La alpargata que lleg¨® m¨¢s lejos

Casta?er es propietaria de siete tiendas en Espa?a, pero su gran mercado se encuentra fuera del pa¨ªs. Desde hace 40 a?os que exportan como m¨ªnimo el 70% de su producci¨®n. "En la empresa se lleva el ADN de exportar desde la telefonista hasta el director general. Es fundamental para nosotros, sobretodo cuando vino la crisis en Espa?a y el mercado interno estuvo castigado y quemado" se?ala Antonio Casta?er, consejero delegado de la firma.

Italia es el pa¨ªs n¨²mero uno en ventas para el grupo Casta?er, seguido por Francia, Jap¨®n y Estados Unidos. "Contamos con 39 locales propios en todo el mundo y estamos presentes en 400 negocios multimarca", desgrana su principal ejecutivo. La compa?¨ªa apuesta ahora por explotar el mercado de Latinoam¨¦rica. "Nuestros productos son muy mediterr¨¢neos y eso agrada al p¨²blico latino, para el cual Espa?a sigue siendo un referente de moda y de cari?o. Decidimos abrir una tienda en Miami, no por querer crecer en Estados Unidos, si no como un lugar de compras para la ¨¦lite de Latinoam¨¦rica". Las ¨²ltimas aperturas de tiendas tuvieron lugar en Chile, M¨¦xico y Colombia.

Venta 'online'

A tono con las tendencias de la ¨¦poca, Casta?er tambi¨¦n se ha digitalizado y con buenos resultados: su p¨¢gina web ya es la primera tienda en ventas de la organizaci¨®n. Sumada a los portales multimarca como el suizo Net-a-Porter, Luisa Via Roma y Mytheresa (adquirido por la estadounidense Neiman Marcus el a?o pasado), Internet representa el 25% de las ventas de la empresa. Este canal ha triplicado su fuerza con respecto al a?o anterior.

La empresa se encuentra en un per¨ªodo de crecimiento y diversificaci¨®n. Las alpargatas para hombre y mujer son su producto ic¨®nico, pero en los ¨²ltimos a?os han ampliado su oferta hasta incorporar bolsos y accesorios de playa, calzado de invierno y hasta una l¨ªnea de zapatos para novias. "No es nada f¨¢cil porque nuestra imagen es de fabricantes de alpargatas; en nuestras propias tiendas cuesta menos comunicar nuevos productos. El 25% de las ventas ya es de productos de invierno", explic¨® el consejero delegado.

La firma nace en 1776, "el a?o en el que Washington se peleaba con los ingleses, un antepasado m¨ªo, el primer Casta?er alpargatero, monta un peque?o taller" explica el directivo. Confeccionaba alpargatas a base de esparto y algod¨®n, calzaba a campesinos y obreros, el mercado natural de la alpargata era un p¨²blico humilde. Algunas generaciones despu¨¦s, en 1927, el negocio se ampl¨ªa. "La primera f¨¢brica la abri¨® mi abuelo que a?os despu¨¦s entr¨® en crisis; cuando los campesinos abandonaron el campo y se marcharon a la ciudad para trabajar; ya no precisaban alpargatas". El ¨¦xodo rural de 1950 gener¨® un desaf¨ªo para la empresa que, con la ayuda de un golpe de suerte, logr¨® transformar su producto desde un calzado de trabajo a un objeto de deseo.

Estreno parisino

"Mis padres estaban en una feria de moda en Par¨ªs y de casualidad se enteraron que Yves Saint Laurent estaba buscando alguien que pudiera confeccionar una alpargata pero con cu?a". Lorenzo e Isabel Casta?er cumplieron con el requisito y su producto camin¨® por las pasarelas del dise?ador en ascenso. Iniciaron un recorrido de colaboraciones con casas de alta costura como Chanel y Dolce & Gabbana que consolidaron su lugar dentro de la moda y de los dise?adores de la ¨¦lite internacional.

Cuando se le pregunta si son una marca de lujo, Casta?er responde: "Si por lujo se entiende la gama en la que se encuentra Gucci, Louis Vutton y Hermes, no lo somos. Pero definitivamente compartimos muchos de los clientes con esas marcas." Un par de alpargatas Casta?er de lona cuesta entre 85 y 195 euros. "No nos identificamos en el concepto del lujo porque somos mas asequibles, pero es el segmento en el que vendemos mejor: Cuando Casta?er est¨¢ en una tienda multimarca y es el calzado m¨¢s barato del lugar, triunfa. Cuando es el m¨¢s caro, no." Casta?er tiene un lugar en el cumbre del turismo de compras: en la calle Saint Honor¨¦ en Par¨ªs, en la tienda Santa Eulalia en Barcelona y en el barrio tokiota de Roppongi.