El dinero estorba
Los que tenemos cierta edad podemos recordar no pocas escenas en las que el manejo del dinero ocupaba un lugar central en la se?alizaci¨®n del comportamiento. Su ¡°tangibilidad¡± conced¨ªa seguridad, certeza de la posesi¨®n, acentuando esa funci¨®n de dep¨®sito de valor, que junto a la de unidad de cuenta y medio de pago tiene tradicionalmente asignadas el dinero. Aquellos fajos que algunos sacaban del bolsillo para atender un pago por peque?o que fuera, eran toda una exhibici¨®n. No menos llamativo resultar¨ªan ahora aquellos sobres con billetes remuneradores de actividades no siempre fiscalmente opacas. En el timo de la estampita, ampliamente ilustrado en la pel¨ªcula ¡°Los Tramposos¡±, la codicia de los estafados se excitaba con la mera insinuaci¨®n de aqu¨¦llos sobres o bolsas pre?ados de aparentes billetes de curso legal que hab¨ªa encontrado el falso ingenuo. Una versi¨®n moderna y m¨¢s cercana al prop¨®sito de estas notas, es el timo conocido como Rip Deal, practicado hace un par de meses en Girona: los estafadores se hac¨ªan pasar por empresarios interesados en grandes transacciones inmobiliarias, pero necesitaban cambiar billetes de 500 euros por billetes de menor denominaci¨®n.
La continuidad de esas pr¨¢cticas ya no depender¨¢ solo de la ingenuidad, de la codicia o del grado de alfabetizaci¨®n financiera de las v¨ªctimas, sino tambi¨¦n de la extensi¨®n cada d¨ªa m¨¢s cuestionada del dinero en efectivo. Al mismo tiempo que esos timos decimon¨®nicos podemos observar el pago de un peri¨®dico con el tel¨¦fono m¨®vil o la conexi¨®n de este con un dispositivo electr¨®nico recolector de donativos en una parroquia.
El dinero es sucio, opaco, costoso de manejar y un factor de perturbaci¨®n para el control de la actividad econ¨®mica. No puede decirse que los billetes y monedas tengan los d¨ªas contados, pero su manejo seguir¨¢ decreciendo, ya sea por la extensi¨®n de la racionalidad asociada al uso de medios de pago electr¨®nicos, o por la directa imposici¨®n de las autoridades.
No puede decirse que los billetes y monedas tengan los d¨ªas contados, pero su manejo ir¨¢ decreciendo por imposici¨®n legal o por el pago electr¨®nico
Hace unos meses conocimos la iniciativa del nuevo gobierno dan¨¦s tendente a la supresi¨®n del efectivo en transacciones normales, estableciendo su erradicaci¨®n definitiva en 2030. Forma parte de las propuestas del ministro de Hacienda con el fin de aumentar el crecimiento econ¨®mico a trav¨¦s del de la productividad de las empresas, de las PMEs especialmente. Se adopt¨® tras evaluar su impacto en t¨¦rminos de ahorro de costes de transacci¨®n y de cargas administrativas y financieras. La evitaci¨®n del fraude, de la extensi¨®n de la econom¨ªa il¨ªcita, han sido tambi¨¦n factores determinantes de esa decisi¨®n. No ser¨¢ costosa la adaptaci¨®n: en Dinamarca, el uso de efectivo y cheques apenas representaron una cuarta parte de los pagos al por menor en 2014, frente al 80% en 1990, seg¨²n el Danish Payment Council. El a?o pasado el banco central de ese pa¨ªs decidi¨® dejar de imprimir billetes y monedas.
Los ciudadanos n¨®rdicos est¨¢n a la cabeza en el uso de pagos por m¨®vil y tarjetas de cr¨¦dito: del 94% en Noruega y del 95% en Suecia. La mitad de la poblaci¨®n escandinava dispone de aplicaciones en sus tel¨¦fonos inteligentes para realizar transferencias a otros tel¨¦fonos y a las tiendas. En Suecia, la cantidad de dinero en circulaci¨®n ha ca¨ªdo m¨¢s de un 25% desde 2007, a pesar del crecimiento desde entonces de la poblaci¨®n y del PIB. Hasta las limosnas en las parroquias han adoptado la tendencia: el a?o pasado, de los 20 millones de coronas suecas recaudados en diezmos el 85% lo fueron mediante medios de pago electr¨®nicos. Las tiendas dispondr¨¢n pronto del derecho a rechazar pagos en efectivo, de la misma forma que en muchos pa¨ªses, Espa?a incluido, ya tienen l¨ªmites cuantitativos a esos pagos.
De menor alcance, pero complementaria de la anterior, es la iniciativa adoptada por la Comisi¨®n Europea y respaldada por el BCE, dirigida a la supresi¨®n en la eurozona de los billetes de 500 euros. Billetes de tan elevada denominaci¨®n dif¨ªcilmente pueden satisfacer la funci¨®n de medio de pago del dinero, pero acrecientan esa otra de dep¨®sito de valor, y no siempre como resultado de la normal actividad econ¨®mica o de la amparada en las buenas pr¨¢cticas. Tambi¨¦n se refuerza esta ¨²ltima funci¨®n cuando no se conf¨ªa suficientemente en los bancos o la remuneraci¨®n de los dep¨®sitos bancarios es nula o negativa.
No es la primera vez que se cuestiona la conveniencia de esos billetes. Durante los preparativos del lanzamiento del euro fue controvertida la existencia de esas denominaciones tan elevadas. Larry Summers, ex Secretario del Tesoro estadounidense, recuerda que fue discutido en el G-7, considerando irresponsables esas emisiones y ofreciendo como contrapartida la retirada de los billetes de 100 d¨®lares. Acab¨® imponi¨¦ndose la opci¨®n alemana representativa de los pa¨ªses que dispon¨ªan de billetes de elevada denominaci¨®n, como los de 1000 marcos, equivalentes a algo m¨¢s de 500 euros. A los inconvenientes vinculados a su trazabilidad legal o fiscal anticipados entonces, se a?aden ahora los directamente asociados a la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria excepcional, generadora de tipos de inter¨¦s nulos o negativos, que al igual que otros bancos centrales est¨¢ llevando a cabo el BCE.
En la medida en que se mantengan tipos de inter¨¦s cercanos a cero, la remuneraci¨®n a los depositantes seguir¨¢ siendo reducida, y con ella la propensi¨®n a tener dinero en dep¨®sitos bancarios. Si los tipos de inter¨¦s entran en territorio negativo y los bancos cobran por depositarles efectivo (Suiza y Jap¨®n ya lo hacen), el incentivo al atesoramiento ser¨¢ mucho mayor. Y se almacenan mejor billetes grandes: podr¨ªa traer cuenta, como se?alaba Claire Jones en el Financial Times, el pasado d¨ªa 9, alquilar cajas de seguridad. Guardar 3 millones de euros en billetes de 500 en una caja de seguridad en un banco alem¨¢n cuesta 60 euros, mientras que almacenar la misma cantidad pero en billetes de 50€, l¨®gicamente en una caja mayor, costar¨ªa 380 euros. Los poco conocidos billetes de 500 euros representan el 3,2% de todos los emitidos, pero su valor representa casi una tercera parte del efectivo existente. En Espa?a probablemente mucho m¨¢s.
Si hoy es dif¨ªcil la transmisi¨®n de las decisiones de pol¨ªtica monetaria, mayor seria si la preferencia por mantener efectivo se extiende. Por eso es razonable la pretensi¨®n de las autoridades europeas, que ha encontrado respaldo acad¨¦mico y profesional, entre otros, del economista-jefe del Banco de Inglaterra, Andy Haldane, del profesor de Harvard y anterior economista jefe del FMI, Kenett Rogoff o de Ruchir Agarwal and Miles Kimball del FMI. Para los m¨¢s optimistas, el achatarramiento de esos billetes con denominaciones elevadas podr¨ªa aumentar la propensi¨®n al consumo, o incentivar el refugio en otras monedas, con lo que depreciar¨ªa el tipo de cambio del euro y aumentar¨ªa la inflaci¨®n, facilitadores de los objetivos del BCE. Lo que s¨ª parece claro es que desaparecer¨ªa una de las facilidades para el crecimiento de la econom¨ªa sumergida, adem¨¢s de fomentar la alfabetizaci¨®n digital de la poblaci¨®n.
No ser¨¢ un empe?o f¨¢cil. La liquidaci¨®n del dinero convencional, la extensi¨®n de los medios electr¨®nicos de pago, exige confianza en los sistemas bancarios, pero tambi¨¦n en las propias tecnolog¨ªas. La seguridad es la condici¨®n necesaria para que esas iniciativas prosperen y compensen la aparente reducci¨®n de libertad de algunos ciudadanos. Y la eventual p¨¦rdida de ingresos de se?oreaje que todo banco central obtiene por la emisi¨®n de moneda.
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