San BCE, que est¨¢s en los cielos
Draghi desborda a los mercados y exige a los Gobiernos la compa?¨ªa de la inversi¨®n p¨²blica
Hay dos maneras de enjuiciar una decisi¨®n. La m¨¢s evidente es calibrar si genera o no efectos, cu¨¢ntos, y de qu¨¦ intensidad.
Desde que hace un a?o largo el BCE se lanz¨® al expansionismo monetario, no ha logrado a¨²n aumentar la inflaci¨®n ¡ªsu principal deber¡ª, aunque ha evitado la deflaci¨®n.
Ha sido m¨¢s exitoso reactivando la econom¨ªa de la eurozona, pero sin llegar a una recuperaci¨®n como la de EE UU. Seguramente es culpa de la soledad de la pol¨ªtica monetaria, ayuna de la compa?¨ªa de una pol¨ªtica fiscal.
El sheriff del BCE fue muy claro sobre esta ausencia de policy mix, o c¨®ctel de pol¨ªticas, el 15 de febrero, ante el Parlamento Europeo: "La pol¨ªtica monetaria del BCE ha sido el ¨²nico est¨ªmulo verdadero en los ¨²ltimos cuatro a?os; ahora hay que poner ¨¦nfasis en la inversi¨®n p¨²blica, en la inversi¨®n en infraestructuras", desafi¨® Mario Draghi.
En cualquier caso, la bondad de una medida se otea tambi¨¦n seg¨²n su coste de oportunidad: qu¨¦ ocurrir¨ªa de no adoptarse, o de haberse producido la contraria.
"?Cu¨¢l habr¨ªa sido el impacto de parar la expansi¨®n monetaria?", se pregunta una de las mejores cabezas monetarias europeas, el tambi¨¦n italiano, y exconsejero del BCE, Lorenzo Bini-Smaghi (FT, 4/3/2016). "La experiencia reciente demuestra" que "conducir¨ªa a un mayor deterioro" de indicadores como los tipos de inter¨¦s a largo, la inflaci¨®n o los tipos de cambio del euro, se autocontesta.
Y si en vez de la eurozona nos fijamos en Espa?a, su resultado es a¨²n m¨¢s encomiable.
Un paquete de medidas puede evaluarse tambi¨¦n seg¨²n la ambici¨®n inherente a su dise?o y pues, las resistencias que deben vencer. El del jueves del BCE es pr¨ªstino. Porque:
1. Ha desbordado a los analistas y sorprendido a los mercados, porque ha ido m¨¢s all¨¢ de sus previsiones en cada una de las medidas del arsenal disponible: facilidad de dep¨®sito (peaje que pagan los bancos por tener dinero inmovilizado en Fr¨¢ncfort) al 0,4%; ampliaci¨®n del abanico de compra de activos a deuda corporativa privada, ya no solo p¨²blica; aumento de 20.000 millones (el doble de lo augurado) en las compras mensuales de bonos...
2. Ha implementado todos los objetivos fijados en los Estatutos del BCE: no solo el can¨®nico de controlar la inflaci¨®n; tambi¨¦n el de contribuir al crecimiento y al empleo.
3. Ha concitado venturosamente la inquina de los sospechosos habituales. Los representantes del Bundesbank y del banco central holand¨¦s votaron en contra. El lobby de los banqueros privados se desga?it¨® previamente contra el endurecimiento de la facilidad de dep¨®sito, aunque obtuvo a cambio barras de liquidez o litronas al 0%, que le incentivan a prestar a familias y empresas. Y el escepticismo de sabios e instituciones ¡ªcomo el propio Banco de Pagos de Basilea¡ª sobre la eficacia de la expansi¨®n monetaria es rampante.
Claro que las mejores medidas conllevan siempre contraindicaciones colaterales: la vuelta de tuerca al negocio bancario; la adicci¨®n al dinero barato; la inflaci¨®n de activos y el consiguiente peligro de burbujas, entre otros. Pero quien no quiera ensuciarse, mejor que no vaya a la era.
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