Carlos Sebasti¨¢n: ¡°El clientelismo mata el talento¡±
El catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica estudia la falta de competitividad en 'Espa?a estancada'
Formado en las universidades de Madrid, Essex (Reino Unido) y en la London School of Economics, Carlos Sebasti¨¢n (Madrid, 1944) fue director general de planificaci¨®n en el ministerio de Hacienda y Econom¨ªa en 1983-84 y uno de los que puso en marcha la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (FEDEA). Autor de numerosos libros, catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica, ha colocado ahora a Espa?a en la mesa de operaciones, la ha abierto en canal y ha estudiado las entra?as: sus instituciones. Ha volcado su diagn¨®stico en Espa?a estancada (Galaxia Gutenberg), donde analiza ¡°por qu¨¦ somos poco eficientes¡± y donde observa, por ejemplo: ¡°Una sociedad alejada de la meritocracia, y como consecuencia, con trabas a la competencia y con un marco regulador sesgado y hostil al emprendimiento, genera un tipo de empresario que valora m¨¢s la cercan¨ªa al poder que la calidad de la gesti¨®n y la organizaci¨®n de su empresa, y eso condiciona su demanda de factores de calidad¡±. En esas estamos.
Pregunta. ?Cu¨¢ndo se estropearon las cosas?
Respuesta. M¨¢s que estropearon, yo dir¨ªa cu¨¢ndo dejaron de mejorar. El ingreso en Europa produjo un impulso reformador muy fuerte y, en t¨¦rminos netos, el avance fue entonces muy poderoso. Pero a finales de los ochenta, principios de los noventa, se produce un par¨®n. Tiene que ver con el deterioro de ciertos aspectos institucionales durante el gobierno socialista, y con el desarrollo auton¨®mico, que copia las peores maneras de lo que hac¨ªa el Estado central. Se crea una cultura clientelar a unos niveles que antes eran impensables: se legisla para favorecer a determinados grupos, se ocupan las cajas de ahorro, se aumentan las cuotas de poder.
P. ?Qu¨¦ herramientas utiliza para diagnosticar lo que est¨¢ pasando?
R. El modelo te¨®rico procede del enfoque institucionalista que han utilizado autores como Douglass North, o Daren Acemoglu y James Robinson, o Robert Bates. Hay una serie de indicadores que revelan que el mal funcionamiento de nuestras instituciones limita gravemente el crecimiento. Las variables econ¨®micas se han estancado relativamente: vamos m¨¢s despacio, y otros pa¨ªses europeos nos dejan atr¨¢s. Una encuesta a empresarios ha mostrado que el funcionamiento de la Administraci¨®n P¨²blica es una traba muy seria para desarrollar su actividad. Otros trabajos emp¨ªricos constatan que la ineficiencia del sistema productivo viene del peso cada vez mayor que tienen en ese sector las empresas menos eficientes, y que eso ocurre, adem¨¢s, donde existe m¨¢s regulaci¨®n. Clientelismo y mala legislaci¨®n.
P. Y unos valores que tampoco ayudan.
R. La Encuesta Europea de Valores ha mostrado que los espa?oles no consideran que su puesto de trabajo sirva para desarrollar ninguna iniciativa creativa. Ni que tampoco ayuda a aprender m¨¢s, ni para asumir m¨¢s responsabilidades. Y ese es algo que constri?e los incentivos: los de los j¨®venes, para formarse; los de los empleados, para ser m¨¢s eficientes. El Estado clientelar desprecia el talento al favorecer no a los mejores, sino a los que est¨¢n m¨¢s cerca de un grupo econ¨®mico o del poder pol¨ªtico. Me resulta incomprensible c¨®mo se machaca aqu¨ª a los emprendedores y a los aut¨®nomos.
P. ?Tiene eso que ver con los partidos pol¨ªticos?
R. Los partidos, cuando tuvieron que empezar con la democracia a gestionar parcelas de poder, se nutrieron de funcionarios. Y eso ha tenido muchas implicaciones. Los l¨ªderes pueden premiar a los m¨¢s fieles con puestos en la Administraci¨®n, pero tambi¨¦n con la manera de tratar los asuntos externos, que en el caso de los funcionarios es muy reglamentista, y termina por bloquear las iniciativas m¨¢s din¨¢micas.
P. En su libro es muy cr¨ªtico con las formas con que los partidos ejercen el poder.
R. Han colonizado la Administraci¨®n P¨²blica y, tambi¨¦n, las instituciones de control. Si los cuadros de los partidos son funcionarios, se va produciendo una simbiosis entre el poder pol¨ªtico y la gesti¨®n p¨²blica, dos ¨¢mbitos que en los pa¨ªses m¨¢s eficientes est¨¢n dr¨¢sticamente separados. Y luego est¨¢ la ocupaci¨®n de las instituciones. Los partidos fueron descubriendo que cuando se serv¨ªan de los ¨®rganos de control no pasaba nada, que pod¨ªa hacerse impunemente. As¨ª que empezaron a abusar hasta llegar a situaciones verdaderamente grotescas. Si manipular ¨®rganos como el Tribunal Constitucional, que en Alemania es sacrosanto, sale gratis es que se puede manipular todo. Y ese mensaje produce lo que Javier Pradera llamaba la ¡°corrupci¨®n gris¡±: utilizar el coche oficial para una gesti¨®n privada, favorecer en esta resoluci¨®n a un amigo, etc¨¦tera. Cuando se cre¨® hace poco una Comisi¨®n de la Transparencia, fue el Gobierno el que nombr¨® a su presidente. Cuando se puso en marcha una Agencia Estatal de Evaluaci¨®n de las Pol¨ªticas P¨²blicas, enseguida surgieron resistencias y se la vaci¨® de contenido. En la manipulaci¨®n de la justicia, ah¨ª est¨¢ hace ya a?os el caso de Banca Catalana. Cuando el juez Villarejo intent¨® procesar a Pujol con un informe del Ministerio de Econom¨ªa, las presiones del poder pol¨ªtico para que aquello no prosperase fueron brutales. Cuando se liquida la independencia de los ¨®rganos de control, las corruptelas crecen como una bola. Esa manera de ejercer el poder se fue instalando.
P. Nadie paga, pero se fabrican sin cesar multitud de leyes.
R. El problema es que quien empieza por no cumplirlas es la propia Administraci¨®n. Y para hacerlo los pol¨ªticos las cambian constantemente. No hay nada que sirva menos que unas leyes que se tiran enseguida a la basura. Un esc¨¢ndalo han sido los concursos p¨²blicos. No hay problema en manipular las leyes para que se ajusten al proyecto que se quiere favorecer. Se pide un informe t¨¦cnico, por ejemplo, pero lo hace una empresa af¨ªn al que ha convocado el concurso. Se establecen requisitos muy complejos, que curiosamente llegan a la empresa amiga para que sea la ¨²nica que pueda cumplirlos. Todos esos apa?os excluyen a los que pueden ser m¨¢s innovadores. La cuesti¨®n no es hacer leyes, se trata de cumplirlas. Si se cesara de legislar durante un tiempo, y se nombrara una Comisi¨®n de Codificaci¨®n que empezara a poner orden en esa mara?a de leyes, eso facilitar¨ªa mucho las cosas.
P.?Qu¨¦ le resulta m¨¢s irritante de lo que est¨¢ ocurriendo?
R. La impunidad es lo peor. Los abusos que quedan impunes. Un ejemplo: de las 6.000 reclamaciones a las que el Banco de Espa?a ha dado la raz¨®n, solo se han satisfecho el 16 %. El 84 % restante, simplemente se han ignorado. Los ciudadanos perciben que el ejercicio de la pol¨ªtica est¨¢ podrido. y que est¨¢ constri?endo su capacidad de desarrollo econ¨®mico y personal. Pero al mismo tiempo favorecen esas situaciones. Fukuyama hablaba de que en el Estado clientelar se produce una especie de equilibrio de muy baja calidad. Al final los pol¨ªticos y los ciudadanos se conforman con lo que hay. Los pol¨ªticos quieren mantener el Estado clientelar, y los ciudadanos lo que procuran es arrimarse a ¨¦l: saben que no es bueno, pero tambi¨¦n que va a favorecerles. No hay ninguna ruptura.?
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