El campo se abre al mercado
Las pol¨ªticas comunitarias han forzado a competir al sector agr¨ªcola y ganadero espa?ol
En el conjunto de la econom¨ªa, el sector agrario espa?ol ha ido perdiendo peso hasta suponer actualmente solo un 2,5% del producto interior bruto (PIB). No obstante, seg¨²n los datos manejados por Agricultura, sumando el conjunto de la actividad agroalimentaria y los efectos indirectos que genera, se podr¨ªa hablar de una aportaci¨®n del 9% al PIB. El Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) calcula que se ha pasado de 2,3 millones de explotaciones a menos de un mill¨®n, mientras la superficie agr¨ªcola utilizada se ha mantenido estable entre los 25 y los 26 millones de hect¨¢reas. De acuerdo con los mismos censos, la superficie media utilizada por explotaci¨®n ha tenido un crecimiento permanente pasando de 11 a m¨¢s de 24 hect¨¢reas, datos que solo reflejan una tendencia, pero que se hallan muy lejos de la realidad donde esas superficies son m¨¢s elevadas.
Esta situaci¨®n se repite en los datos sobre la poblaci¨®n ligada a la actividad agraria. Seg¨²n cifras del INE, la poblaci¨®n activa habr¨ªa pasado de unos 2,2 millones en 1985, algo menos del 20% del total, a 992.000 en 2015, lo que supone poco m¨¢s del 4%, mientras los ocupados bajaron de dos millones a 750.000. Los perceptores de ayudas comunitarias ascienden a unas 900.000 personas, aunque extraoficialmente se baraja una cifra real de unos 350.000 agricultores y ganaderos, con un amplio n¨²mero de agricultores a tiempo parcial.
Otro dato a tener en cuenta es el progresivo envejecimiento. Sobre un censo de 990.000 personas, seg¨²n los datos de la Comisi¨®n, solo un 5,3% tiene menos de 35 a?os y el 30% supera los 64 a?os. Entre 2007 y 2013 solamente se incorporaron a la actividad agraria unos 10.000 j¨®venes, en su casi totalidad ya pertenecientes a la explotaci¨®n familiar.
La evoluci¨®n del sector agrario espa?ol en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas no puede entenderse sin la entrada de Espa?a en la entonces Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) en 1986. Para bien y para mal, la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) ha marcado la filosof¨ªa de la pol¨ªtica agraria, la evoluci¨®n de cada uno de los sectores productivos, as¨ª como de la pol¨ªtica medioambiental y del mundo rural.
Reglas de juego
Desde las posiciones m¨¢s cr¨ªticas, se ha dicho muchas veces que Espa?a entr¨® de rodillas en Europa. Sin llegar esos t¨¦rminos, s¨ª se puede decir que la entrada de Espa?a en el club estuvo marcada por la imposici¨®n de las reglas del juego por parte de los socios m¨¢s antiguos en funci¨®n de sus intereses, bien en la b¨²squeda de un mercado cercano para colocar sus excedentes (o del temor al potencial espa?ol en una serie de producciones donde el sector era m¨¢s competitivo.
La PAC se inici¨® en los a?os sesenta con el principal objetivo de incentivar las producciones comunitarias y evitar dependencias externas, basada en unos buenos precios de garant¨ªa, precios de intervenci¨®n para la compra de excedentes y unos precios de entrada para proteger el mercado interno. El ¨¦xito fue tal que provoc¨® monta?as de excedentes y un periodo de vacas flacas. Cuando Espa?a entr¨® en las Comunidades Europeas, la Comisi¨®n ya hab¨ªa reconocido la insostenibilidad de la situaci¨®n con el llamado Libro Verde, en enero de 1985.
Europa empez¨® a intentar corregir los desequilibrios de la PAC en 1988 con la llamada pol¨ªtica de estabilizadores, basada en el establecimiento de cuotas o limitaciones en la producci¨®n y penalizaciones, entre otros, en los sectores de cereales, oleaginosas, tabaco, algod¨®n u olivar. Desde entonces, la PAC ha estado marcada por modificaciones casi permanentes que han llevado la inseguridad a las explotaciones. La primera gran reforma fue la de 1992, por la que se daba un primer paso en la liberalizaci¨®n de los mercados rebajando los precios de garant¨ªa, con la reducci¨®n de las medidas de intervenci¨®n y de aranceles a las importaciones y estableciendo pagos directos complementarios.
Los agricultores ganan hoy, en precios constantes, menos que en 1985
En 1998, Bruselas profundiz¨® en esta v¨ªa en una nueva reforma, la llamada Agenda 2000, rebajando m¨¢s los precios y aumentando las ayudas directas y los apoyos al mundo rural para abandonos o jubilaciones anticipadas. A partir de 2003 prosiguieron las reformas en la misma direcci¨®n y las ayudas pasaron a asignarse como pago ¨²nico desacoplado en la mayor parte de las producciones en funci¨®n de los derechos hist¨®ricos. Actualmente, la ¨²ltima reforma pas¨® esos derechos como pago b¨¢sico, tambi¨¦n desacoplado de la producci¨®n.
En conjunto, las reformas comunitarias han supuesto para el sector agrario la eliminaci¨®n real de casi todos los mecanismos de regulaci¨®n de los mercados por la supresi¨®n de los precios de intervenci¨®n y de las pol¨ªticas de compras o las restituciones a la exportaci¨®n. Esta pol¨ªtica de dejar el comportamiento de las rentas al socaire de los mercados ha sido especialmente grave para Espa?a, donde los sectores no disponen de la necesaria organizaci¨®n de la oferta para defender sus intereses.
Dinero europeo
Ese desmantelamiento se ha compensado con unos pagos procedentes de la PAC de unos 165.000 millones hasta 2013. De 2014 a 2020 las ayudas directas ser¨¢n de 35.000 millones, otros 8.000 m¨¢s para desarrollo rural y otros 3.000, oficialmente, para apoyos en los mercados. Las subvenciones han pasado a convertirse en una pieza clave para el mantenimiento de las rentas, al suponer ya en los ¨²ltimos a?os entre el 28% y el 30% de la renta agraria. Este porcentaje es, sin embargo, enga?oso, ya que, mientras unas producciones disponen de ayudas desacopladas muy elevadas, como es el caso del algod¨®n o tabaco, otras nunca han percibido ayudas o lo han hecho de forma muy leve, como la avicultura, el porcino o la mayor parte del sector de las frutas y hortalizas. Naturalmente, algunos sectores se han beneficiado de la incorporaci¨®n europea m¨¢s que otros. Hay cultivos, como el algod¨®n, los azucareros (remolacha y, sobre todo, ca?a de az¨²car) y el tabaco ¡ªas¨ª como el ganado ovino y caprino¡ª que han visto como las regulaciones comunitarias golpeaban de lleno su rentabilidad e incluso la mera supervivencia del negocio.
Especialmente dram¨¢tico es el caso del sector de la leche de vaca, cuya relaci¨®n con Bruselas siempre ha sido conflictiva, y con raz¨®n: la Comisi¨®n impuso a Espa?a una cuota de 4,5 millones de toneladas al a?o frente a un sector, cada vez m¨¢s eficiente, que sacaba nueve millones de toneladas. El poco disimulado objetivo es que Espa?a sirviera de vertedero de los sectores l¨¢cteos, igualmente excedentarios, de los socios m¨¢s antiguos. El golpe fue brutal para las peque?as explotaciones: de 140.000 ganaderos se pas¨® a 17.000, y, lo que es peor, la industria de procesado (queso y l¨¢cteos) se vio ahogada por la falta de materia prima.
El n¨²mero de explotaciones y de agricultores se ha reducido a la mitad en 30 a?os
Pilares del sector
Dos de los tres pilares tradicionales de la agricultura mediterr¨¢nea, el olivo y la vid, han visto como crec¨ªa su producci¨®n en Espa?a. Las ayudas europeas han tenido el objetivo declarado de producir menos vino y menos aceite, pero de mejor calidad. La Uni¨®n Europea reg¨® el sector vin¨ªcola con 1.700 millones de euros para reducir la superficie de cultivo, una iniciativa que tuvo ¨¦xito. Un problema que sigue existiendo en ambos sectores (especialmente en el aceite) es la debilidad de la marca espa?ola en el mercado exterior y la dependencia de las exportaciones a granel.
Un dato a tener en cuenta en la evoluci¨®n del sector agrario ha sido el impulso a las pol¨ªticas de regad¨ªos con la transformaci¨®n o mejora de dos millones de hect¨¢reas hasta los actuales 3,5 millones de superficie regada, con un fuerte peso del riego por goteo. Y luego est¨¢n las historias de ¨¦xito, los sectores que han ganado su posici¨®n mundial sin ayudas, como el porcino ¡ªuna vez superada la lacra de la peste¡ª la avicultura y, sobre todo, las frutas y hortalizas.
En resumen: aunque Espa?a ha mantenido e incluso aumentado sus producciones por unos mejores rendimientos y mayores costes en medios de producci¨®n, la realidad es que, el dejarlo todo al socaire de los mercados se ha traducido en una permanente ca¨ªda de rentas en moneda constante para situarse hoy por debajo de la existente en 1986. Mientras, desde el punto de vista laboral, sector agrario ha experimentado en estas d¨¦cadas un importante proceso de cambios y de adaptaci¨®n para mantener una posici¨®n de competitividad y de eficiencia productiva.
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