Los caminos de la modernizaci¨®n
Las econom¨ªas europeas del norte han sido capaces de aumentar la competitividad de sus productos gracias a una mayor adquisici¨®n de conocimientos
Los efectos de la llamada globalizaci¨®n en las econom¨ªas europeas est¨¢n siendo muy diferentes seg¨²n se consideren las del Norte o las del Sur. Las primeras han sido capaces de mantener, e incluso aumentar, la competitividad de sus productos, mientras que las segundas tienen muchas dificultades para equilibrar sus cuentas con el exterior. Una de las principales razones para explicar esta situaci¨®n es el nivel de formaci¨®n en estos grupos de pa¨ªses. Los informes sobre la educaci¨®n muestran que, con la excepci¨®n de Suecia, los pa¨ªses n¨®rdicos se encuentran claramente por encima de la media en lo que se refiere a la adquisici¨®n de conocimientos, mientras que Francia se encuentra en el centro e Italia y Espa?a claramente por debajo.
En este contexto, la OCDE acaba de publicar un informe sobre la adquisici¨®n de competencias en Espa?a (Informe de diagn¨®stico de la estrategia de competencias de la OCDE: Espa?a 2015) en el que aborda los problemas y los desaf¨ªos que tenemos planteados y apunta algunas soluciones. A pesar de la importancia de los problemas planteados es bastante curioso el escaso eco que ha tenido hasta el momento, m¨¢xime si se tiene en cuenta que no se trata de un documento realizado por un reducido grupo de expertos sin apenas contacto con los agentes educativos del pa¨ªs. En el informe colaboraron decenas de funcionarios y personas del sector privado, por lo que sus recomendaciones y conclusiones reflejan al menos un buen conocimiento de la situaci¨®n y un deseo real de adaptar las propuestas a la realidad.
El informe comienza con la constataci¨®n de que Espa?a ha realizado un esfuerzo por mejorar la calidad, la equidad y la eficiencia de los centros de educaci¨®n secundaria y que ha mejorado la formaci¨®n profesional. Al mismo tiempo, constata uno de los grandes problemas de nuestro sistema educativo: la cuarta parte de los alumnos abandona los estudios antes de finalizar la formaci¨®n obligatoria, un tercio repite curso y un cuarto la termina con dos a?os de retraso. El coste de las repeticiones equivale a un 8% del coste total. No hay nada nuevo en estas cifras, salvo que el despilfarro que indican, humano y material, debe ser corregido cuanto antes.
Se ha registrado un fuerte incremento del n¨²mero de graduados que salen de nuestras aulas hasta el punto de que el 40% de los j¨®venes actuales tiene una formaci¨®n superior, el doble que sus mayores. Sin embargo, las titulaciones que poseen estos j¨®venes no se adec¨²an a las demandas del aparato productivo, por lo que, como constatamos d¨ªa a d¨ªa, las dificultades para encontrar un empleo son muy grandes a pesar de que el ritmo de crecimiento de nuestra econom¨ªa es muy superior al del resto de nuestros socios europeos.
Un gran n¨²mero de adultos tiene una formaci¨®n escasa. Se calcula que aproximadamente unos diez millones tienen un bajo rendimiento tanto en comprensi¨®n lectora como en competencia matem¨¢tica. De ellos, m¨¢s de un tercio seguir¨¢ trabajando dentro de veinte a?os. Es cierto que en los ¨²ltimos tiempos se ha realizado un esfuerzo para mejorar las competencias de este colectivo pero los resultados, por el momento, est¨¢n lejos de lo que ser¨ªa deseable, en parte por las dificultades de adaptaci¨®n a los requerimientos del sistema productivo. Se trata de un conjunto al que le cuesta trabajo participar en los cursos de formaci¨®n profesional existentes y ello a pesar de que las posibilidades de encontrar trabajo aumentan con el nivel de formaci¨®n. Hay que tener en cuenta no solo las dif¨ªciles circunstancias sociales de este grupo de trabajadores, sino tambi¨¦n la excesiva temporalidad del empleo en Espa?a, cuya secuela inmediata es la de dificultar enormemente la formaci¨®n, dentro o fuera de las empresas. Asimismo, la dualidad del sistema laboral espa?ol (mucha protecci¨®n para los instalados, muy poca para quienes acceden por primera vez al puesto de trabajo) es un obst¨¢culo adicional para la formaci¨®n de la mano de obra.
Dado el alto nivel de desempleo, la tarea de reintegrar a los desempleados en el sistema productivo adquiere una gran relevancia. Los recursos que destinamos a los servicios p¨²blicos de empleo son importantes y est¨¢n en l¨ªnea con los que dedican otros pa¨ªses de nuestro entorno, lo que se explica en parte por la magnitud del desempleo. Sin embargo, las sumas destinadas a las pol¨ªticas activas de empleo no son suficientes. El informe recomienda reforzar el cumplimiento de la obligaci¨®n de b¨²squeda activa de empleo y orientar mejor a quienes lo buscan, de manera especial a los j¨®venes que se incorporan al mercado laboral, tanto m¨¢s cuando el porcentaje de j¨®venes que ni estudian ni trabajan es uno de los m¨¢s elevados de la OCDE.
La formaci¨®n en el puesto de trabajo es muy escasa. De nuevo la temporalidad aparece en esta constataci¨®n, pero tambi¨¦n la poca inversi¨®n de las empresas en este ¨¢mbito. Tal vez sea esta una de las razones por las que los trabajadores j¨®venes en Espa?a tiendan a utilizar menos los dispositivos inform¨¢ticos en el entorno laboral que en los otros pa¨ªses avanzados lo que, inevitablemente, frena la mejora de la productividad. En este apartado es preciso que las empresas tomen conciencia del problema y lo integren en sus estrategias a medio y largo plazo.
El informe afirma que el sistema de innovaci¨®n de cada pa¨ªs debe asentarse en una s¨®lida red de trabajadores altamente cualificados, de emprendedores y de universidades. Desgraciadamente, los problemas espa?oles son considerables en estos tres pilares de la innovaci¨®n. El porcentaje de doctores que emplean las empresas en Espa?a tan solo alcanza la mitad del que corresponde a los pa¨ªses avanzados de la OCDE. A ello vienen a sumarse las dificultades de trasmisi¨®n del conocimiento desde las universidades hacia las empresas, a lo que hay que a?adir los problemas del capital riesgo no s¨®lo por las lagunas en su regulaci¨®n sino tambi¨¦n por el escaso apetito por el riesgo que ha caracterizado, y que a¨²n caracteriza, al ahorro en Espa?a. Todo ello no quiere decir que no se hace nada, sino simplemente que lo que se hace es poco y que queda mucho camino por recorrer.
Si queremos avanzar por el camino de la innovaci¨®n y asegurar el futuro de las nuevas generaciones, es preciso abordar estos problemas de manera eficaz y coordinada. En cierta medida es esperanzador que en las reuniones que tuvieron lugar para la redacci¨®n del informe de la OCDE participaran representantes del sector privado, de la Administraci¨®n Central y de las Administraciones Auton¨®micas. Pero no deja de ser preocupante el escaso eco del propio informe a pesar de su inter¨¦s. Se trata, en definitiva, de una hoja de ruta hacia la modernidad que constituye un buen punto de partida para la elaboraci¨®n de una estrategia viable para afrontar el futuro.
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