La edad de Bobby Fischer
El ajedrez fue el campo de batalla perfecto sobre el cual demostrar la superioridad del sistema comunista
El sacrificio del pe¨®n¡±, el nuevo y brillante estreno de Hollywood, muestra la vida del atormentado genio del ajedrez Robert James ¡°Bobby¡± Fischer desde sus comienzos como joven prodigio hasta la hist¨®rica partida que jugara a la edad de 29 a?os contra Boris Spassky, el campe¨®n ruso del mundo. El actor Toby Maguire retrata a Fischer con notable autenticidad... de hecho, pr¨¢cticamente perfecta para quienes lo conocimos en sus tiempos de gloria.
La pel¨ªcula se centra en una partida que se convirti¨® en un evento distintivo de la Guerra Fr¨ªa entre Rusia y Estados Unidos. Tambi¨¦n hace que uno se pregunte si un genio creativo como Fischer, que sufr¨ªa serios problemas pero igualmente ten¨ªa una suprema maestr¨ªa en el tablero, podr¨ªa existir en el actual e implacable mundo digital.
Ciertamente, Fischer recibi¨® atenci¨®n en ese entonces, pero la informaci¨®n se filtr¨® de un modo muy diferente al actual. Los periodistas sol¨ªan llevar la iniciativa, en lugar de seguir sumisamente el flujo superficial del tr¨¢fico de Internet. La historia de un chico err¨¢tico de Brooklyn que reta al imperio sovi¨¦tico en su propio deporte nacional era un buen tema para los periodistas, que entend¨ªan la significaci¨®n del evento. La partida tuvo titulares de primera p¨¢gina en los principales peri¨®dicos del mundo durante casi dos meses y los comentaristas analizaban cada movimiento hasta cinco horas al d¨ªa.
En esa ¨¦poca hab¨ªa pocos canales de televisi¨®n. No exist¨ªan los reproductores de DVD ni los servicios de pago. Aun as¨ª, esa no era la ¨²nica raz¨®n de que la gente estuviera pendiente de sus televisores para ver la partida. Ese verano Fischer se convirti¨® en una de las personas m¨¢s famosas del mundo debido al ambiente irreal, los sorprendentes giros ajedrec¨ªsticos y el trasfondo de la Guerra Fr¨ªa. No dir¨¦ que lo que atrajo la atenci¨®n fue el an¨¢lisis de las jugadas, aunque yo mismo era comentarista para la televisi¨®n p¨²blica en la crucial jugada decimotercera.
Para el campe¨®n estadounidense la partida vino a consumar dos d¨¦cadas de b¨²squeda del t¨ªtulo, desde sus d¨ªas de ni?o prodigio. Tras una vida de relativa pobreza para una superestrella (a pesar de aparecer con frecuencia en las tapas de importantes revistas), Fischer finalmente jugaba una partida con un premio de $250.000. Por supuesto, se trata de una cifra irrisoria si se compara con los $2,5 millones prometidos a Ali y Frazier en su combate de boxeo de 1971. Pero Fischer sab¨ªa que la cultura estadounidense deja en los m¨¢rgenes cualquier empresa que no genere grandes sumas de dinero, as¨ª que vio el premio de seis cifras como el m¨¢ximo s¨ªmbolo del avance en su disciplina deportiva.
Para Rusia, la partida no ten¨ªa que ver con dinero, sino con su orgullo nacional. Por mucho tiempo el mundo del ajedrez hab¨ªa sido el campo de batalla perfecto sobre el cual demostrar la superioridad del sistema comunista. Aunque hoy en d¨ªa la mayor¨ªa de los occidentales dicen haber sabido desde el principio que el comunismo al estilo ruso fracasar¨ªa, en esos d¨ªas no estaba tan claro. El principal texto introductorio sobre econom¨ªa de esa ¨¦poca, escrito por el premio Nobel Paul Samuelson, todav¨ªa planteaba que con el tiempo Rusia pod¨ªa llegar a superar a Estados Unidos como primera econom¨ªa del planeta. Hay que decir que los rusos valoraban enormemente el ajedrez, a pesar de que no generase muchos ingresos. En varios sentidos, era su deporte nacional. No es de sorprender, entonces, que la quijotesca b¨²squeda del campeonato por parte de Fischer llevara al gran estratega pol¨ªtico Henry Kissinger a llamarlo y pedirle que no se diera por vencido, como hab¨ªa amenazado con hacer.
El ajedrez fue el campo de batalla perfecto sobre el cual demostrar la superioridad del sistema comunista
Cualquiera fuese su situaci¨®n en Estados Unidos, no hab¨ªa duda de que Fischer era el estadounidense m¨¢s admirado en Rusia. La majestuosidad de sus movimientos trascend¨ªa la propaganda en un pa¨ªs donde la gente de a pie pod¨ªa apreciar y entender la belleza innata del juego. En las eliminatorias para el campeonato, acab¨® con dos muy buenos oponentes con puntuaciones de 6-0, nunca vistas hasta entonces y especialmente sorprendentes si se considera que tantas partidas de grandes ajedrecistas acaban en empates. Sus seguidores rusos estaban tan entusiasmados con este inaudito logro que, se dice, colapsaron las centralitas telef¨®nicas de Mosc¨² con sus llamadas para obtener informaci¨®n. Al poco tiempo, los operadores sencillamente acabaron por coger la llamada, decir ¡°6-0¡± y colgar. Al final hasta Spassky homenaje¨® el genio de Fischer, aplaudiendo junto al p¨²blico tras su brillante victoria en el sexto juego, como se ve en la pel¨ªcula. Puede que el estadounidense haya sido el m¨¢ximo genio del ajedrez, pero el ruso destac¨® por su demostraci¨®n de clase.
El director Edward Zwick no elude mostrar los demonios que acosaron a Fischer. Le preocupaba con justa raz¨®n que los rusos hicieran todo lo posible por evitar que se coronara campe¨®n, pero las inquietudes razonables acabaron por convertirse en paranoia y comenz¨® a dar la espalda a sus mejores amigos y confidentes. Se volvi¨® antisemita a pesar de ser jud¨ªo ¨¦l mismo.
Uno puede llegar a sospechar que en el mundo virtual, conectado y digital de la actualidad, la paranoia y los defectos de la vida personal de Fischer lo habr¨ªan hecho tropezar mucho antes de convertirse en campe¨®n. Tras lograr el t¨ªtulo y sencillamente dejar de jugar ajedrez a nivel de competencia, su enfermedad mental empeor¨® mucho. Si bien nadie puede disculpar los violentos arrebatos y oscuros pensamientos de sus ¨²ltimos a?os (falleci¨® en 2008), es triste ver que la carrera de alguien de tal creatividad y genio y que inspirara a tanta gente a trav¨¦s de su ajedrez, pudiera truncarse hoy en una etapa mucho m¨¢s temprana. Vivimos en un planeta diferente. ¡°El sacrificio del pe¨®n¡± recuerda un mundo en que sus haza?as eran posibles.
Kenneth Rogoff es ex economista jefe del FMI, profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad de Harvard. Posee el t¨ªtulo de Gran Maestro Internacional de Ajedrez.
Copyright: Project Syndicate, 2015.
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