En vez de renta, capital b¨¢sico
Frente a las trampas de la prestaciones sociales, urge un modelo eficiente
La renta b¨¢sica universal es una idea fascinante. Para sus partidarios es una especie de teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Sostienen que libera a las personas tanto de la dependencia de las rentas derivadas del trabajo como de la misma obligaci¨®n de trabajar. Les permite emplear el tiempo que quieran en lo que quieran, y no hacer algo porque no les queda m¨¢s remedio. Adem¨¢s, al menos a priori, la renta b¨¢sica acaba con la trampa de los subsidios sociales: en el sistema tradicional de seguridad social europeo los beneficiarios de las ayudas sociales tienen pocos incentivos para trabajar. En cuanto encuentran un empleo, pierden la ayuda y pasan a generar unos ingresos por los que habr¨¢n de pagar impuestos. No es de extra?ar que a mucha gente le cueste dejar las ayudas sociales. Desde esta perspectiva, la renta b¨¢sica universal ser¨ªa efectivamente algo bueno si funcionase. Pero ?funciona?
La cr¨ªtica m¨¢s frecuente es que, si la cobrase, mucha gente dejar¨ªa de trabajar. Se trata de un temor infundado. La renta b¨¢sica no alcanza ni de lejos para vivir como un rey. Por eso, los ingresos complementarios siguen siendo muy convenientes, y la motivaci¨®n para trabajar, importante. Actualmente, una muestra de lo poco que influyen los ingresos ¡°regalados¡± en la motivaci¨®n para trabajar es que las personas que tienen rentas procedentes de su patrimonio comparables a la renta b¨¢sica, o que son propietarias de una vivienda, y que, en consecuencia, tienen menos gastos por ese concepto, no trabajan menos que las personas sin patrimonio o sin vivienda.
El verdadero problema de la renta b¨¢sica es otro: cuando es baja ¡ªpor ejemplo, una d¨¦cima parte de los ingresos medios¡ª, ni da seguridad suficiente al receptor ni lo libra de la obligaci¨®n de trabajar. Sin embargo, cuando es lo bastante alta, deja de ser financiable. Cuando no se financia mediante deuda y no es un simple ejercicio de redistribuci¨®n desde los m¨¢s ricos al resto de la poblaci¨®n, para costearla, el ciudadano medio tiene que aportar m¨¢s o menos la misma cantidad que recibe como renta b¨¢sica. A primera vista esto no plantea ning¨²n problema, ya que, aparentemente, para ¨¦l no cambia nada. Sin embargo, las cosas no son as¨ª: al final, la renta b¨¢sica se tiene que financiar a trav¨¦s de un impuesto sobre la renta o sobre el consumo. Para una renta b¨¢sica equivalente m¨¢s o menos al umbral de la pobreza, es decir, aproximadamente a la mitad de los ingresos medios actuales, se deber¨ªa recaudar un impuesto complementario del 50% sobre cada euro ganado con el propio trabajo. A esto se a?adir¨ªan los impuestos para las dem¨¢s prestaciones p¨²blicas. As¨ª, no se tardar¨ªa en llegar a tipos impositivos medios sobre las rentas del trabajo del 80% o m¨¢s. O sea, que a los defensores de la renta b¨¢sica no les salen las cuentas.
De esto se podr¨ªa deducir que los que ganan m¨¢s deber¨ªan soportar una cuota m¨¢s alta. Pero tampoco esto funciona. Cuantas menos personas lleven la carga, m¨¢s alto tendr¨¢ que ser su gravamen. Sin embargo, como es sabido, los aumentos de impuestos por encima de entre el 60% y el 70% no generan m¨¢s ingresos. Los incentivos negativos contra el trabajo asalariado y a favor de la evasi¨®n fiscal legal e ilegal son demasiado fuertes.
Un apoyo a los j¨®venes en los a?os de formaci¨®n es una alternativa a la renta b¨¢sica
Muchos partidarios de la renta b¨¢sica reclaman que se financie mediante el IVA. Pero estas cuentas tampoco cuadran, ya que, entonces, las tasas del impuesto se disparan. Para tener suficiente financiaci¨®n el IVA f¨¢cilmente tendr¨ªa que llegar a un 50% o m¨¢s solo para ese fin, as¨ª que la idea est¨¢ muerta.
Por eso, algunos defensores de la renta b¨¢sica universal sostienen que no tendr¨ªan que percibirla todos los ciudadanos y, al mismo tiempo, cobrarles un impuesto complementario, sino que la renta se deber¨ªa ajustar a los ingresos procedentes del trabajo. Es decir, quien disponga de ellos no deber¨ªa percibirla, o bien tener una renta reducida. Pero esto no es m¨¢s que una falacia, ya que, al final, el ajuste viene a ser un gravamen, camuflado pero muy elevado, sobre los ingresos obtenidos por el propio trabajo. Adem¨¢s, la idea se devora a s¨ª misma: la renta b¨¢sica deja de ser incondicional porque solo reciben el dinero quienes ganan menos de lo que cobran por la renta, as¨ª que en este supuesto la idea est¨¢ m¨¢s que muerta.
Un experimento significativo no deber¨ªa indagar si la gente quiere dinero gratis, sino si quiere financiarlo ella misma
Si la renta b¨¢sica es incondicional, surge otro problema: ?qu¨¦ se debe hacer con los reci¨¦n llegados, o con los que emigran al pa¨ªs precisamente debido a la renta b¨¢sica? La ¨²nica manera de responder es introducir condiciones. De este modo, lo que era una renta b¨¢sica incondicional se convierte en discriminatoria.
A veces se alega que en pa¨ªses en desarrollo, e incluso en pa¨ªses de la UE, se han hecho experimentos con buenos resultados. No es verdad. Los experimentos solo ponen de relieve si los participantes quieren cobrar la renta b¨¢sica y en qu¨¦ medida siguen trabajando. El resultado es que los que colaboran est¨¢n contentos de recibir el dinero, y que, en la mayor¨ªa de los casos, siguen trabajando como es debido. No resulta muy sorprendente. Sin embargo, se pasa por alto la cuesti¨®n fundamental: los participantes no tienen que asumir los costes de la renta b¨¢sica, sino que los directores del experimento les pagan. Pero una renta b¨¢sica rea?lista la tienen que costear sus propios beneficiarios. As¨ª pues, un experimento significativo no deber¨ªa indagar si la gente quiere dinero gratis, sino si quiere financiarlo ella misma. Tras un intenso debate, cerca de un 68% de los suizos vot¨® en contra de implementar este modelo en el refer¨¦ndum de junio.
En definitiva, la renta b¨¢sica no funciona. A pesar de ello, hay que encontrar medios contra la trampa de la ayuda social que sean eficaces, pero tambi¨¦n financieramente viables. Podemos aprender mirando a las familias y la relaci¨®n que los progenitores establecen con su descendencia. Pr¨¢cticamente a nadie se le ocurre la descabellada idea de pagarles a sus hijos una renta vitalicia. En cambio, muchos padres les dan un capital inicial del que sus hijos pueden vivir si llegan malos tiempos, o con el que pueden pagar sus estudios. Esta f¨®rmula se podr¨ªa trasladar al Estado. Todos los j¨®venes de 20 a?os, independientemente del tiempo que lleven en el pa¨ªs, deber¨ªan recibir del Estado un capital b¨¢sico equivalente, por ejemplo, a dos veces el salario medio anual, que tendr¨ªan derecho a utilizar de acuerdo con una normativa estatal. As¨ª, si fuese necesario, se podr¨ªa cobrar durante cuatro a?os una renta b¨¢sica equivalente a la mitad del salario medio para poder financiar as¨ª los estudios universitarios u otra clase de formaci¨®n profesional, o independizarse. De este modo se generar¨ªan incentivos perfectos para quienes hasta entonces hubiesen recibido ayudas sociales, porque entonces podr¨ªan quedarse con todos los ingresos procedentes de su trabajo. Adem¨¢s, se podr¨ªan aumentar las tasas universitarias y fomentar la competencia entre universidades, puesto que la ciudadan¨ªa dispondr¨ªa de dinero para dedicar realmente a los estudios. La inmigraci¨®n tampoco pondr¨ªa en peligro el capital b¨¢sico, ya que la cuant¨ªa percibida se podr¨ªa adecuar al tiempo que hubiese vivido en el pa¨ªs en cuesti¨®n durante la infancia. De este modo, el capital b¨¢sico podr¨ªa solventar en gran medida la trampa de los subsidios y otros problemas sociales. Al mismo tiempo, la educaci¨®n dar¨ªa como resultado una redistribuci¨®n de los medios m¨¢s justa, m¨¢s eficaz, y todo esto proporcionar¨ªa m¨¢s igualdad de oportunidades. Adem¨¢s, el capital b¨¢sico solo supondr¨ªa una quinta parte de los costes de la renta b¨¢sica: un ciudadano no recibir¨ªa entre 60 y 80 pagos anuales, como ocurre con la renta b¨¢sica, sino solo 4. As¨ª, el capital b¨¢sico se podr¨ªa financiar sin problemas y liberar¨ªa verdaderamente a las personas.
Reiner Eichenberger?es profesor de Teor¨ªa Econ¨®mica y de Finanzas de la Universidad de Friburgo y director de investigaci¨®n de CREMA (Center for Research in Economics, Management and the Arts). Anna Maria Koukal es colaboradora cient¨ªfica de la c¨¢tedra de Ciencias Financieras de la Universidad de Friburgo.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.