Un fraude de consecuencias incalculables
Volkswagen no necesitaba hacer trampas: caminaba hacia la supremac¨ªa absoluta del sector
No les hac¨ªa ninguna falta. En 2014 rozaron el liderazgo mundial ¡ª10.215.000 de veh¨ªculos vendidos¡ª y este a?o ocupaban ya el primer lugar. El Grupo VW caminaba imparable hacia la supremac¨ªa absoluta en la industria del autom¨®vil. Hab¨ªa hecho mejor los deberes estrat¨¦gicos y ten¨ªa un reparto de papeles imbatible entre sus marcas: Audi compitiendo de t¨² a t¨² con Mercedes y BMW entre las de lujo; VW en un escal¨®n intermedio con una imagen impecable, y Seat y Skoda bien armadas para luchar con las marcas francesas, japonesas y coreanas m¨¢s populares. Nadie lograba las econom¨ªas de escala del consorcio alem¨¢n y los otros dos gigantes, General Motors y Toyota, no pod¨ªan seguir su ritmo.
Por eso, la burda trampa para burlar las pruebas de emisiones es a¨²n m¨¢s incomprensible. El software fraudulento detectaba si el coche estaba pasando la prueba de emisiones y eleg¨ªa un mapa de inyecci¨®n alternativo que las reduc¨ªa al m¨ªnimo, probablemente seg¨²n expertos consultados, enriqueciendo ligeramente la proporci¨®n de gas¨®leo, lo que reduce la emisi¨®n de ¨®xidos de nitr¨®geno (NOx). Y cuando el coche volv¨ªa a circular adoptaba el mapa normal, con una mezcla algo m¨¢s pobre que reduc¨ªa el consumo, aunque a costa de disparar las emisiones de NOx hasta 40 veces el l¨ªmite.
El fraude ha permitido publicitar entre 2008 y 2015 consumos r¨¦cord en muchos nuevos modelos, un refuerzo clave para la imagen de marca. Y ha podido suponer ventajas competitivas frente a marcas rivales que al cumplir la ley no obten¨ªan tan buenos resultados: sus coches pagaban m¨¢s impuestos en mercados donde est¨¢n ligados a las emisiones de CO2. Pero salvo contadas ocasiones, las diferencias oficiales ¡ªd¨¦cimas de litro¡ª no justificaban el riesgo de ser descubierto. Y los costes son ahora impredecibles y el precio en imagen, irrecuperable.
?Qu¨¦ puede hacer ahora el Grupo VW para afrontar la crisis? El primer paso lo dio reconociendo la estafa y el segundo con la inevitable dimisi¨®n de su presidente. Despu¨¦s, cuando salga del shock, llamar¨¢ a revisi¨®n a los 11 millones de veh¨ªculos afectados para sustituir el chip de la inyecci¨®n, lo que probablemente supondr¨¢ un ligero aumento de consumo. Pero sobre todo, no deber¨ªa escatimar medios para compensar a sus clientes de VW, Audi, Seat y Skoda, entre ellos con toda probabilidad, decenas de miles de espa?oles. A la multa de las autoridades de EE. UU. habr¨¢ que sumarle todos estos costes para llegar a una cifra por ahora incalculable, pero estratosf¨¦ricamente superior a las ventajas obtenidas. Esta vez la trampa va a salir muy cara.
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