La farsa del acuerdo comercial del Pac¨ªfico
El TPP es un pacto para administrar las relaciones comerciales y de inversi¨®n de sus miembros y para hacer esto en representaci¨®n de los m¨¢s poderosos lobistas de negocios
Despu¨¦s de que negociadores y ministros de Estados Unidos y otros 11 pa¨ªses de la Cuenca del Pac¨ªfico se reunieran el lunes en Atlanta con el prop¨®sito de ultimar detalles del radicalmente nuevo Acuerdo Estrat¨¦gico Transpac¨ªfico de Asociaci¨®n Econ¨®mica (TPP), es justo y necesario realizar un an¨¢lisis sobrio. El mayor acuerdo regional de comercio e inversi¨®n de la historia no es lo que aparenta ser.
Oir¨¢ mucho sobre la importancia que tiene el TPP para el "libre comercio". La realidad es que este es un acuerdo para administrar las relaciones comerciales y de inversi¨®n de sus miembros y para hacer esto en representaci¨®n de los m¨¢s poderosos lobistas de negocios de cada pa¨ªs. No nos confundamos: es evidente del an¨¢lisis de los principales asuntos pendientes, sobre los que los negociadores a¨²n est¨¢n regateando, que el TPP no gira alrededor del ¡°libre¡± comercio.
Nueva Zelanda ha amenazado con retirarse del acuerdo debido a la forma en la que Canad¨¢ y EE UU administran el comercio de los productos l¨¢cteos. Australia no est¨¢ contenta con la forma en la que EE.UU y M¨¦xico administran el comercio del az¨²car. Y, EE UU no est¨¢ contento con la forma en la que Jap¨®n administra el comercio del arroz. Estos sectores industriales est¨¢n respaldados por significativos bloques de votantes en sus respectivos pa¨ªses. Y, ellos representan s¨®lo la punta del iceberg en t¨¦rminos de c¨®mo el TPP implementar¨ªa una agenda que, en los hechos, funcionar¨ªa en contra del libre comercio.
Para empezar, considere lo que har¨ªa el acuerdo en cuanto a ampliar los derechos de propiedad intelectual de las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas, tal como nos dimos cuenta al leer versiones del texto de negociaci¨®n que se filtraron al exterior. La investigaci¨®n econ¨®mica muestra claramente las razones por las que tales derechos de propiedad intelectual conducen, en el mejor de los casos, a que la investigaci¨®n farmac¨¦utica sea d¨¦bil. En los hechos, existe prueba de que ocurre lo contrario: cuando el Tribunal Supremo invalid¨® la patente de Myriad sobre los genes BRCA, ello condujo a una expansi¨®n r¨¢pida de la innovaci¨®n, lo que a su vez se tradujo en mejores pruebas de detecci¨®n a menores costos. Ciertamente, las disposiciones del TPP van a restringir la competencia abierta y elevar¨¢n los precios que pagan los consumidores en EE.UU. y en todo el mundo ¨C esto se constituye en un anatema para el libre comercio.
El TPP administrar¨ªa el comercio de productos farmac¨¦uticos a trav¨¦s de una variedad de ostensiblemente arcanos cambios en las reglas, sobre temas tales como la ¡°vinculaci¨®n de patentes¡±, la ¡°exclusividad de los datos¡± y los ¡°productos biofarmace¨²ticos¡±. El resultado de esto es que a las compa?¨ªas farmac¨¦uticas se les permitir¨ªa alargar pr¨¢cticamente ¨C y algunas veces casi indefinidamente ¨C sus monopolios de medicamentos patentados, as¨ª como mantener fuera del mercado a medicamentos gen¨¦ricos m¨¢s baratos y bloquear, durante muchos a?os, la introducci¨®n de nuevos medicamentos por parte de competidores ¡°biosimilares¡±. Esta ser¨ªa la forma como el TPP administrar¨ªa el comercio en lo que respecta a la industria farmac¨¦utica, si EE.UU. se sale con la suya.
Del mismo modo, considere c¨®mo EE.UU. espera utilizar el TPP para administrar el comercio en el ¨¢mbito de la industria del tabaco. Durante d¨¦cadas, las empresas tabacaleras con sede en EE.UU. han utilizado mecanismos de adjudicaci¨®n para inversores extranjeros, mismos que fueron creados mediante acuerdos similares al TPP, para luchar en contra de regulaciones destinadas a frenar el tabaquismo, un flagelo que afecta a la salud p¨²blica. Bajo estos sistemas de arbitraje de diferencias estado-inversor (ISDS, por su denominativo en ingl¨¦s: investor-state dispute settlement), los inversionistas extranjeros adquieren nuevos derechos para demandar a los gobiernos nacionales en arbitraje privado vinculante en casos de que se instituyan reglamentos que ellos consideran como un factor que disminuye la rentabilidad esperada de sus inversiones.
No nos confundamos: el acuerdo no gira alrededor del ¡°libre¡± comercio
Los intereses corporativos internacionales promueven el uso de los sistemas ISDS, cuando ello se considere necesario, con el fin de proteger los derechos de propiedad donde no hay imperio de la ley y tribunales cre¨ªbles. Pero esa argumentaci¨®n no tiene ning¨²n sentido. EE.UU. est¨¢ tras el logro de implementar el mismo mecanismo en el caso de un mega-acuerdo similar con la Uni¨®n Europea, la Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica para el Comercio y la Inversi¨®n, a pesar de que existen pocas dudas sobre la calidad del sistema legal y judicial de Europa.
Con toda certeza, los inversores ¨C independientemente de donde est¨¦n ubicadas sus sedes principales ¨C merecen protecci¨®n frente a la expropiaci¨®n o las regulaciones discriminatorias. Pero, los ISDS van mucho m¨¢s all¨¢: la obligaci¨®n de compensar a los inversores por p¨¦rdidas de ganancias esperadas puede y se ha aplicado incluso cuando las reglas no son discriminatorias y las ganancias se obtienen causando da?os a la comunidad.
La corporaci¨®n conocida anteriormente como Philip Morris est¨¢ actualmente tramitando casos de este tipo en contra de los gobiernos de Australia y Uruguay (que no es un socio del TPP) debido a que dichos gobiernos exigieron que los cigarrillos lleven etiquetas de advertencia. Hace unos a?os, Canad¨¢, bajo la amenaza de una demanda similar, se retract¨® de introducir el uso de una etiqueta de advertencia que ten¨ªa una eficacia an¨¢loga.
Dado el velo del secreto que rodea a las negociaciones del TPP, no est¨¢ claro si el tabaco ser¨¢ excluido de algunos aspectos de los ISDS. De cualquier manera, el tema m¨¢s amplio contin¨²a siendo el mismo: dichas disposiciones hacen que sea dif¨ªcil para los gobiernos llevar a cabo sus funciones b¨¢sicas ¨C es decir, proteger la salud y seguridad de sus ciudadanos, garantizar la estabilidad econ¨®mica y proteger el medio ambiente.
No deber¨ªa sorprender a nadie que los acuerdos internacionales de EE UU produzcan comercio administrado en lugar de libre comercio
Imag¨ªnese lo que hubiese sucedido si estas disposiciones hubieran estado establecidas cuando se descubrieron los efectos letales del asbesto. En lugar de clausurar a los fabricantes y obligarlos a indemnizar a quienes sufrieron da?os, bajo las disposiciones de los ISDS, los gobiernos hubiesen tenido que pagar a los fabricantes para que dichos fabricantes no maten a sus ciudadanos. Los contribuyentes hubiesen sido gravados por doble partida ¨C primero para pagar por los da?os a la salud causados por el asbesto, y luego para pagar a los fabricantes por haber perdido ganancias cuando el gobierno intervino con el objetivo de regular un producto peligroso.
No deber¨ªa sorprender a nadie que los acuerdos internacionales de Estados Unidos produzcan comercio administrado en lugar de libre comercio. Eso es lo que sucede cuando se cierra el acceso al proceso de formulaci¨®n de pol¨ªticas a las partes interesadas no empresariales¨C sin tener que mencionar a los congresistas, quienes son los representantes elegidos por los ciudadanos.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor de la Universidad de Columbia y economista en jefe del Instituto Roosevelt.
Adam S. Hersh es economista s¨¦nior en el Instituto Roosevelt y profesor visitante en la Iniciativa para el Di¨¢logo sobre Pol¨ªticas de la Universidad de Columbia.
Traducido del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos.
Copyright: Project Syndicate, 2015.?www.project-syndicate.org
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