El hombre m¨¢s buscado de Cuba
El general Luis Alberto Rodr¨ªguez, yerno de Ra¨²l Castro, media en los negocios en la isla
Las angelicales Carole Bouquet y ?ngela Molina no ser¨ªan ese oscuro objeto del deseo que emparej¨® a Luis Bu?uel con los grandes del clasicismo surrealista si alg¨²n valiente reeditara en Cuba la corrosiva pel¨ªcula. Ese oscuro objeto del deseo, en el que ambas interpretan a la inasible Conchita y Fernando Rey, al ag¨®nico burgu¨¦s que la pretende. La lencer¨ªa y candor de las chiquillas son perturbadores cinturones de castidad en el filme de 1977 sobre la metaf¨ªsica existencial y la incomunicaci¨®n. El luminoso objeto del deseo en Cuba son los negocios y el indubitable protagonista del remake ser¨ªa el general de brigada Luis Alberto Rodr¨ªguez L¨®pez-Callejas, el deseado, para m¨¢s se?as yerno de Ra¨²l Castro.
Idealizando presente y futuro, tratando de olvidar un pasado insatisfactorio y represor, como el atormentado Mateo en la obra del genial aragon¨¦s, los inversores extranjeros seducidos por el nuevo rumbo de la perla del Caribe cortejan al hombre que abre o cierra puertas al mando de GAESA, el Grupo de Administraci¨®n de Empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el conglomerado m¨¢s potente de la isla. Todos quieren asociarse con el jefe militar que matrimoni¨® hace 20 a?os con Deborah Castro, licenciada en ingenier¨ªa qu¨ªmica y madre de sus dos hijos. No resulta f¨¢cil la convergencia porque el personaje es esquivo.
Esquivo a las c¨¢maras
Nutrido por el secret¨ªsimo y la ocultaci¨®n ya que el enemigo yanqui todo lo aprovecha, el misterioso y eficaz administrador trabaja y vive en la penumbra, sepultado por informes econ¨®micos y confidenciales, tratando de separar el grano de la paja entre los dosieres y proyectos amontonados en su despacho. Inmisericorde con los funcionarios sobornados por el socio capitalista, el presidente de la corporaci¨®n uniformada controla las principales cadenas de distribuci¨®n de la isla, las playas de Varadero, las parcelas edificables, las concesiones hoteleras y la conversi¨®n del puerto de Mariel en un emporio de contenedores y servicios, con miles de millones de d¨®lares de inversi¨®n extranjera.
Apenas hay datos sobre el pretendido. Padre de Ra¨²l Guillermo y Vilma, nietos del gobernante cubano, tiene cincuenta y cinco a?os, mand¨ªbula cuadrada, ojos claros y una mentalidad disciplinada y obediente, acorde con su formaci¨®n castrense. Haberle visto jurando bandera, mes¨¢ndose los cabellos o partiendo la tarta nupcial permitir¨ªan adivinar si es volc¨¢nico o risue?o, prefiere el ron o el whisky, la salsa o el pasodoble, Silvio Rodr¨ªguez o Beethoven, el rublo o el d¨®lar. Pero el descifrado gestual es misi¨®n imposible porque apenas hay im¨¢genes y v¨ªdeos susceptibles de disecci¨®n. No se prodiga y la prensa oficial lo retrat¨® de cart¨®n piedra, lejano, frecuentado en la cumbre, en las alturas del partido y del ej¨¦rcito. No en vano su padre es el general retirado Guillermo Rodr¨ªguez del Pozo, conocido como Gallo Ronco, porque su chorro de voz no es precisamente aflautado.
El merodeo del capital internacional sobre su persona fue creciendo conforme ganaba en competencias desde que su pa¨ªs, constitucionalmente marxista leninista, franque¨® el paso a las herramientas capitalistas en la gesti¨®n de las empresas estatales, la parte del le¨®n. Los hombres de negocios saben de este funcionario inteligente y astuto. Cuando nace una sociedad mixta importante, tratan de brindar con el entorchado gerente, estrecharle la mano, y palmearle el hombro si fuera posible porque eso ser¨ªa el s¨²mmum, pero es refractario al compadreo y delega en terceros.
¡°El trato con los militares es m¨¢s dif¨ªcil que con los civiles, pero son los que mandan en Cuba¡±, comenta un ejecutivo espa?ol, que cita sus viajes a Espa?a, donde residen allegados del matrimonio. Siempre rec¨®ndito y enigm¨¢tico porque sabe m¨¢s que Lepe al compartir mesa, mantel y oficina con un suegro mandam¨¢s, habla lo justo. El v¨¦rtice revolucionario nunca fue una cotorra: es una tumba, pero si hay suerte en el descenso hacia la base de la pir¨¢mide castrense puede escucharse alg¨²n monos¨ªlabo.
La clausura del hombre m¨¢s deseado por los inversionistas a estadounidenses contrarios al embargo es fecunda pues alumbr¨® una nueva modalidad de trabajo por cuenta propia: el alcahuete aut¨®nomo que ofrece su servicio al empresario impaciente y primerizo. Promete guiarle por los vericuetos que encaminan hacia las dependencias del dilecto. En ellas estudia ofertas, y aprueba o rechaza hoteles en los cayos, campos de golf en Trinidad, gr¨²as en Matanzas, inodoros en La Habana y bobinas en Ciego de ?vila. La generosidad o taca?er¨ªa del empresario apresurado, manifestada en la calidad y cuant¨ªa de las comilonas y propinas anticipadas al charlat¨¢n, determina su facundia. Es el floreciente timo del facilitador cubano.
Nada que hacer porque el administrador de guayabera y galones no se casa con nadie. Ya lo hizo con la hija del jefe, aunque la radio bemba cubana dice que se divorci¨®. Rodr¨ªguez pas¨® a formar parte del c¨ªrculo ¨ªntimo del mandatario, entonces ministro de Defensa, que lo arrim¨® a su fiel amigo Julio Casas, un general exigente en la contabilidad de ingresos y gastos. Hab¨ªa que atajar manu militari el despilfarro de los recursos nacionales y la improductividad de las empresas p¨²blicas, casi todas. La moralina del Proceso de Rectificaci¨®n de Errores y Tendencias de mediados de los ochenta, las invocaciones a la conciencia revolucionaria de los trabajadores, hab¨ªa resultado un brindis al sol.
Poder creciente
Al frente de la tentacular GAESA creci¨® el poder del general, que relev¨® a Casas bastante antes de su fallecimiento, en 2011. Los n¨²meros sobre el poder¨ªo de la agrupaci¨®n c¨ªvico castrense a su cargo var¨ªan, seg¨²n las fuentes y las adivinanzas, porque la transparencia es un arcano en la mayor de las Antillas. La agencia estadounidense Bloomberg calcula que controla al menos 57 compa?¨ªas y sus ramificaciones y entre el 50% y el 80% de la recaudaci¨®n empresarial en Cuba. Redes de restaurantes, flotas de veh¨ªculos, componentes electr¨®nicos, importaciones, proveedores, cadenas hoteleras, etc¨¦tera, etc¨¦tera, constituyen el imperio del general.
El protagonista de la reedici¨®n cubana de Ese oscuro objeto del deseo, pues, cambiar¨ªa de g¨¦nero para llamarse Luis Alberto, el di¨¢fano objeto de la pasi¨®n empresarial. La adaptaci¨®n caribe?a abordar¨ªa las angustias de quienes le rondan, los estragos de la frustraci¨®n y la espera, la sensaci¨®n de que el ser amado juega con sus sentimientos. El general, sabe de los requiebros, pero no tiene coraz¨®n, s¨®lo un pol¨ªgrafo con calculadora que palpita amorosamente cuando le cuadran los n¨²meros y el perfil de los pretendientes.
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