La venganza de las viejas monedas
El auge del dinero alternativo empuja a repensar el sistema de divisas nacionales
Algo extra?o ocurri¨® en el camino hacia la 'bitcoinman¨ªa'. El desconcierto surgido durante la crisis financiera en torno a la naturaleza del dinero, sumado al culto a Satoshi Nakamoto ¡ªidentidad enigm¨¢tica tras la que se oculta(n) sus inventor(es)¡ª y una pizca del fervor del movimiento Occupy Wall Street crearon una atm¨®sfera en la que la gente de a pie (es decir, los no economistas) empez¨® a preguntarse qu¨¦ es una divisa, c¨®mo funciona y de d¨®nde procede su valor. La respuesta: un polvo m¨¢gico llamado confianza. En todo el mundo, los ciudadanos parecen estar dejando atr¨¢s un periodo de incuestionable aceptaci¨®n de su moneda nacional (o del euro) como ¨²nico comod¨ªn posible. Esto es algo bueno.
Adem¨¢s del dinero con el que se pagan los impuestos, es posible que se disponga de d¨®lares, yenes, pesos o coronas. Todas esas monedas han sido emitidas por bancos centrales. Es dinero estatal. Las monedas alternativas, o privadas, son tambi¨¦n relativamente comunes (millas de las aerol¨ªneas, Ven, Bristol Pounds) y no paran de nacer (monedas de Amazon, Auroracoin, Stellar). Pero estas divisas ¡ªprotocolos, sistemas de cr¨¦dito o como queramos llamarlas¡ª nunca fueron creadas para cuestionar o acabar con el dinero oficial.
El bitcoin lo fue, o muchos de sus defensores creen que lo fue, y consideran que ese debe ser su papel. Pero cuando se oye a alguien hablar de bitcoins, aunque se tenga la sensaci¨®n de que es algo fascinante con lo que valdr¨ªa la pena experimentar, la mayor¨ªa de la gente piensa que hay que estar loco para contratar un plan de pensiones en esa moneda. Ni siquiera en el momento ¨¢lgido de la crisis financiera europea, ni siquiera cuando los chipriotas vieron c¨®mo les bloqueaban las cuentas bancarias, cuaj¨® el sentimiento de que las masas estuvieran dispuestas a abandonar por completo el dinero tradicional.
El bitcoin es una forma de dinero nueva y puede que hasta asombrosa, pero nadie parece dispuesto a arriesgarse a cambiar todos sus euros por esta divisa. Puede que la mayor¨ªa de la gente nunca lo diga de este modo, pero la realidad es que los bitcoins y otros muchos experimentos criptomonetarios no han eliminado la fe en esa instituci¨®n llamada Estado, ni en la moneda que este emite para impulsar el comercio. Si se le plantea la pregunta de a qui¨¦n confiar¨ªa los ahorros de toda una vida, si a Estados Unidos o a un pu?ado de bichos raros de Internet, la mayor¨ªa sigue decant¨¢ndose por el primero.
?Y menos mal! Despu¨¦s de todo, si sacuden demasiado nuestra ya tenue fe en el Estado, todo el castillo de naipes podr¨ªa venirse abajo. Y no olvidemos que el dinero emitido por los Estados es la costura que mantiene unida esa entidad organizadora de la sociedad que denominamos Gobierno.
Debido a su ingeniosa tecnolog¨ªa de pagos, es posible que los bitcoins acaben siendo de uso com¨²n. En muchos aspectos, espero que as¨ª sea. O quiz¨¢s lo consiga otra innovadora moneda organizada en torno a la llamada tecnolog¨ªa de cadena de bloques [que registra las transacciones de estas criptodivisas para evitar que alguien pueda utilizar el mismo dinero digital dos veces]. Pero es posible que ese ¨¦xito a su vez d¨¦ un nuevo impulso a las monedas nacionales. ?C¨®mo? Por la competencia.
Debido a su ingeniosa tecnolog¨ªa de pagos es posible que los ¡®bitcoins¡¯ acaben siendo de uso com¨²n
El director de la revista American Banker, Marc Hochstein, est¨¢ convencido de que los supervisores de las divisas tradicionales ¡°podr¨ªan aprovechar y adoptar muchas de las cosas que hacen que las criptomonedas parezcan especiales¡±: facilitar el pago para que sea m¨¢s r¨¢pido, proporcionar una mayor discreci¨®n y reforzar las medidas contra las falsificaciones. Si combinamos todos estos elementos con las actuales ventajas que ya ofrecen las monedas nacionales (y el euro) ¡ªhistoria, base territorial, regulaci¨®n y aceptabilidad casi universal?¡ª, las viejas monedas podr¨ªan ser las grandes ganadoras en un futuro no muy lejano.
Deber¨ªa a?adir, por cierto, que la reciente ca¨ªda de la cotizaci¨®n del bitcoin y las ri?as internas relacionadas con la divisa son interesantes, pero no es lo que ha dado pie a este art¨ªculo. Las subidas y bajadas a corto plazo son menos atractivas para aquellos que, como yo, nos obsesionamos con lo que estas innovaciones monetarias significar¨¢n dentro de unos a?os.
David Wolman es editor asociado de la revista Wired y autor de The End of Money (Da Capo, 2012). @davidwolman.
Traducci¨®n de News Clips.
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