Empieza la carrera para Maastricht-2
El informe ¡°de los cinco presidentes¡± postula una convergencia real y una verdadera UEM
El Tratado de Maastricht est¨¢ agotado. El de Lisboa, que en cuanto a econom¨ªa apenas le a?ad¨ªa nada (el Eurogrupo), tambi¨¦n. Pero a¨²n ofrecen resquicios por los que completar, hasta 2017, las instituciones y mecanismos creados de rond¨®n para afrontar la fase m¨¢s cruel de la crisis. Despu¨¦s habr¨¢ que abordar un nuevo tratado. Un Maastricht-2, en que la uni¨®n monetaria (ya completa) y la uni¨®n econ¨®mica (desigual e insuficiente) actuales constituyan una aut¨¦ntica y redonda UEM.
El proyecto es ¡°pasar de un sistema de normas y directrices para la elaboraci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales a un sistema que implique compartir m¨¢s soberan¨ªa en el seno de instituciones comunes¡±. As¨ª lo indica el documento estrat¨¦gico de los cuatro presidentes (de la Comisi¨®n, el Consejo Europeo, el Eurogrupo y el BCE) titulado Realizar la uni¨®n econ¨®mica y monetaria europea que los 28 l¨ªderes deben bendecir ahora.
?Cuatro? Ya son cinco, pues se ha colado, para bien (m¨¢s control democr¨¢tico), el presidente del Parlamento, Martin Schulz. Los cinco pretenden emprender una nueva y m¨¢s potente senda de convergencia, no solo nominal (como marcaban los famosos criterios de Maastricht), sino real, macro en todas sus dimensiones y en algunos casos, micro. Hay que rellenar los huecos pendientes desde el (insuficiente) dise?o inicial del euro.
Para ello proponen perfeccionar una veintena de herramientas disponibles o crearlas desde cero: consejos de competitividad, consejos fiscales, un sistema com¨²n de garant¨ªa de dep¨®sitos bancarios (la carencia de la uni¨®n bancaria), capacidad presupuestaria (un presupuesto o l¨ªnea presupuestaria de la eurozona), un supervisor ¨²nico del mercado de capitales ¨²nico, y ?por fin! un Tesoro com¨²n.
Se ha ca¨ªdo del borrador la referencia expl¨ªcita (aunque no el esquema de su contenido) a un FME o Fondo Monetario Europeo. Y la alusi¨®n a un seguro de desempleo europeo. Pero no se excluyen. Con lo apuntado ya hay mucha tela que cortar. Y habr¨¢ m¨¢s.
Es cierto que si se compara el documento con la contribuci¨®n espa?ola, la ambici¨®n se queda bastante corta: aunque sea generosa, si se coteja con el primer borrador de los ¡°sherpas¡±. No se habla de agencia de deuda; ni de la ¡°regla de oro¡± de las inversiones (que no computen para el d¨¦ficit); ni del plan Juncker como plataforma de crecimiento y empleo a enriquecer; ni de la total transferencia de la pol¨ªtica presupuestaria desde los Estados a la Uni¨®n; ni se detallan tanto los nuevos criterios de convergencia, como postulaban, con acierto, los espa?oles.
Pero se avanza mucho m¨¢s que lo preconizado en la contribuci¨®n de la locomotora franco-alemana. De manera que el balance es bastante pasable. Puede augurarse que mejorar¨¢ mucho m¨¢s. Al incorporar al Parlamento, se a?aden, potencialmente, algunas de las mejores cabezas federalistas de Europa. Como las del democristiano Elmar Brok, el socialista Roberto Gualtieri y el liberal Guy Verhofstadt. Les prometo noticias muy pronto.
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