa¨ªses de la Uni¨®n Europa.
El inter¨¦s general y el bien com¨²n han de estar por encima de la maximizaci¨®n de la rentabilidad econ¨®mica y financiera
Las cooperativas de cr¨¦dito espa?olas han demostrado durante sus m¨¢s de cien a?os de existencia y, sobre todo durante los ¨²ltimos a?os de crisis, que el tama?o no es un factor determinante en la gesti¨®n bancaria y que los fines sociales son compatibles con la rentabilidad econ¨®mica. Con un peque?o tama?o, los bancos cooperativos han llegado a tener una gesti¨®n profesionalizada y obtienen unos niveles de rentabilidad y de eficiencia econ¨®mica y financiera iguales o superiores a los de los grandes bancos.
Al mismo tiempo, son empresas socialmente responsables, tanto desde el punto de vista interno como externo. Internamente, se rigen por los principios democr¨¢ticos y la transparencia y tienen como normas la igualdad de g¨¦nero y la equidad retributiva con escalas salariales muy igualitarias (que van de 1:3 a 1:6). Externamente, ofrecen un servicio personalizado y a la medida de sus clientes, que en muchos casos son a la vez socios, adem¨¢s de revertir parte de sus beneficios econ¨®micos en la sociedad mediante el patrocinio de actividades sociales, culturales, art¨ªsticas y deportivas.
Sin embargo, estas entidades de cr¨¦dito son las grandes desconocidas del sistema financiero espa?ol, a pesar de que en la actualidad se han convertido, con la desaparici¨®n de las cajas de ahorros, en el ¨²nico tipo de banca de proximidad que nos queda. La sociedad necesita una banca al servicio de las personas y no en contra de las personas. La especulaci¨®n financiera ha demostrado tener unos enormes costes econ¨®micos para la sociedad, adem¨¢s de los graves da?os morales y de salud que ha producido a una parte importante de ciudadanos. Los efectos nocivos de las participaciones preferentes en las personas m¨¢s vulnerables, el da?o social causado por los desahucios a miles de familias y los recortes producidos en sanidad, educaci¨®n y servicios sociales para atender las necesidades de capital de los bancos son algunas de las consecuencias m¨¢s destacadas de esta crisis financiera y que las medidas tomadas no han resuelto.
Estas entidades se han convertido en el ¨²nico tipo de banca de proximidad que nos queda
Tanto las Administraciones P¨²blicas como los ciudadanos hemos de apostar por una banca social destinada a atender las necesidades de las familias y de las peque?as y medianas empresas dentro de unos l¨ªmites de beneficios econ¨®micos sensatos. El inter¨¦s general y el bien com¨²n han de estar por encima de intereses particulares de banqueros y directivos bancarios cuyos objetivos empresariales son la maximizaci¨®n de la rentabilidad econ¨®mica y financiera.
El Banco de Espa?a ha de ejercer sus funciones de supervisi¨®n, tutela y control de las entidades bancarias con diligencia y estricto cumplimiento de las normas. Los Gobiernos central, auton¨®micos y locales han de potenciar la colaboraci¨®n con bancos socialmente responsables y penalizar la especulaci¨®n y la ingenier¨ªa financiera, sobre todo cuando ¨¦sta afecta a las personas m¨¢s vulnerables. Y los ciudadanos hemos de ser consumidores socialmente responsables depositando nuestros ahorros en bancos que funcionen con criterios ¨¦ticos y de transparencia.
En este sentido, puede ser interesante explorar la posibilidad de potenciar la creaci¨®n de bancos ¨¦ticos y herramientas de finanzas colaborativas e incluso de recuperar una banca p¨²blica, pero sobre todo hemos de aprovechar lo que ya tenemos, que es esa red de peque?os bancos cooperativos fuertemente asentados en el territorio y basados en una filosof¨ªa democr¨¢tica al servicio de la sociedad civil. Entre todos hemos de construir un nuevo sistema bancario al servicio de las personas. Es lo que necesitamos.
Joan Ramon Sanchis Palacio?es catedr¨¢tico de Organizaci¨®n de Empresas de la Universitat de Valencia.
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