El ¡®Ello¡¯ que devor¨® el planeta
?Y si el pr¨®ximo presidente de EE UU es alguien que no cree en nada que le incomode?
El martes, el brazo pol¨ªtico del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en ingl¨¦s), uno de los grupos ecologistas m¨¢s influyentes de Estados Unidos, respaldaba por primera vez en su historia a un candidato presidencial al dar el visto bueno a Hillary Clinton. De esta manera se adelantaba una semana a la que suponemos inevitable designaci¨®n de Clinton para la candidatura dem¨®crata, pero es evidente que el Fondo de Acci¨®n del NRDC tiene ganas de ponerse ya con las elecciones generales.
Y no es dif¨ªcil entender por qu¨¦: a estas alturas, la personalidad de Donald Trump pone en peligro el planeta entero.
Nos encontramos en un momento pecu?liar en lo relativo al medio ambiente, un momento de temor y esperanza al mismo tiempo. Las previsiones sobre el cambio clim¨¢tico son peores que nunca, si las pol¨ªticas actuales siguen como hasta ahora, pero la perspectiva de que nos alejemos de la senda de la destrucci¨®n nunca hab¨ªa sido tan real. Todo depende de qui¨¦n acabe ocupando la Casa Blanca durante los pr¨®ximos a?os.
En cuanto al clima: ?se acuerdan de lo que dec¨ªan los negacionistas sobre que el calentamiento de la Tierra se hab¨ªa detenido y que las temperaturas no hab¨ªan subido desde 1998? Ese argumento siempre fue una estupidez, pero, en cualquier caso, ahora ha quedado desmentido por una nueva serie de registros de temperaturas m¨¢ximas y por la proliferaci¨®n de otros indicadores que, en conjunto, componen el aterrador relato del desastre que se avecina.
?Y si el pr¨®ximo presidente de EE UU es alguien que no cree en el clima o, mejor dicho, en nada que le incomode?
Sin embargo, al mismo tiempo, el r¨¢pido avance tecnol¨®gico de las energ¨ªas renovables convierte en absurdo ¡ªo a lo mejor deber¨ªa decir todav¨ªa m¨¢s absurdo¡ª otro p¨¦simo argumento contra las medidas relacionadas con el clima: la afirmaci¨®n de que no se puede hacer nada frente a las emisiones de gases de efecto invernadero sin perjudicar la econom¨ªa. Las energ¨ªas solar y e¨®lica se abaratan de a?o en a?o y su uso crece con rapidez aunque no existan muchos incentivos para dejar de utilizar los combustibles f¨®siles. Si se ofreciesen esos incentivos, estar¨ªamos a un paso de una revoluci¨®n energ¨¦tica.
De modo que nos encontramos en un punto en el que las perspectivas son terribles, pero pueden evitarse con unas medidas pol¨ªticamente factibles y de escala bastante peque?a. Tal vez deseen una revoluci¨®n, pero no hace falta ninguna para salvar el planeta. Ahora mismo, lo ¨²nico que hace falta es que Estados Unidos aplique el Plan de Energ¨ªas Limpias del Gobierno de Obama y otras medidas ¡ªque ni siquiera requieren leyes nuevas, tan solo un Tribunal Supremo que no se interponga en su camino¡ª para que el pa¨ªs pueda seguir adelante con la misi¨®n que asumi¨® el a?o pasado en el acuerdo de Par¨ªs, y siga guiando al mundo en su conjunto hacia una reducci¨®n dr¨¢stica de las emisiones.
Pero ?que pasar¨¢ si el pr¨®ximo presidente es un hombre que no cree en la climatolog¨ªa o, mejor dicho, en ning¨²n hecho que le resulte inc¨®modo, sea del tipo que sea?
La hostilidad republicana hacia la climatolog¨ªa y las medidas frente al cambio clim¨¢tico suele atribuirse a la ideolog¨ªa y al poder de los intereses creados, y sin duda ambos influyen de manera importante. Los fundamentalistas del libre mercado prefieren rechazar la ciencia a admitir que, algunas veces, hay situaciones en las que el control gubernamental es necesario. Entretanto, comprar a los pol¨ªticos es una inversi¨®n empresarial bastante buena para magnates de los combustibles f¨®siles como los hermanos Koch.
Pero siempre he tenido la sensaci¨®n de que hab¨ªa un tercer factor, que es psicol¨®gico en el fondo. Hay algunos hombres ¡ªson hombres casi siempre¡ª que se enfurecen ante la m¨¢s m¨ªnima insinuaci¨®n de que, por el bien com¨²n, deben renunciar a algo que quieren. A menudo, su indignaci¨®n no es proporcional al sacrificio: por ejemplo, hay destacados conservadores que proponen recurrir a la violencia contra los funcionarios gubernamentales porque no les gustan los resultados del detergente sin fosfatos. Pero la ira de los contaminadores no guarda relaci¨®n con el pensamiento racional.
Lo que nos lleva al supuesto candidato republicano a la presidencia, que encarna la identidad conservadora moderna en su forma m¨¢s pura, sin los disfraces que los pol¨ªticos suelen usar para encubrir sus prejuicios y darse un aire respetable.
No cabe duda de que, en parte, Donald Trump odia la protecci¨®n medioambiental por los motivos de siempre. Pero sus posturas en favor de la contaminaci¨®n contienen una dosis adicional de un veneno que es a la vez personal e inconcebiblemente mezquino.
Por ejemplo, ha denunciado una y otra vez las restricciones destinadas a proteger la capa de ozono ¡ªuno de los mayores triunfos de la pol¨ªtica medioambiental mundial¡ª porque, seg¨²n afirma, son la raz¨®n por la que su laca para el pelo no funciona tan bien como antes. No me lo estoy inventando.
Tambi¨¦n es enemigo ac¨¦rrimo de la energ¨ªa e¨®lica. Le gusta hablar de que las turbinas matan p¨¢jaros, cosa que a veces hacen, aunque no m¨¢s que los edificios altos; pero parece que su verdadera motivaci¨®n es la ira derivada de los infructuosos intentos de impedir la construcci¨®n de un parque e¨®lico mar¨ªtimo cerca de uno de sus campos de golf en Reino Unido.
Y si las pruebas se interponen en el camino de su egocentrismo, le da igual. Hace poco asegur¨® a los espectadores que no hay sequ¨ªa en California, que lo ¨²nico que pasa es que los funcionarios se niegan a abrir el grifo.
S¨¦ que suena muy rid¨ªculo. ?De verdad es posible que el planeta est¨¦ en peligro porque a un tipo rico le preocupa su peinado? Sin embargo, los republicanos est¨¢n cerrando filas en torno a este tipo como si fuera un candidato normal. Y como los dem¨®cratas no se unan de la misma forma, es posible que consiga llegar a la Casa Blanca.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.