Silicosis, la maldici¨®n del ¡®ladrillazo¡¯
Trabajadores y empresarios del m¨¢rmol con da?os pulmonares batallan para que la ley reconozca su enfermedad como profesional y evitar nuevos casos
Al principio, solo era fiebre, pero Agust¨ªn Cebada sab¨ªa que algo no iba bien. A sus 30 a?os, y pese a su saludable aspecto, se asfixiaba al mas m¨ªnimo esfuerzo. Radiograf¨ªas, anal¨ªticas, tomograf¨ªas de t¨®rax (conocidas como TACAR) y biopsias fueron necesarias para llegar a un diagn¨®stico a finales de 2009. "Recuerdo cuando la jefa de Neumolog¨ªa me llam¨® y me dijo 'no te vas a creer lo que tengo", rememora Andr¨¦s Rabad¨¢n, m¨¦dico epidemi¨®logo y jefe de Salud P¨²blica de la Junta de Andaluc¨ªa en C¨¢diz. Agust¨ªn ten¨ªa silicosis, la enfermedad de los mineros que bien conocen en las cuencas mineras de Asturias y el Pa¨ªs Vasco. Aunque ¨¦l, como tantos otros, trabajaba de marmolista en Chiclana de la Frontera (C¨¢diz). Cebada no fue capaz de soportar un trasplante de pulm¨®n. Falleci¨® el 4 de octubre de 2012.
Antes de morir, le dio tiempo a movilizar a otros compa?eros marmolistas que tambi¨¦n empezaron a caer enfermos. Fund¨® la Asociaci¨®n de Afectados y Enfermos de Silicosis (ANAES) para intentar agrupar a trabajadores de toda Espa?a con esta enfermedad que solo se considera profesional para los mineros. Ante la inusitada proliferaci¨®n, neum¨®logos y epidemi¨®logos de C¨¢diz realizaron una investigaci¨®n cient¨ªfica. "Se diagnostic¨® silicosis a 46 varones con una mediana de edad de 33 a?os y una media de 11 a?os de antig¨¹edad laboral en la fabricaci¨®n de encimeras de aglomerados de cuarzo", concluy¨® el estudio en 2014. Hoy son 109 casos investigados, solo en la provincia de C¨¢diz. En Andaluc¨ªa, ya son 255 los afectados. "Despu¨¦s de Agust¨ªn, falleci¨® otro compa?ero de 35 a?os", recuerda David Medina Garc¨ªa, presidente de ANAES.
La alarma de los neum¨®logos tambi¨¦n estuvo en la concentraci¨®n espacio-temporal: diagn¨®sticos de 2009 a 2012 y, la mayor parte, en Chiclana. La raz¨®n estaba en la Espa?a del ladrillazo. Pocos recuerdan c¨®mo era esa peque?a localidad antes de que el boom de la construcci¨®n la convirtiera en el para¨ªso de las casas ilegales. "En pocos a?os, Chiclana pas¨® de ser un pueblo agr¨ªcola a convertirse en un peque?o polo industrial especializado, entre otras ramas, en la elaboraci¨®n de aglomerados artificiales de cuarzo para encimeras", resume el estudio. En esos nuevos chal¨¦s, todos quer¨ªan las modernas y atractivas encimeras de colores.
"Se convirti¨® en el material estrella. Al principio yo era reacio, pero las tiendas de cocina lo ped¨ªan y tuvimos que incorporarlo", explica Manuel Barbosa, propietario de M¨¢rmoles Barbosa y secretario de ASEEYA, Asociaci¨®n de Empresarios de Encimeras & Afines. Recuerda c¨®mo en el a?o 2007, en el cenit de la burbuja inmobiliaria, exist¨ªan 24 marmoler¨ªas en la ciudad. "Hoy solo quedamos cuatro", sentencia.
Un informe para definir protocolos
La premisa fue clara en Andaluc¨ªa al conocer los casos de silicosis: crear un plan de choque para evitar nuevos casos. Tanto las Consejer¨ªas de Salud como la de Empleo iniciaron un camino en el que se realizaron constantes campa?as de inspecci¨®n. Adem¨¢s, se ha puesto en marcha un plan compuesto por mesas en las que est¨¢n representados trabajadores, marmolistas empresarios o fabricantes.
La idea es que el documento que saldr¨¢ de este trabajo se lleve al Parlamento Andaluz para su aprobaci¨®n en un mes. Los afectados conf¨ªan en que tambi¨¦n lleve a una mayor visibilidad nacional. "En Espa?a a¨²n hay muchos enfermos que no saben qu¨¦ hacer", explica David Medina, de ANAES. Lo cierto es que en el pa¨ªs la incidencia de la silicosis parece ir en aumento. Los casos notificados al Instituto Nacional de Silicosis (INS) disminuyeron de 2003 (375 casos) a 2007 (115 casos). Desde entonces aumentaron cada a?o hasta llegar a 256 casos en 2011.
Los empresarios tambi¨¦n definen la idoneidad del plan andaluz como herramienta que defina los protocolos. "Han ido dando palos de ciego, en cada inspecci¨®n nos dec¨ªan que ten¨ªamos que cambiar algo, sin tener claros los criterios de seguridad", denuncia la presidenta de ASEEYA, Roc¨ªo Rodr¨ªguez.
La asfixia de la incertidumbre
Salvador Arce, secretario de ANAES, ya ni se acuerda c¨®mo era la vida antes de estar enfermo: "Tengo tos cr¨®nica, me canso al andar. Antes pod¨ªa caminar cinco kil¨®metros sin cansarme y eso ahora es impensable. Me ha salido bronquitis, apnea del sue?o...". Todo por trabajar cortando encimeras de cuarzo prensado de 2004 a 2008. "Las TACAR (prueba de tomograf¨ªa de torax) eran de susto", corrobora Rabad¨¢n. Mostraban preocupantes manchas en los pulmones "producidas por acumulaci¨®n de polvo inorg¨¢nico de s¨ªlice en el pulm¨®n".
El riesgo de enfermedad est¨¢ relacionado con la exposici¨®n y con la cantidad de s¨ªlice cristalina inhalada. En la actualidad, adem¨¢s, se sabe que la s¨ªlice reci¨¦n fracturada es m¨¢s t¨®xica que la que contiene el polvo m¨¢s antiguo. Eso explica que la afectaci¨®n de estos trabajadores sea m¨¢s grave que la de los mineros. En periodos de exposici¨®n de dos a diez a?os, han contra¨ªdo una silicosis mucho m¨¢s virulenta.
"Nuestra enfermedad no tiene curaci¨®n ni mejor¨ªa. Puede mantenerse o empeorar, lo normal es que vaya a peor: de silicosis cr¨®nica simple a complicada", reconoce Medina. "Es una enfermedad autoinmune de la que no sabemos la tasa de supervivencia", reconoce Andr¨¦s Rabad¨¢n. Sin embargo, intenta lanzar un mensaje de esperanza: "Se est¨¢n desarrollando proyectos de investigaci¨®n para encontrar un tratamiento".
"Por fuera te ves igual, pero, por dentro, las pruebas dicen otra cosa", explica Manuel Vela. Tiene 36 a?os y contrajo la enfermedad hace seis a?os. Su afectaci¨®n est¨¢ en fase complicada. Aunque no es su caso, muchos tienen afectados los ri?ones o tienen problemas de circulaci¨®n que les llevan a perder la sensibilidad de las extremidades. La mayor¨ªa tienen fiebres peri¨®dicas, apneas y se asfixian al m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo f¨ªsico.
Vela consigui¨® la incapacidad permanente total: "Tengo dos hijos y una hipoteca que pagar. Gano unos 800 euros y me doy con un canto en los dientes porque hay quien tiene pensiones de 400 euros". Pide que la orden ministerial que regula la normativa de la Seguridad Social, que data de 1969, se modifique para reconocer su situaci¨®n. De hecho, el pasado mes de marzo el PSOE registr¨® en el Congreso una proposici¨®n no de ley para ello. No se lleg¨® a debatir, aunque el Instituto Nacional de la Seguridad Social ya acepta de facto la reinterpretaci¨®n de la orden, mientras las mutuas siguen recurriendo y prolongando su calvario.
Ruina y litigios
Un sufrimiento que tambi¨¦n se dirime en los juzgados. Casi todos los afectados tienen procesos abiertos. "Legalmente, es el empresario el responsable de lo ocurrido", explica Rabad¨¢n. Pero a?ade: "No es tan f¨¢cil, todos son v¨ªctimas. Se produjo una cadena de errores". De hecho, el informe elaborado por su equipo concluye: "El evidente incumplimiento de todas las partes interesadas (fabricantes, servicios de prevenci¨®n de riesgos laborales, mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, y empresarios), tanto en la implementaci¨®n de medidas de protecci¨®n en el lugar de trabajo como en la vigilancia de la salud, ha conducido a una grave situaci¨®n, cuya magnitud todav¨ªa no se puede prever con exactitud".
"Nos dijeron que se trabajaba igual que el m¨¢rmol o el granito", explica Barbosa. Las cortaban en seco, con la ¨²nica protecci¨®n de una mascarilla simple. Pero el polvo, de micropart¨ªculas de s¨ªlice, se manten¨ªa hasta dos d¨ªas en suspensi¨®n. Todo cambi¨® con los primeros casos, "en 2009, las encimeras empezaron a venir con etiquetas en las que ya s¨ª se explicaban las medidas de seguridad para cortarlas", apunta el empresario. No lo ven as¨ª los fabricantes que, en diversas comunicados p¨²blicos, han puntualizado que desde el principio indicaron la composici¨®n del material.
"Contratamos planes de prevenci¨®n externos que ahora sabemos que estaban mal hechos", resume Roc¨ªo Rodr¨ªguez, presidenta de ASEEYA. Hoy, empresas como la de Barbosa tienen m¨¢quinas al agua que trabajan en zonas reservadas y manipuladas por operarios protegidos con m¨¢scaras. Hasta posee una lavander¨ªa para evitar que la ropa salga del taller.
Compa?¨ªas arruinadas por las indemnizaciones
Roc¨ªo Rodr¨ªguez ten¨ªa una marmoler¨ªa en Chipiona, pero la crisis y las denuncia la arruinaron. En 2015, con el primer juicio perdido de un trabajador, cerr¨®. Todav¨ªa le quedan tres procesos m¨¢s abiertos. Barbosa tiene pendientes siete juicios, uno de ellos, por lo penal. "Tenemos compa?eros de la asociaci¨®n que tambi¨¦n tienen silicosis porque estaban en el taller. Uno de ellos, se suicid¨® incapaz de soportar todo este sufrimiento", explica.
De media, las indemnizaciones a los trabajadores oscilan entre los 200.000 y los 300.000 euros. A eso tienen que sumar la sanci¨®n del INSS "con un recargo de prestaciones que va del 30% al 50% de la pensi¨®n que le queda al trabajador", explica la presidenta de los empresarios afectados. "Nos sentimos desamparados, toda la responsabilidad de los m¨²ltiples agentes implicados recae en los peque?os empresarios. Los trabajadores nos demandan y a la vez nos reclaman da?os y perjuicios", reconoce Rodr¨ªguez.
Los exempleados se escudan en que es lo que le recomiendan sus abogados para poder cobrar, aunque para ello, tengan que denunciar a amigos o familiares que fueron sus jefes. Dif¨ªcilmente, llegan a cobrar algo, como reconoce Vela: "Denunci¨¦ a la empresa, pero ya est¨¢ cerrada. Los casos se est¨¢n ganando, pero se declaran insolventes y no pagan".
Apretados contra las cuerdas, empresarios y trabajadores, saben que su enemigo com¨²n tiene una soluci¨®n aceptable para las dos partes. Desde ASEEYA tambi¨¦n reclaman que la silicosis sea reconocida legalmente como enfermedad profesional. Creen que as¨ª el pago del recargo de las prestaciones recaer¨ªa en el Estado, como ya ocurre con otras afecciones. Si no lo consiguen, se plantean medidas judiciales contra fabricantes o la Administraci¨®n para encontrar los culpables "de esta epidemia en el sector", como explica Rodr¨ªguez.
Mientras llega, ambas parten claman por una prevenci¨®n efectiva, con protocolos de actuaci¨®n verdaderamente fiables que eviten nuevos casos. David Medina teme que surjan nuevos casos y no quiere que nadie m¨¢s pase por un trance como el suyo: "Estamos enfermos en la flor de la vida con familias a nuestro cargo y sin saber cu¨¢nto vamos a durar, ?c¨®mo le explicamos eso a nuestros hijos?".
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