Maniqu¨ªes para pruebas de choque
El partido republicano no admite que lleva seis a?os equivocado en sus predicciones econ¨®micas
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?Desencadenar¨¢ otra crisis mundial la ca¨ªda de la bolsa de China? Probablemente no. As¨ª y todo, las grandes oscilaciones de los mercados durante esta semana nos han recordado que es muy posible que el pr¨®ximo presidente tenga que enfrentarse a algunos de los problemas que afrontaron George W. Bush y Barack Obama. La inestabilidad financiera sigue ah¨ª. As¨ª que esto es una prueba: ?c¨®mo responder¨ªan los hombres y mujeres que aspiran a la presidencia si estallase una crisis durante su mandato?
Y la respuesta, al menos en lo que respecta al bando republicano, parece ser: con bravuconer¨ªa y ataques a China. Por ninguna parte se ve indicio alguno de que cualquiera de los candidatos del Partido Republicano comprenda el problema, ni las medidas que podr¨ªan necesitarse si la econom¨ªa mundial se topase con otro bache.
Piensen, por ejemplo, en Scott Walker, el gobernador de Wisconsin. Se supon¨ªa que Walker era un aspirante formidable, parte del ¡°banquillo¡± de su partido, compuesto por gobernadores o exgobernadores que saben c¨®mo conseguir cosas. ?Y qu¨¦ le ha propuesto al presidente Obama? Pues que cancele la visita a Estados Unidos que tiene prevista Xi Jinping, el dirigente chino. Eso arreglar¨ªa las cosas.
Luego est¨¢ Donald Trump, a quien le gusta tomarse un respiro ocasional de sus diatribas contra los inmigrantes para quejarse de que China est¨¢ aprovech¨¢ndose del d¨¦bil liderazgo de Estados Unidos. Se podr¨ªa pensar que una econom¨ªa china en declive no encajar¨ªa demasiado bien en esa visi¨®n del mundo. Pero no, ¨¦l se ha limitado a declarar que los mercados estadounidenses parecen preocupados porque Obama ha permitido que China "dicte el orden del d¨ªa". ?Qu¨¦ significa eso? No tengo la menor idea, pero ¨¦l tampoco.
Por cierto, hace cinco a?os hab¨ªa motivos de verdad para quejarse por la subvalorada moneda china. Pero la inflaci¨®n de China y la aparici¨®n de nuevos competidores han resuelto en gran medida ese problema.
Volvamos al banquillo: Chris Christie, otro gobernador al que no hace mucho presentaban como si fuese la pr¨®xima gran sensaci¨®n, resulta m¨¢s comprensible. Seg¨²n Christie, la raz¨®n por la que los mercados estadounidenses est¨¢n agitados por los acontecimientos en China son los d¨¦ficits presupuestarios de EE UU, que, seg¨²n ¨¦l, hacen que estemos en deuda con los chinos y, por tanto, nos vuelven vulnerables a sus problemas. Eso casi llega al nivel de una historia econ¨®mica coherente.
?Se ha hundido el mercado estadounidense porque los inversores chinos han cerrado el grifo del cr¨¦dito? Pues no. Si nuestra deuda con China fuese el problema, los tipos de inter¨¦s estadounidenses se habr¨ªan disparado con la ca¨ªda china. En vez de eso, los tipos han bajado.
Pero hay una peque?a excusa para que Christie se crea esta fantas¨ªa en concreto: hace a?os que las historias de terror sobre la deuda estadounidense en manos chinas son un argumento recurrente de los republicanos. En concreto, fueron uno de los elementos preferidos de la campa?a de Mitt Romney en 2012. Y es f¨¢cil entender el motivo. ¡°Obama est¨¢ poniendo a Estados Unidos en peligro al tomar dinero prestado de China¡± es una frase pol¨ªtica perfecta que echa mano del fetichismo del d¨¦ficit, la xenofobia y la eterna afirmaci¨®n de que los dem¨®cratas no defienden a Estados Unidos. ?Estados Unidos! ?Estados Unidos! Tambi¨¦n es un disparate total, pero eso parece dar igual.
Decir disparates: un requisito indispensable
De hecho, decir disparates sobre las crisis econ¨®micas es, b¨¢sicamente, un requisito indispensable para cualquiera que aspire a convertirse en candidato republicano a la presidencia.
Para entender el porqu¨¦, hay que remontarse a las pol¨ªticas de 2009, cuando el nuevo Gobierno de Obama trataba de hacer frente a la crisis m¨¢s terrible que hemos vivido desde la d¨¦cada de 1930. El Gobierno saliente de Bush ya hab¨ªa organizado un rescate bancario, pero el equipo de Obama reforz¨® esa iniciativa con un programa temporal de gasto deficitario, mientras la Reserva Federal intentaba estimular la econom¨ªa comprando grandes cantidades de activos.
Los republicanos de toda condici¨®n predijeron que este programa ser¨ªa un desastre. El gasto deficitario, insist¨ªan, disparar¨ªa los tipos de inter¨¦s y nos conducir¨ªa a la quiebra; los planes de la Reserva ¡°degradar¨ªan el d¨®lar¡± y har¨ªan que la inflaci¨®n se descontrolase.
No pas¨® nada de eso. Los tipos de inter¨¦s siguieron muy bajos, al igual que la inflaci¨®n. Pero el Partido Republicano nunca ha admitido, despu¨¦s de seis a?os enteros equivoc¨¢ndose en todo, que las cosas malas que predijo no llegaron a cumplirse, ni ha dado ninguna muestra de estar dispuesto a replantearse las doctrinas que lo llevaron a hacer esas predicciones err¨®neas. En vez de eso, las figuras m¨¢s destacadas del partido han seguido hablando, a?o tras a?o, como si los desastres que predijeron se hubiesen hecho realidad.
Ahora se nos ha recordado que algo parecido a la ¨²ltima crisis podr¨ªa suceder otra vez, lo que significa que podr¨ªamos necesitar de nuevo esas mismas pol¨ªticas que contribuyeron a limitar los da?os la ¨²ltima vez. Pero ning¨²n republicano se atreve a insinuar algo as¨ª.
En lugar de eso, hasta los candidatos supuestamente sensatos reclaman pol¨ªticas destructivas. A John Kasich le describen como si fuera una clase de republicano diferente porque, siendo gobernador, aprob¨® una ampliaci¨®n de Medicaid en Ohio, pero su iniciativa estrella es una petici¨®n de enmienda que exija un equilibrio presupuestario, lo que impedir¨ªa tomar medidas pol¨ªticas en caso de crisis.
La cuesti¨®n es que un lado del espectro pol¨ªtico est¨¢ absolutamente decidido a no aprender nada de la experiencia econ¨®mica de los ¨²ltimos a?os. Si al final uno de estos candidatos ocupa el sill¨®n presidencial la pr¨®xima vez que suframos una crisis, tendr¨ªamos razones para estar muy, muy asustados.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa 2008
Traducci¨®n de News Clip
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