Mucho por hacer
Ser¨ªa razonable que el PSOE tratara de imponer, al menos parcialmente, parte de su programa a cambio de sus votos
Espa?a tiene ante s¨ª un buen n¨²mero de retos en el frente socioecon¨®mico. Porque los cuatro a?os de gobierno del PP sirvieron para poco m¨¢s que evitar la intervenci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, reestructurar el sistema financiero, evitar la quiebra de algunas autonom¨ªas y reformar la din¨¢mica a largo plazo del gasto en pensiones. Es verdad que las tres primeras cuestiones eran perentorias y la necesidad de concentrar esfuerzos en ello puede explicar parcialmente el desenfoque en cuestiones como la reforma tributaria y de la administraci¨®n local; el tiempo perdido en el ¨¢mbito tributario, en la financiaci¨®n auton¨®mica, en el del control de eficiencia en el gasto p¨²blico que evite que se repitan los elefantes blancos del anterior boom econ¨®mico, y en el de una reforma educativa ambiciosa; o la desatenci¨®n al acusado incremento en la desigualdad, que la mejora en la evoluci¨®n del mercado de trabajo est¨¢ corrigiendo solo en parte, por la devaluaci¨®n salarial que afecta a los m¨¢s j¨®venes y a la mayor¨ªa de los que han cambiado de empleo.
Resulta dif¨ªcil visualizar hoy una gran coalici¨®n que integre al PSOE y PP. En cambio, cuesta m¨¢s entender la negativa global del PSOE
Para todo lo anterior y para m¨¢s asuntos en otros ¨¢mbitos muy relevantes para los ciudadanos, necesitamos di¨¢logo y consenso para formar un Gobierno y luego definir la hoja de ruta. La repetici¨®n de las elecciones y los sondeos sobre unas posibles terceras elecciones han servido para aclararnos que el actual escenario de fragmentaci¨®n de apoyos parlamentarios es el que vamos a tener que vivir en los pr¨®ximos a?os. Todos debemos adaptarnos a ello y comenzar a ver el juego pol¨ªtico en tonalidades de gris y no en blanco y negro. La alternativa es la par¨¢lisis y el incremento de la desafecci¨®n.
En este sentido, hay que pensar que los espacios de decisi¨®n pol¨ªtica son multidimensionales y la distancia entre organizaciones puede diferir en cada dimensi¨®n. Las coaliciones exigen que esas distancias sean, en general, menores. En este sentido, un partido de centro como Ciudadanos puede tener m¨¢s f¨¢cil unirse a otros a la izquierda o a la derecha; al tiempo que resulta dif¨ªcil visualizar hoy una gran coalici¨®n que integre al PSOE y PP. En cambio, cuesta m¨¢s entender la negativa global del PSOE, negativa que afecta incluso a leyes para las que no existe siquiera un anteproyecto (la de presupuestos).
Mientras los sondeos no muestren un significativo incremento del apoyo al partido socialista o se avance en un acuerdo con el respaldo de partidos suficientes para encabezar una alternativa, lo razonable ser¨ªa que el PSOE clarificase las condiciones que exige para sus sucesivos apoyos expl¨ªcitos o impl¨ªcitos e imponga, al menos parcialmente, parte de su programa a cambio de sus votos. Si lo hace bien, no deber¨ªa ser tan dif¨ªcil anotarse el tanto correspondiente. Porque, de hecho, es el jugador clave en estos momentos.
Santiago Lago es director de GEN (Universidade de Vigo)
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