El ¡®foodtruck¡¯ espa?ol se atasca
Los camiones que venden comida est¨¢n de moda, pero las restricciones echan por tierra los beneficios
El movimiento que apuesta por sacar la comida de los restaurantes a la calle en divertidos y coloridos camiones rodantes llamados foodtrucks no acaba de cuajar como modelo de negocio en Espa?a y los m¨¢s de 300 emprendedores que se aventuraron en ello se resienten por su escasa rentabilidad.
¡°Es sumamente complejo obtener ganancias de cualquier negocio que suponga cambiar los h¨¢bitos de consumo en Espa?a, y m¨¢s a¨²n los alimenticios¡±, apunta Rodolfo Carpintier, presidente del grupo de inversi¨®n DAD, porque los m¨¢rgenes son muy peque?os y, sobre todo, ¡°porque es un mercado en el que se come muy bien y a buen precio¡±.
El cocinero e impulsor del movimiento foodtruck, Koldo Royo, propietario de El Perrito Callejero, apunta que en Espa?a (a diferencia de EE UU o Francia) no se ha entendido ni la puesta en escena ni el desarrollo de esta nueva oferta gastron¨®mica. ¡°Lo que define un foodtruck es su itinerancia. Es comida rodante que, desde sus camiones perfectamente equipados y cumpliendo la normativa (higi¨¦nico-sanitaria, fiscal, urbana y de transportes) sigue un itinerario y estaciona en zonas deprimidas, incluso feas, donde no hay locales de restauraci¨®n y, con su colorido y m¨²sica, ofrece comida rica a bajo coste y anima el ambiente¡±.
Sevilla, M¨¢laga y Vitoria estudian legalizar una itinerancia controlada
Lejos del ideal
Unas condiciones que para el emprendedor vasco ¡°no se cumplen¡± y se traducen en la inviabilidad de hacer prosperar esta nueva tendencia culinaria, genuinamente americana, cuya inversi¨®n media ronda los 35.000 euros. Y no son pocos los obst¨¢culos para que esta actividad comience a hacer caja. Para empezar, la legislaci¨®n vigente (RD 199/2010, de 26 de febrero) proh¨ªbe la venta gastron¨®mica en itinerancia. ¡°Hasta que no se abra la ley a una itinerancia controlada que permita rodar a los camiones, no conoceremos la esencia y probablemente la rentabilidad de este movimiento¡±, asevera el cocinero Paco Roncero.
El reclamo ha empezado a calar en ayuntamientos (les corresponde a ellos la concesi¨®n de licencias) como los de Sevilla, M¨¢laga o Vitoria al ver con buenos ojos la posibilidad de ¡°estudiar una propuesta en firme para legalizar este movimiento¡±- apunta Patricio Bustamante, director general de Street Trucks. ¡°Los ayuntamientos han de entender¡±, a?ade C¨¦sar Pascual, director de marketing de Cervezas La Virgen, empresa propietaria de dos foodtrucks, ¡°que no somos un ataque a la restauraci¨®n tradicional, sino una oferta complementaria. Con la ley en la mano habr¨¢ que determinar espacios y horas donde no molestemos ni a vecinos ni a otros locales¡±.
En Madrid, fuentes del Consistorio reconocen ¡°estar estudiando una m¨ªnima apertura al sector¡±, de momento, s¨®lo est¨¢n autorizados a vender comida en la calle los camiones que participen en un evento privado. Una salida que m¨¢s que un negocio ¡°es una plataforma de marketing¡±, asegura C¨¦sar Pascual, ¡°porque los organizadores de dichos eventos cobran tarifas desproporcionadas [entre 500-700 euros por fin de semana] y el retorno es dif¨ªcil con los m¨¢rgenes tan peque?os¡±.
La responsabilidad por las malas pr¨¢cticas de determinados organizadores de estas ferias o eventos va m¨¢s all¨¢, incluso, del sobreprecio en la contrataci¨®n del alquiler de los espacios. ¡°De una tarifa normal de 400 euros por fin de semana se est¨¢ cobrando una media de 800 euros¡±, asegura Bustamante. Y a?ade: ¡°No es ¨¦tico. Muchos no son ni profesionales, no garantizan instalaciones, ni seguridad, ni previsi¨®n de p¨²blico; meten m¨¢s foodtrucks de los permitidos y estos no re¨²nen las condiciones m¨ªnimas exigibles. Admitir camionetas simplemente con dise?o y pintadas a lo vintage est¨¢ haciendo un flaco favor a este movimiento¡±. Royo denuncia que ¡°el 80% de los camiones que venden comida en estos eventos no son foodtrucks sino simples remolques que en muchas ocasiones carecen de cocinas adecuadas, sistema de almacenamiento o refrigerado e incluso equipamiento que garantice la seguridad higi¨¦nica y alimentaria¡±.
Una opci¨®n para aventurarse en este rom¨¢ntico movimiento es el alquiler del foodtruck, cuyo coste no supera los 600 euros para un evento de fin de semana y permite ¡°conocer su exigencia y dedicaci¨®n laboral, desarrollo y posibles ganancias sin arriesgar demasiado¡±, apunta Bustamante.
Negocio a medias
Para el abogado de Montesinos Viejo Asociados y presidente de la Asociaci¨®n Street Food Madrid, Jos¨¦ Miguel Garc¨ªa Viejo, aunque el formato de los eventos ayude a la expansi¨®n de esta tendencia gastro-callejera, ¡°no habr¨¢ negocio hasta que no se acabe con la dependencia [ning¨²n empresario quiere depender de la actividad realizada por alguien que no sean sus clientes] y con la eventualidad [que no permite el desarrollo continuado del negocio y hace que los an¨¢lisis y la estrategia sean realmente dif¨ªciles]. Adem¨¢s, los organizadores deben entender que el foodtruck es un canal de venta, no un producto¡±, sostiene.
El ¨¦xito o fracaso de los empresarios que apuestan por este modelo de cocina rodante, tal y como est¨¢ concebido hoy, depende casi exclusivamente del buen o mal hacer de terceros, es decir de los pol¨¦micos organizadores de eventos. Por ejemplo, en un evento bien organizado un foodtrucker pueden llegar a ingresar 4.000 euros. Si se descuentan unos 1.000 euros de coste por dos trabajadores (7,5 euros la hora y Seguridad Social); 500 m¨¢s IVA por cesi¨®n del espacio; 1.000 de materia prima y 300 de otros gastos (gasolina, gr¨²a o promoci¨®n); la ganancia ronda los 1.200 euros. ¡°Con estos mismos gastos he visto al mismo foodtrucker acudir a un evento mal organizado y vender seis botellas de agua¡±, denuncia Garc¨ªa Viejo. Para evitar que el beneficio de un evento d¨¦ al traste con las ganancias adquiridas un fin de semana, el presidente de la Asociaci¨®n Street Food Madrid recomienda ¡°elegir organizadores fiables¡± e insta a los emprendedores a buscar ¡°nuevas f¨®rmulas de desarrollo m¨¢s all¨¢ de los modelos de eventos privados o p¨²blicos¡±.
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