Historia de un paro que no cesa
El modelo productivo espa?ol genera grandes tensiones en el empleo. Desde 1980 ni siquiera en los mejores momentos econ¨®micos el desempleo ha bajado de dos millones de personas
No existe otra ¨¦poca mejor. Un tiempo en que el paro no encabezase la lista de las principales preocupaciones de los espa?oles. En 1975 la tasa de desempleo apenas si afectaba al 4% de la poblaci¨®n activa, una situaci¨®n que no se ha vuelto a repetir ni en los mejores momentos econ¨®micos del pa¨ªs. Ni siquiera cuando Espa?a se situ¨® como octava potencia mundial justo antes de la ¨²ltima gran crisis. Eso s¨ª, entonces las condiciones laborales eran muy malas y los salarios, baj¨ªsimos, recuerda Sara de la Rica, catedr¨¢tica de Econom¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
La legislaci¨®n laboral en la ¨¦poca franquista era tan represiva como protectora del trabajador
Se ven¨ªa de una etapa del franquismo de fuerte crecimiento econ¨®mico, el llamado desarrollismo, durante el cual el pa¨ªs se hab¨ªa industrializado y se hab¨ªan generado muchos puestos de trabajo, explica Agust¨ªn del Valle, profesor de Econom¨ªa de la Escuela de Organizaci¨®n Industrial (EOI). ¡°La poblaci¨®n activa era escasa porque todav¨ªa no se hab¨ªa incorporado la mujer al mercado laboral y, sobre todo, porque se hab¨ªa enviado a un gran contingente de trabajadores a Alemania, Suiza y Francia¡±, contin¨²a. Hasta 1973, cuando estall¨® la primera crisis del petr¨®leo, m¨¢s de dos millones de espa?oles emigraron a estos pa¨ªses, seg¨²n el historiador Juan B. Vilar.
Entonces la legislaci¨®n laboral era tan represiva como protectora, exponen los profesores Maluquer y Llonch en Estad¨ªsticas Hist¨®ricas de Espa?a, de la Fundaci¨®n BBVA, que la tildan de ¡°autoritaria, intervencionista y ajena a cualquier criterio de racionalidad econ¨®mica¡±. ¡°El r¨¦gimen compensaba la falta de libertad sindical¡±, contin¨²an, con la estabilidad en el empleo, que conllevaba unos altos costes del despido.
Como consecuencia de la crisis del petr¨®leo que se viv¨ªa en aquellos d¨ªas los conflictos laborales se dispararon y estas presiones sociales sirvieron para que se definiera el modelo de relaciones laborales de la democracia. ¡°Los a?os transcurridos entre 1975 y 1985 fueron muy importantes para la realidad laboral espa?ola. Se aprobaron la Ley de Relaciones Laborales, con la que se regularon los contratos de trabajo y le negociaci¨®n colectiva; la Ley Sindical, por la que aparec¨ªan los sindicatos libres y se regulaba el derecho a la huelga, y los Pactos de la Moncloa, a partir de los cuales los salarios comenzaron a subir en funci¨®n de la inflaci¨®n esperada en lugar de conforme a la inflaci¨®n pasada, algo que revolucion¨® el sistema¡±, sostiene Sandalio G¨®mez, profesor em¨¦rito de IESE Business School, y que fueron los que dieron lugar al Estatuto de los Trabajadores, de 1980, el marco legal de referencia hasta nuestros d¨ªas.
La d¨¦cada que va de 1975 a 1985 fue muy relevante para el mundo del trabajo. Nacieron los sindicatos libres y se regularon los principales derechos
Pero, al mismo tiempo, durante esta d¨¦cada de transici¨®n pol¨ªtica, con dos crisis del petr¨®leo y dos devaluaciones de la peseta incluidas, en un pa¨ªs cuya renta per c¨¢pita apenas crec¨ªa al 1,4% anual, indica Del Valle, ¡°el paro se dispar¨®. De hecho, no hay otro momento en la historia de Espa?a en el que haya crecido tanto como entre 1975 y 1985. Durante la recesi¨®n m¨¢s reciente el desempleo se ha multiplicado por tres mientras que en aquella ¨¦poca lo hizo por cinco¡±, afirma. La crisis econ¨®mica, la reconversi¨®n industrial, el regreso de los espa?oles que hab¨ªan emigrado a Europa y la incorporaci¨®n masiva de la mujer al mercado laboral son las razones que explican que la tasa de paro fuese del 4% al 21,9%, y pasase de afectar de 600.000 a tres millones de personas, seg¨²n Carlos Mart¨ªn, responsable del Gabinete Econ¨®mico del sindicato CC OO.
Y as¨ª es como se gest¨® uno de los problemas estructurales de la econom¨ªa espa?ola que, 30 a?os despu¨¦s, ni se ha resuelto ni tiene visos de que lo vaya a hacer a medio plazo: incluso en los mejores momentos de actividad (y con el apoyo de la inmigraci¨®n), casi dos millones de ciudadanos permanecen en desempleo, algo que nos distingue en el resto de Europa. Porque la estructura productiva nacional se basa en sectores intensivos en mano de obra, como el turismo y la construcci¨®n, que crean muchos puestos de trabajo en momentos expansivos del ciclo y destruyen infinidad de empleos en la fase recesiva, sobre todo desde que en 1984 se acometi¨® la primera de las m¨²ltiples reformas que ha sufrido el Estatuto de los Trabajadores, que dio rienda suelta a los contratos temporales (en menos de 10 a?os pasaron a representar el 30% del total). Con ellos, se gener¨® otro de los problemas enquistados en el mercado laboral: la temporalidad.
¡°En Espa?a utilizamos el margen extensivo para ajustar el empleo a la actividad, es decir, despedimos y contratamos en funci¨®n de la evoluci¨®n de la econom¨ªa. Una respuesta se est¨¢ agudizando actualmente. El empleo que se est¨¢ creando ahora es de cort¨ªsima duraci¨®n. El a?o pasado el 85% de los contratos temporales firmados fueron inferiores a tres meses y el 70% a un mes. Este modo tan miope de contratar no es bueno ni para la empresa ni por supuesto para el trabajador. Ser¨ªa importante que cambiara la tendencia, pero veo mucha reticencia empresarial¡±, sostiene Sara de la Rica. Fue en 2006, el mejor ejercicio para el empleo en la serie hist¨®rica de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA), que parte de 1976, cuando el paro se situ¨® en su nivel m¨¢s bajo (el 8,3%) y los contratos de duraci¨®n determinada alcanzaron su nivel m¨¢s alto: el 35,6%.
Este modelo econ¨®mico, indica Agust¨ªn del Valle, lleva a que Espa?a tradicionalmente no cree empleo. ¡°Es su tal¨®n de Aquiles¡±. No hay m¨¢s que ver c¨®mo la poblaci¨®n ha crecido en m¨¢s de 10 millones de personas desde 1975 hasta hoy, en tanto que los ocupados han aumentado menos de la mitad, en cuatro millones, igual que el n¨²mero de parados, agrega.
Como Del Valle, el responsable del Gabinete Econ¨®mico de CC OO aboga por el tan manido cambio de modelo productivo que ning¨²n Gobierno se ha atrevido a acometer hasta ahora. A su juicio, es la ¨²nica forma de evitar que la desigualdad social siga campando a sus anchas en Espa?a, como advierte la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos), que la sit¨²a en el nivel m¨¢s elevado de los ¨²ltimos 30 a?os o la OIT (Organizaci¨®n Internacional del Trabajo), que asegura que los hogares nacionales han perdido un 17% de poder adquisitivo de media entre 2006 y 2010, cifra que baja un 4% para las rentas m¨¢s altas y se eleva al 43% para las m¨¢s bajas. La ¨²ltima crisis, apoyada en la reforma laboral de 2012, ha provocado una devaluaci¨®n salarial, un aumento de la brecha retributiva y un n¨²mero creciente de trabajadores cuyo nivel de ingresos se sit¨²a por debajo del umbral de la pobreza, asegura Mart¨ªn.
¡°Es tanto el esfuerzo que han hecho los trabajadores y las empresas en los ¨²ltimos a?os que la productividad ha aumentado y se necesita menos para crecer¡±, sostiene Enrique S¨¢nchez, presidente de Adecco. De hecho, ya el a?o pasado se dej¨® de destruir empleo por primera vez desde 2008 y entre enero septiembre de este a?o se han creado 480.000 puestos de trabajo, que a final de 2015 podr¨ªan llegar a 600.000, en opini¨®n de Sara de la Rica. La catedr¨¢tica mantiene que se est¨¢ ¡°observando una respuesta muy grande del empleo a la actividad econ¨®mica¡±, aunque no deja de alertar de la precariedad de estos nuevos trabajos. S¨¢nchez estima que en 2015 y 2016 Espa?a podr¨¢ crear 550.000 y 450.000 puestos respectivamente, lo que llevar¨¢ a la tasa de paro a entornos del 20%, a¨²n muy lejos de ese 4% que dej¨® el franquismo.
Las heridas de la crisis
Actualmente el desempleo se ceba con 4,85 millones de personas en Espa?a, una negativa cifra que, en 2012, super¨® los seis millones de ciudadanos. Tras dos a?os de mejor¨ªa, casi tres millones de personas son parados de larga duraci¨®n, sobre todo mayores de 45 a?os y j¨®venes sin experiencia, es decir, ninguno de los perfiles que demanda hoy el mercado laboral.
¡°Para digerir los parados que hemos fabricado con las burbujas inmobiliaria y financiera de entre 2000 y 2007 o desarrollamos pol¨ªticas activas de empleo y creamos una renta de inserci¨®n o no vamos a poder hacerlo¡±, afirma el profesor de la EOI, Agust¨ªn del Valle. En su opini¨®n es impensable que, con trabajos temporales y a tiempo parcial, y con salarios precarios se pueda resolver el problema.
Para conseguirlo, Sara de la Rica, catedr¨¢tica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, aboga por recortar las diferencias entre los costes del despido de trabajadores indefinidos y temporales a trav¨¦s del contrato ¨²nico y aumentar la seguridad jur¨ªdica de los contratos indefinidos tras la reforma laboral de 2012, lo que restringir¨ªa as¨ª la posibilidad de usar los contratos temporales.
¡°Durante la ¨²ltima crisis nos ha faltado la ilusi¨®n colectiva que se vivi¨® en la ¨¦poca de la Transici¨®n, con la que se construyeron las relaciones laborales y los acuerdos que permitieron dar la vuelta a la econom¨ªa y a los salarios de los espa?oles. La falta de capacidad de negociaci¨®n, de visi¨®n y el aferrarse a posturas cerradas han impedido grandes pactos sociales como los de entonces para hacer frente a la crisis y as¨ª es c¨®mo se ha producido la situaci¨®n tan dram¨¢tica que vivimos¡±, se queja Sandalio G¨®mez, del IESE.
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