Fuga de impuestos
La elusi¨®n fiscal es uno de los problemas m¨¢s graves y tambi¨¦n m¨¢s dif¨ªciles de resolver que padece la econom¨ªa global. El fraude tributario individual provoca da?os cuantificables (al menos 250.000 millones de euros en bases imponibles ocultas en Espa?a, sin ir m¨¢s lejos) y contribuye a disolver la cohesi¨®n social, aunque tales apelaciones no digan nada al evasor de impuestos. Pero el peligro m¨¢s acuciante y amenazador es la eluci¨®n fiscal societaria; las empresas transnacionales sencillamente reenv¨ªan sus ingresos a las ¨¢reas nacionales con menor presi¨®n fiscal, se ahorran grandes cantidades de dinero (la OCDE ha hecho un c¨¢lculo impreciso en el que apunta a unos 200.000 millones de euros anuales que dejan de percibir los pa¨ªses de la organizaci¨®n por las pr¨¢cticas elusivas) y privan a los Estados y a zonas monetarias enteras de ingresos imprescindibles para hacer frente a los efectos de la recesi¨®n o para desarrollar pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda.
La denominaci¨®n tradicional de estas pr¨¢cticas de desv¨ªo de ingresos (la compa?¨ªa va vendiendo productos a precios diferentes y mayores a todas sus filiales hasta que la facturaci¨®n se concentra en el pa¨ªs agraciado por disponer de una fiscalidad irrisoria) es ingenier¨ªa fiscal; convendr¨ªa cambiar la denominaci¨®n por la m¨¢s real de fuga de impuestos. El problema es que no son actos ilegales. Deber¨ªan serlo, pero con los dispositivos legales vigentes entre los estados, apenas provocan algo que vaya m¨¢s all¨¢ de la indignaci¨®n de los pa¨ªses afectados (casi todos los que se han preocupado por organizar una estructura razonable de impuestos para financiar los costes sociales; el ¨²ltimo, Reino Unido). Por lo tanto, el primer paso es adecuar la legislaci¨®n fiscal para que las empresas elusivas se comprometan a pagar los impuestos que corresponden en los pa¨ªses correctos; esto, como casi todo, es m¨¢s f¨¢cil de decir que de hacer. Los apagafuegos tributarios preparar¨¢n otro mapa para evadir impuestos en funci¨®n de los vac¨ªos de la legislaci¨®n.
Europa trata ahora de reaccionar; pero lo hace con timidez, como suele. El proyecto contra la erosi¨®n de la base imponible y traslado de beneficios (BEPS, por sus siglas en ingl¨¦s) es un conjunto bienintencionado de 15 l¨ªneas de actuaci¨®n que, desafortunadamente, tiene la carta de naturaleza de recomendaciones. La amplia experiencia conocida en estos casos (como en los amagos de regulaci¨®n societaria) demuestra que dejar la decisi¨®n a la discrecionalidad de los pa¨ªses equivale a trasladar la cuesti¨®n a una v¨ªa muerta. Casi es m¨¢s pr¨¢ctica la opci¨®n de que el estado negocie con la multinacional por la tributaci¨®n de sus filiales.
Tambi¨¦n se puede y se debe explorar la v¨ªa de una homogeneizaci¨®n fiscal. Es dif¨ªcil de explicar por qu¨¦ existen diferencias significativas de presi¨®n fiscal en un ¨¢rea monetaria despu¨¦s de lustros de funcionamiento conjunto; al menos, deber¨ªa apreciarse una tendencia clara hacia la convergencia fiscal en todos los pa¨ªses de la eurozona, aunque tal convergencia tenga que hacerse compatible con un cierto margen de discrecionalidad impositiva en cada pa¨ªs. La desviaci¨®n de beneficios e impuestos no se organiza a causa de peque?os detalles en la letra peque?a de la fiscalidad sino b¨¢sicamente por diferencias sustanciales en la tributaci¨®n del Impuesto sobre Sociedades (o su equivalente).
La profundidad de la recesi¨®n y la persistencia de sus efectos subrayan el da?o que causa la fuga de impuestos a la financiaci¨®n del bienestar estructural de los pa¨ªses afectados (educaci¨®n, sanidad e infraestructuras). No es un da?o que se pueda reparar desde un pa¨ªs o desde un ¨¢rea monetaria; la ramificaci¨®n es global (hay para¨ªsos fiscales en todo el mundo) y exige acuerdos globales. Y eso es lo que hace m¨¢s dif¨ªcil encontrar una soluci¨®n.
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