Un capitalismo m¨¢s humano pide paso
43.000 compa?¨ªas pertenecen a la econom¨ªa social, que emplea a 2,2 millones de personas
?Cu¨¢ntas cooperativas han ca¨ªdo durante la crisis? Puede que sea una pregunta irritante. ¡°?Le respondo con otra ?cu¨¢ntas sociedades de capital han ca¨ªdo? Es asombroso que sobre ellas no se ponga el mismo foco¡±, se queja Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez de Uralde, jurista y presidente del centro de investigaci¨®n sobre econom¨ªa social Ciriec. Cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, centros especiales de empleo, empresas de inserci¨®n, cofrad¨ªas y algunas fundaciones constituyen un universo econ¨®mico gigantesco que va unos pasos m¨¢s atr¨¢s del capitalismo m¨¢s genuino, buscando, adem¨¢s de ganar dinero, otros objetivos sociales. Son cerca de 43.000 en todo el pa¨ªs, y facturan el equivalente al PIB de Galicia (52.541 millones, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Agencia Tributaria correspondientes a 2013). De ellas dependen 2,2 millones de puestos de trabajo, la mitad en el campo.
Volviendo a la pregunta inicial. ?Qu¨¦ les ha ocurrido? Que entre 2009 y 2014 han perdido 159.000 puestos de trabajo y m¨¢s de 2.000 organizaciones han desaparecido. ¡°Pero la morbilidad ha sido mucho menor que en el resto del tejido econ¨®mico¡±, recalca P¨¦rez. El catedr¨¢tico de la Universidad de Valencia Jos¨¦ Luis Monz¨®n se?ala con datos de la EPA y del Ministerio de trabajo que en los periodos m¨¢s duros de la crisis, de 2009 a 2013, en el sector privado los asalariados cayeron un 18,5% y en el sector cooperativo un 8%, diez puntos menos. ¡°Eso pone en evidencia que tienen una mayor resistencia a las crisis. Han hecho ajustes voluntarios tanto de plantilla, a trav¨¦s de pactos, como de reducci¨®n de jornada o salario, intentando mantener el m¨¢ximo del empleo¡±.
Ignacio Ugalde, director de Recursos Humanos de Fagor Ederlan Tafalla, una cooperativa navarra dedicada a la fabricaci¨®n de piezas para la automoci¨®n, lo ha padecido. ¡°En 2008 nos convertimos en una cooperativa de trabajo asociado. M¨¢s de la mitad de los 700 empleados dijimos que s¨ª, y tuvimos que aportar unos 13.000 euros cada uno. Pero despu¨¦s lleg¨® la crisis, y decidimos bajarnos el sueldo un 6,35%. Adem¨¢s ampliamos capital, a raz¨®n de 3.000 euros por persona. Afortunadamente nos ha salido bien, pero aqu¨ª nadie viene a hacerse rico¡±.
Grandes sectores econ¨®micos del pa¨ªs est¨¢n copados por el negocio de las cooperativas. El ejemplo de funcionamiento para la mayor¨ªa est¨¢ en Mondrag¨®n, la localidad vasca de apenas 22.000 habitantes que es la capital de un grupo de 103 sociedades, con 125 f¨¢bricas, una docena de centros de investigaci¨®n y casi 40.000 socios. Son el pulm¨®n industrial vasco gracias a un ecosistema propio: cuentan con un hospital, una universidad, una mutua y hasta un banco. En 2015 facturaron 11.368 millones de euros, un 2,8% m¨¢s que el a?o anterior. Su modelo es complejo pero parte de los principios cl¨¢sicos del cooperativismo: cada persona, sea directivo o empleado de base, tiene un voto. Todo se decide en asamblea y ning¨²n alto cargo cobra un salario que multiplique por seis el de un puesto m¨¢s modesto. Por comparar, en las empresas del Ibex-35 el salario m¨¢s alto llega a multiplicar por 104 el sueldo promedio.
Firmas afianzadas
Junto a Mondrag¨®n otros siete grupos ¡ªla Fundaci¨®n Espri¨² (salud), Clade Grup (multisectorial), Unide (alimentaci¨®n), el Grupo Cooperativo Cajamar (cr¨¦dito) Atlantis (seguros), Ilunion (multisectorial y el Grupo Gredos San Diego¡ª tienen en n¨®mina a m¨¢s de 128.000 personas. Otras corporaciones son l¨ªderes en su nicho de mercado: en Valencia Anecoop factura 577 millones de euros gracias a comercializar 746.342 millones de toneladas de fruta. En Ourense, Coren, con 6.000 ganaderos asociados, produce huevos, aves y cerdo por valor de 950 millones de euros.
¡°Nos consideramos ya como un sector econ¨®mico y social suficientemente importante y reconocido como para tener un espacio propio donde se construyen las pol¨ªticas p¨²blicas. Llevamos tiempo reclamando un lugar en ese di¨¢logo¡±. Lo pide el presidente de la Confederaci¨®n Empresarial Espa?ola de la Econom¨ªa Social (CEPES), Juan Antonio Pedre?o, que defiende que es posible un nuevo modelo econ¨®mico donde las preocupaciones de las personas se tengan algo m¨¢s en cuenta. ¡°Una de las razones por las que las cooperativas han destruido menos empleo es que hay un mayor compromiso. Son empresas democr¨¢ticas que no reparten en funci¨®n del capital aportado, sino en funci¨®n del tiempo de dedicaci¨®n de las personas¡±. Adem¨¢s del caso vasco se?ala que la cultura de la econom¨ªa social est¨¢ muy arraigada en Catalu?a, Navarra, Andaluc¨ªa y desde hace pocos a?os en Murcia. ¡°Pero si hacemos una radiograf¨ªa de Europa solo en el sur, Francia, Italia, Portugal y Turqu¨ªa son intensivas en la creaci¨®n de empleo cooperativo. En el resto del continente hay cooperativas muy grandes de vivienda, de cr¨¦dito, de consumo¡ pero con socios que no son trabajadores¡±. Pedre?o tambi¨¦n preside la patronal europea Social Economy Europe (SEE), una instituci¨®n que ha conseguido que la Euroc¨¢mara aprobase el pasado mes de marzo un informe que incluye a este sector en la planificaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y presupuestarias de la UE dentro de la Estrategia UE 2020. ¡°Apostamos por un plan de acci¨®n social que esperamos aprobar en los pr¨®ximos dos o tres meses¡±.
Pero el camino hacia el ¨¦xito est¨¢ sembrado de cactus. Ilunion, el conglomerado empresarial de la ONCE compuesto por 90 sociedades, la mayor¨ªa centros especiales de empleo, registr¨® unas p¨¦rdidas de 1,4 millones en 2015 y tiene una deuda neta de unos 200 millones. Su cifra de negocio el a?o pasado alcanz¨® los 723 millones de euros. Alejandro O?oro, su consejero delegado, cree que la clave est¨¢ en equilibrar el objetivo social con el econ¨®mico. ¡°Intentamos ser un grupo sostenible y muy rentable desde el punto de vista social. Trabajamos para revertir los malos datos de ¨²ltimos de a?os anteriores. Hemos mejorado en casi 11 millones las p¨¦rdidas de 2014¡±.
El caso Ilunion
El holding ha apostado muy fuerte por el sector hotelero, los servicios industriales ¡ªtienen un proyecto con Ford en el que trabajan 1.100 personas¡ª, y son primeros en Espa?a en lavander¨ªa, con 200 millones de kilos gestionados al a?o y m¨¢s de 4.000 trabajadores, el 82% con discapacidad. En el ¨²ltimo a?o han contratado a 1.430 personas hasta alcanzar un total 24.604; el 39% tiene alguna discapacidad. ¡°La rentabilidad social y econ¨®mica van en paralelo. No puedo llegar al consejo de administraci¨®n y decir: ¡°Este a?o nos ha ido bien pero no hemos creado empleo. De hecho, intentamos dar pasos m¨¢s all¨¢¡±. En esos pasos est¨¢ el integrar a colectivos con mayores complicaciones, como el de personas con enfermedades mentales. Ilunion est¨¢ cerca de conseguir ese equilibrio econ¨®mico, pero la duda es si habr¨ªa sido posible construir la marca sin el respaldo de una organizaci¨®n como la ONCE. ¡°Desde luego habr¨ªa sido dif¨ªcil, los comienzos son complicados, pero s¨ª, hay instituciones en Espa?a que lo han hecho muy bien empezando de cero. Es importante el apoyo de las Administraciones. El que tengamos empresas rentables con personas con discapacidad es absolutamente posible¡±, cree O?oro, quien percibe que desde el punto de vista de los clientes est¨¢ creciendo la sensibilidad hacia ese tipo de iniciativas.
Ese sector econ¨®mico alternativo al puro capitalismo enfrenta otros problemas. En el balance que publica cada a?o la Agencia Tributaria, la cuenta agregada de p¨¦rdidas y ganancias de empresas encuadradas en la econom¨ªa social cerraron 2013 con un resultado neto negativo de 343 millones de euros, la mayor¨ªa de las p¨¦rdidas (195 millones) generadas por las cooperativas. El buenismo conceptual de la econom¨ªa social choca con un mercado competitivo que genera gigantescas tensiones. La burocratizaci¨®n de las organizaciones, la falsa seguridad de que el puesto de trabajo es para toda la vida ¡ªuno de los problemas que sufri¨® Fagor electrodom¨¦sticos antes de su ca¨ªda¡ª y la escasez de incentivos para ganar competitividad acechan.
¡°Las cooperativas, si se desvinculan de su finalidad social, pueden morir de ¨¦xito¡±, reflexiona Jos¨¦ Luis Monz¨®n, que tambi¨¦n dirige el Observatorio Espa?ol de Econom¨ªa Social. ¡°Piense en las teor¨ªas del isomorfismo organizativo, que nos dicen que todo cuerpo vivo tiende a adoptar la forma dominante de su entorno para evitar perecer. Seg¨²n esta teor¨ªa, a la larga, o degeneran en estructuras capitalistas puras o mueren¡ pero la experiencia nos dice que eso no es as¨ª¡±. Pone un ejemplo: ¡°La funci¨®n del gerente de una cooperativa no es la misma que la del trabajador de a pie. En teor¨ªa, ese empleado tendr¨¢ una mayor tendencia a maximizar la parte de beneficios que se reparte entre los socios y a disminuir la tasa de inversi¨®n, mientras que el director es consciente de que como no haga inversiones, la empresa se ir¨¢ a pique. Pero los equilibrios funcionan: al final los trabajadores no son tan irresponsables, porque las empresas de la econom¨ªa social son igualitarias en el mejor sentido de palabra¡±.
El caso te¨®rico se puede comprobar f¨¢cilmente en muchas sociedades laborales y cooperativas que han superado obst¨¢culos gracias al di¨¢logo. Ignacio Ugalde, que adem¨¢s de cooperativista es presidente de Cepes Navarra, parte de ese principio: ¡°Cada uno de los trabajadores hace suyo el negocio, eso es impensable en una sociedad an¨®nima. La participaci¨®n, el trabajo en equipo, el poder de decisi¨®n, las pol¨ªticas de conciliaci¨®n, la promoci¨®n interna¡ eso es m¨¢s f¨¢cil en la cultura cooperativa, que las palabras acompa?en a los hechos. En Navarra, por ejemplo, la econom¨ªa social genera el equivalente al 11% del PIB y el 7,5% del empleo privado¡±, ilustra.
Luis Mari Imaz, director de Mondragon Assembly, que fabrica paneles solares, piezas para la automoci¨®n y dispositivos m¨¦dicos, cuenta que los m¨¢s de cien socios de su empresa (75 de ellos ingenieros superiores) que puntualmente reciben informaci¨®n sobre la cartera de pedidos, las magnitudes econ¨®micas, la marcha de sus filiales o la evoluci¨®n econ¨®mica a medio plazo. Durante seis a?os votaron bajarse un 10% el sueldo para mantener a la cooperativa del grupo, Fagor Electrodom¨¦sticos (de la que previamente tambi¨¦n hab¨ªan recibido aportaciones solidarias) y en 2014, durante otro momento de dificultad, renunciaron a una paga. La mayor parte de los beneficios de la sociedad se reinvierten. ¡°Nuestra gran competencia es China, tenemos que ir una generaci¨®n por delante de ellos y destinar los recursos necesarios para desarrollar nuevos productos. Lo hemos asumido todos. Esto es como el ajedrez, si no te mueves de tu baldosa te comen en un par de movimientos¡±. En sus filiales en Alemania, Francia, M¨¦xico China y Brasil no hay socios, ¡°el sistema no se entiende¡±, dice Imaz, pero entre el resto de trabajadores, hasta completar una plantilla de casi 300, reparten el 10% de los beneficios anuales para incentivar el sentimiento de pertenencia a la empresa.
El r¨¦gimen fiscal, que data de 1991, es otro caballo de batalla. Reconoce beneficios tributarios en el impuesto de sociedades hasta un tipo del 20% (frente al 30% m¨¢ximo) con una bonificaci¨®n de hasta el 50% de la cuota resultante. ¡°Es el chocolate del loro¡±, cree Monz¨®n. ¡°Las cooperativas por la normativa de desgravaciones apenas pueden beneficiarse de las deducciones que tienen las grandes empresas¡±.
El tama?o importa
Otro de los problemas tiene que ver con el tama?o, ya que la mayor¨ªa son microempresas de entre 10 y 12 empleados. Los 426 ganaderos de la l¨¢ctea Feiraco, por ejemplo, llevan a?os d¨¢ndole vueltas a un proyecto de fusi¨®n con otras tres organizaciones para producir leche con m¨¢s rentabilidad (ahora pagan el litro a 24 c¨¦ntimos). Pero no es f¨¢cil. ¡°Hay explotaciones que no tienen relevo generacional, algunas subsisten sin inversiones adecuadas, otras desaparecen. Ojal¨¢ se consolide nuestro proyecto de una gran cooperativa. Pero reconozco que somos poco ¨¢giles, para unirnos necesitamos el voto favorable de dos tercios de las asambleas. A¨²n as¨ª, hemos decidido que la empresa resultante no sea una sociedad an¨®nima porque queremos seguir perteneciendo a la econom¨ªa social. Porque el bienestar no se consigue con m¨¢s dinero en el bolsillo, sino construyendo algo que perdure¡±, se?ala su presidente, Jos¨¦ Montes. Las mutualidades, sociedades sin ¨¢nimo de lucro que ejercen en el campo de los seguros complementando el sistema de previsi¨®n de la Seguridad Social, son otro n¨²cleo duro de la econom¨ªa social que ve el futuro con cierto optimismo. Han crecido en primas y patrimonio incluso durante los a?os de plomo de la crisis.
Pedro Mu?oz, presidente de la Confederaci¨®n Espa?ola de Mutualidades, busca una explicaci¨®n en su eficiencia y en su condici¨®n de entidades sin ¨¢nimo de lucro. ¡°En los fondos de pensiones [privados] las comisiones de gesti¨®n llegan a ser del 1,5%, a lo que hay que sumar los costes por depositar¨ªa y corretaje. Nosotros, en cambio, tenemos costes bajos¡±. Y un mercado fiel. S¨®lo la mutualidad de la abogac¨ªa cerr¨® 2015 con un patrimonio de 6.288 millones; le sigue LagunAro, la mutualidad de previsi¨®n del grupo Mondrag¨®n, con 5.291 millones.
Mu?oz cree sin embargo que se le ha hecho juego sucio a la econom¨ªa social beneficiando a aseguradoras privadas con cambios legislativos. ¡°La actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos y los sindicatos no ha sido favorable. Lo ¨²nico que pedimos es neutralidad, no queremos ninguna ventaja sobre nadie¡±.
El fiasco de las cajas
La palabra era adoraci¨®n. Los representantes de los poderes p¨²blicos se deshicieron durante a?os en elogios sobre la implicaci¨®n social de las cajas de ahorros, unas instituciones cuyo gobierno estaba supuestamente en manos de impositores, instituciones p¨²blicas (desde Ayuntamientos a todo tipo de organizaciones sociales, educativas y culturales), C¨¢maras de Comercio o en representantes de los propios trabajadores. La base no pod¨ªa ser mayor. El resto de la historia ¡ªdesde simples torpezas en la gesti¨®n hasta el fraude m¨¢s descarado en entidades como Caja Madrid o la CAM¡ª es conocido. S¨®lo resistieron honrosas excepciones, como puede ser La Caixa o Kutxa, hoy transformadas en bancos controlados por sus fundaciones.
¡°Es innegable que tienen una acci¨®n social y un fundamento que se basaba en la devoluci¨®n al territorio de parte del negocio que generaban¡±, se?ala el presidente de la patronal de la econom¨ªa social Cepes, Antonio Pedre?o. ¡°Pero que tuviesen una dotaci¨®n para obra social no significa que fuesen entidades de econom¨ªa social¡±, puntualiza.
Para el catedr¨¢tico Jos¨¦ Luis Monz¨®n, que reconoce que durante casi una d¨¦cada se mantuvo cierta ambig¨¹edad al considerar las cajas como entes de la econom¨ªa social, ¡°no lo son¡± porque carecen de funcionamiento democr¨¢tico. Tampoco las fundaciones lo ser¨ªan. ¡°Por razones pol¨ªticas o sociol¨®gicas se las considera como parte de la econom¨ªa social, pero desde un punto de vista de coherencia pr¨¢ctica, intelectual, una fundaci¨®n no lo es¡±.
Teor¨ªas aparte, lo cierto es que ninguna organizaci¨®n est¨¢ libre de padecer del virus corrupci¨®n. ¡°Hace much¨ªsimo tiempo que no aparecen casos en este sector. ?Por qu¨¦? Porque tienen mecanismos asamblearios donde hay que dar cuenta, donde se introducen variables que condicionan y limitan la capacidad de actuaci¨®n de las personas. Esas barreras hacen que sea m¨¢s dif¨ªcil que se produzcan fraudes o ocultaci¨®n de documentos¡±, cree Pedre?o. Esa fortaleza y el hecho de que internalicen costes sociales que de otro modo tendr¨ªan que ser atendidos por el Estado es el argumento que utiliza la patronal para reclamar m¨¢s presencia p¨²blica y nuevas compensaciones fiscales. ¡°Lo ¨²nico que hemos conseguido es que entre las medidas firmadas en los pactos para la formaci¨®n de un nuevo Gobierno, ¡ªprimero entre PSOE y Ciudadanos y ahora entre PP y Ciudadanos¡ª, figure una sola l¨ªnea que dice que el pr¨®ximo Ejecutivo apostar¨¢ por la reducci¨®n de trabas administrativas y el fomento del sector¡±.
En su carta a los Reyes Magos envidada a los partidos pol¨ªticos ante la formaci¨®n, sea cuando sea, de un Gobierno en Espa?a, Cepes solicita que las cooperativas y los aut¨®nomos formen parte de las mesas de di¨¢logo social. Tambi¨¦n reclaman que este tipo de empresas no puramente capitalistas sean incluidas en la agenda de pol¨ªticas p¨²blicas vinculadas con el desarrollo econ¨®mico de Espa?a.
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