Incoherencias fiscales
Recaudamos menos de lo necesario para sostener un Estado del bienestar a la europea
Somos incoherentes. Queremos pagar poco y, a cambio, disfrutar de una amplia cartera de servicios p¨²blicos de calidad y contar con programas de transferencia de rentas generosos. Tributamos poco no tanto porque los tipos impositivos sean m¨¢s bajos que los del entorno europeo, sino porque existen un mayor fraude y m¨¢s bonificaciones fiscales de todo tipo; por no hablar de los reg¨ªmenes especiales favorables para algunos contribuyentes.
En definitiva, el que cumple con sus obligaciones tributarias en r¨¦gimen general y no tiene derecho a bonificaciones y ventajas fiscales, paga y mucho. Pero como existen tantos coladeros, acabamos recaudando globalmente menos de lo que nos hace falta para sostener un Estado del bienestar a la europea.
Por eso tenemos que tomar decisiones. La primera: escoger entre continuar con la ilusi¨®n de que nos sobra recaudaci¨®n y que podemos seguir aprobando rebajas fiscales por doquier y en todos los niveles de la administraci¨®n, o asumir que necesitamos una reforma fiscal a fondo, que mejore la eficiencia y equidad del sistema, pero tambi¨¦n su capacidad recaudatoria para hacer sostenible el sistema y proporcionar fundamentos s¨®lidos a un irrenunciable proceso de consolidaci¨®n fiscal que no podemos seguir demorando ad infinitum.
El an¨¢lisis y las propuestas del grupo de expertos para la reforma fiscal convocados por el gobierno hoy en funciones son un buen punto de partida sobre el que seguir trabajando.
La segunda y vinculada a la anterior, decidir si queremos recortar la cartera de servicios p¨²blicos y su calidad o, por el contrario, queremos seguir avanzando en la consolidaci¨®n de algunos pilares de gasto, como los programas de renta social o la I+D, en los que los d¨¦ficit actuales son m¨¢s notables. Porque es verdad que las investigaciones aplicadas muestran que en algunas ¨¢reas podemos ser m¨¢s eficientes en el uso de los recursos p¨²blicos. Pero tambi¨¦n lo es que hemos recortado mucho y el margen es cada a?o m¨¢s reducido.
La ¨²ltima decisi¨®n tiene que ver con la calidad del debate p¨²blico. En concreto, con la cuesti¨®n de si seguimos como hasta ahora, con programas electorales inconsistentes y despreocupadamente simp¨¢ticos, o los convertimos en documentos susceptibles de (y sujetos a) evaluaci¨®n experta e independiente de su coherencia econ¨®mica.
Es verdad que hablar de estas cosas y de esta manera puede aburrir a mucha gente y exigirnos m¨¢s a todos. Pero los mortales estamos condenados a ocuparnos y preocuparnos de lo prosaico.
Santiago Lago Pe?as es director de GEN (Universidade de Vigo)
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